U N O

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Hace unos años atrás.

Voy tarde, estoy corriendo para llegar a tiempo pero no creo que me perdonen la media hora.

Jadeo al llegar, Ethan me ve divertido mientras que la fotógrafa parace impaciente.

—Lo siento, lo siento. En serio, tuve que entregar un par de trabajos en la universidad que me llevó más tiempo del pensado pero ya estoy aquí.

La maquillista me arregla y limpia el sudor con toallitas húmedas.

Ethan se acerca ya listo, lleva unas bermudas y el torso al descubierto dando una buena vista a cualquiera que lo vea.

—Corazón, llegas tarde.

Sonrio y rápidamente vuelvo a mi expresión neutra para dejar que la chica haga su trabajo.

—Lo siento, corazón. La profesora se extendió revisando al equipo antes de mi.

—Descuida, todos lo entendieron.

Coloca sus manos en mis hombros masajeando, suelto un suspiro.

—La fotografa parace que no.

Escucho su risa mientras mantengo mis ojos cerrados.

—Esa es su cara habitual, relájate.

—No seas malo. —me quejo, pero no puedo evitar reír.

La chica me indica que termina y voy rápidamente a cambiarme.

Un bonito traje de baño de dos piezas en color rojo, marcando mi cintura y resaltando mis pechos de tamaño promedio.

Salgo y la chica se encarga de broncearme, también de marcar más mi abdomen con la magia del maquillaje y después de veinte minutos estoy lista.

La sesión de fotos es en la playa, salimos del hotel hasta el lugar y la brisa me quita un poco el calor que siento por estar tan expuesta.

Oscurece para cuando terminamos la sesión, tomo mis cosas y espero a Ethan afuera del lugar.

Me sostengo el cabello en un moño alto, causando que la blusa se suba.

—Pero que bonita, ¿quieres divertirte un rato?

Ignoro al chico, bajo mi blusa y volteo a otro lado.

¿Cuánto va a tardar?

Siento sus pasos acercarse, se mantiene a menos de un metro pero reduce la distancia acariciando mi mejilla.

Retiro la cara y retrocedo, ríe. Para él es gracioso y para mi incomodo, no quiero ser grosera pero me está poniendo nerviosa.

—Mi novio está por llegar.

Su postura se tensa pero susurra en mi oído.

—¿Cuánto cobras, linda?

Lo empujo levemente con mis manos, error, me toma de las muñecas y presiona mis manos sobre su pecho.

Forcejeo un poco, pero es obvio que su fuerza me supera.

Bien, si el plan A falla siempre está el plan B.

Cedo ante él, parece fascinado y va directo a mis labios.

Pero antes de que me bese, pateó sus partes nobles y gime de dolor.

—Maldición, Sel. ¿Estas bien? —dice Ethan, apenas saliendo del lugar y asiento.

Su mano toma la mía y tiro de él.

—Vamos. Vamos, por favor. —suplico y asiente mirando aún al tipo.

Caminamos de manera rápido y después de unas cuadras me detiene.

El modelo perfecto del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora