Acuérdate de tu creador en los días de tu juventud, antes que lleguen los días malos
y vengan los años en que digas: «No encuentro en ellos placer alguno»
Eclesiastés 12:1
Dios nos dice a nosotros, los jóvenes (y a los que todavía se sienten jóvenes): Acuérdate de mí en los años de tu juventud, antes de que vengan los días malos y los años en que digas: perdí mucho tiempo y nada me dio satisfacción.
Personalmente puedo dar fe de esto, ya que por mucho tiempo estuve alejada de él, y si hay algo que me arrepiento es de haber desperdiciado mi tiempo en cosas que no edificaban a mi vida, ni a mi relación con Dios, sino que la destruían.
Perder tiempo aparentando ser alguien que no era...
Perder tiempo en amistades que no me edificaban...
Perder el tiempo en actividades que no tenían ningún provecho...
Perder tiempo, perder tiempo...
También creo que Dios puede transformar todas las cosas y las usa para bien, entendiendo que todo aquello en lo que me equivoque, tambien poder verlo como una enseñanza, tanto para mí, como para otros.
Sin embargo, ya no hay marcha atrás y el tiempo no se recupera; si vos, como yo, sentís que mal gastaste el tiempo, es hora de empezar a hacer un cambio. Este cambio solo puede ser posible cuando estamos dispuestos de corazón y con la ayuda de Dios, la realidad es que en nosotros puede estar el empezar a utilizar bien el tiempo, pero es importante involucrar a Dios en cada area de nuestras vidas, aun en los pequeños detalles, ya que sin él nuestro esfuerzo seria en vano.
Volvámonos a Dios de todo corazón y pidámosle sabiduría para no perder el tiempo en vanidades, llenémonos del espíritu santo para que nos guie a hacer la voluntad del Padre, y preparémonos para cuando vengan los días malos, poder estar afirmados en la roca firme, que es Jesús.
