16- Siempre lo logras

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EMMA

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EMMA

No he podido moverme en los últimos minutos del lugar en el que me dejó parada luego de rechazar mi beso, mi mente no para, un montón de cosas pasan por mi cabeza sin darme lugar a procesarlas.

Me siento un poco humillada, y aunque sé que me lo merezco de todos modos me dolió.

No debía besarlo, él tiene razón, dije que no y ahora tengo que vivir con eso. Necesito alejarme de él porque esto está dañándonos a ambos.

Afuera aún llueve, aunque ya no tanto.

Siento la inminente necesidad de huir, huir de mí misma, de esta cosa rara en la que me transformé desde que llegué a esta casa, huir de mis palabras y de mis decisiones, pero, sobre todo, de huir de mis propios sentimientos.

Busco mi celular y le marco a Lucas, que responde en el primer tono.

—Hola Lu, ¿van a salir o algo?

Necesito salir de aquí, o de otra forma voy a llorar y romper la única regla que aún no he roto: Nunca llorar por un chico.

—Es sábado, Emma, claro que saldremos —afirma mientras escucho algunas risas detrás de él —¿Quieres que te recoja o tu chófer te traerá?

—Recógeme en media hora —suelto sin pensarlo demasiado.

Media hora después él pasa por mí, siempre puntual.

—¿Te abrieron la puerta de la jaula? —suelta en tono burlón en lo que deslizo el cinturón por mi hombro—. Desde que te mudaste aquí casi no sales con nosotros.

—Lo sé, lo siento. No sé qué ocurre conmigo, pero estoy de vuelta. —Elevo mi mano y él choca cinco conmigo.

Quisiera ser capaz de contarle lo que pasa, quisiera encontrar la forma de que sentir lo que siento no me haga pensar que soy débil. Sin embargo, mi ego siempre es más fuerte, me domina por completo, así que solo taparé mis problemas con cosas que no son solución, pero ayudan a olvidar.

Me doy la vuelta para ver quién viene detrás, es Katia, Sam y un chico al que nunca he visto.

—Soy Emma —me presento ante el chico que posa sus ojos azules en mí.

—Adrián —dice esbozando una media sonrisa.

—Es el primo de Sam —aclara Katia al ver mi desconcierto.

Asiento quitando mis ojos de él para no ser tan obvia, y me volteo hacia mi mejor amigo que tiene sus ojos fijos en el camino, no es fácil conducir con lluvia.

—¿A dónde vamos? —pregunto deseando que el mono rojo que elegí para vestirme sea adecuado.

—Abrió una nueva discoteca cerca del muelle, dicen que se pone —exclama Katia desde el asiento de atrás.

Tontas promesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora