Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.S. Marcos 8:34-35
Si queremos ir en busca de Dios, debemos negarnos a nosotros mismos, y si hay algo que le cuesta a nuestra naturaleza caída es justamente eso, negarse. Dejar el orgullo de lado, la soberbia y la infinidad de defectos que tenemos en nuestro carácter a causa de la falta de Dios en nuestra vida.
No somos perfectos, por eso el apóstol Pablo nos dice lo siguiente: "estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo" (Filipenses 1:6)
Dios ya ha comenzado la buena obra en nosotros y ahora nos va a ir perfeccionando en el transcurrir de nuestra vida, pero para que él pueda obrar en nosotros nos dice "niéguense a sí mismos".
Negarnos cada día le dará lugar a Dios y al Espíritu Santo para ir desarrollándose cada día más en nuestra vida, y así ir cambiando nuestro carácter humano por el carácter de Cristo: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; (Gal.5:22-24)
Jesús tuvo cada una de estas, y después de el no conozco a nadie que haya tenido todo, pero si conozco a personas que tienen muchas de estas virtudes, y a eso hay que aspirar, a que cada día en vez de tener más impaciencia tengamos más paciencia, a que cada día en vez de tener más tristeza tengamos más gozo, y así.
La Biblia es muy clara, si decidimos ir en pos de nuestra carne y lo que esta quiere, vamos a perder nuestra vida. Lo que le sigue a esto es transitar muertos en vida, sin ninguna meta clara, sin ningún propósito o sentido de vida y sin entender para que vinimos al mundo.
"Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro Señor Jesucristo, que cada día muero." 1 cor. 15:31
Morir le va a doler a la carne, pero le dara vida al espíritu, de eso no hay duda, por eso debemos tomar el compromiso con Dios (y pedirle ayuda, porque solo no podemos) de morir cada día a nosotros mismos.