Tus ojos son la lámpara de tu cuerpo. Si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz; pero, si está nublada, todo tu ser estará en la oscuridad.Lucas 11:34
Hablando del ojo como parte del cuerpo físico, el ojo es el medio para recibir luz. Si tenemos ojos saludables, entonces podemos recibir y utilizar plenamente la luz (podemos ver bien todas las cosas), pero si el ojo es defectuoso, entonces no podemos ver bien los objetos, las personas, por donde caminamos y tampoco podemos realizar actividades con normalidad.
De la misma manera, cuando nuestros ojos espirituales, es decir, nuestras actitudes, motivos y deseos se inclinan a la voluntad de Dios, entonces la luz de la Palabra de Dios entra en nuestro espíritu para producir bendiciones, fruto y salvación. Pero si nuestros deseos no se enfocan en las cosas de Dios, entonces la revelación y la verdad de Dios no tendrán su pleno efecto en nosotros.
Cada uno de nosotros debemos examinar constantemente nuestras vidas para estar seguros de que nuestros ojos espirituales sean tan sanos al punto que el evangelio pueda santificar y renovar nuestra vida interior. Debemos preguntarnos si respondemos a la enseñanza o a la lectura de las escrituras con un espíritu que ama a Dios, a Cristo y a la Palabra cada vez más; o, por el contrario, si a pesar de todos los mensajes del evangelio y la enseñanza bíblica que hemos recibido, hay muerte en nuestra alma y está en la esclavitud del pecado. Si es el caso, nuestros ojos espirituales son malos todavía y nuestro cuerpo está lleno de oscuridad. Pero siempre hay una solución que es confesar los pecados, arrepentirse de ellos y separarse de todo aquello que lo conduzca a la oscuridad. (Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja halla perdón. Prov.28:13)
¿Cómo podemos lograr tener una visión clara? Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. (Juan 8:12) Jesucristo es la única forma de que nuestros ojos puedan ver con claridad y que, en consecuencia, nuestro cuerpo entero pueda tener luz y ser lámpara para con los demás. No es fácil, pero tampoco imposible. Es una acción de fe en la que todos los días debemos ir a la cruz de Cristo quien nos santifica, y estar en comunión constante con él, buscando de su Palabra que es nuestra guía y el medio por el cual Dios nos habla a nuestros corazones para corregirnos, alentarnos, consolarnos, ayudarnos y mucho más.
Espero que esta reflexión sea de bendición para tu vida.
Dios te bendiga!