Emma y los Romano crecieron juntos como parte de la misma familia. Luego de una tragedia familiar fueron separados y no volvieron a verse por cuatro largos años.
Noah Romano es el mayor, no ha hecho más que hacerse cargo de sus hermanos en los últi...
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EMMA
Demasiado intenso todo, así que siento la urgente necesidad de cortar el ambiente tierno.
—¿Era necesaria la ropa blanca? Todos saben dónde estamos en todo momento —me quejo acomodando mi vestido.
—Aunque no lo creas no es un asunto de ego, si no de seguridad —confiesa bajando la voz, obviamente no quiere que nadie más lo sepa—. Carlos y sus chicos la tienen más fácil para no perdernos de vista.
—Lo entiendo, aunque también hay un poquito de ego, no nos hagamos los modestos.
Se ríe y asiente.
—Ahora vamos a bailar —jalo su brazo y lo llevo a la pista, bajo sus protestas.
Después de un rato comienzo a tener calor y ganas de hacer pipí así que me disculpo con Noah para ir al baño, él parece feliz de tener un respiro así que no hay quejas de su parte.
Los baños de abajo tienen fila para entrar, pero tengo privilegios así que voy a uno de los de arriba que están cerrados para los demás. Después de hacer pis me observo en el espejo, mi maquillaje esta increíble, aunque estuve transpirando un poco; no sé cómo logran eso, pero no se oye del todo saludable para mi piel.
Acomodo mi escote —que después de todo no resultó tan cómodo, tal vez un talle más hubiera estado bien—, y bajo de vuelta a mezclarme en la multitud, estoy en el jardín cuando una mano jala de mi brazo hasta un sitio algo apartado, pero aún a la vista de todos.
Me doy media vuelta para ver quién es y no estoy tan sorprendida de ver a Adrián, no sé por qué tenía el presentimiento de que lo vería hoy.
Algo en mi interior se siente mal, es como si el estómago se retorciera y se mezclara con el miedo que me hizo sentir aquel día, me da asco que me toque y me toma unos segundos reaccionar.
Escaneo la multitud buscando a Carlos y lo ubico en la distancia, sus ojos están en mí, pero prometió no intervenir si no se lo pido así que me quedo tranquila. Tal vez Noah tenía razón, tendría el triple de miedo ahora si no supiera que me están cuidando.
—¿Qué quieres, pesado? —le digo con mi peor cara, fingiendo una indiferencia que no siento, pero es muy creíble.
—Vine a buscarte, aún tenemos asuntos pendientes —asegura mientras me sostiene por el brazo.
Le respondo rodando mis ojos con aburrimiento, creo que la arrogancia y seguridad pueden ser mi mejor arma para resolver esto de una vez por todas, no quiero que siempre tengan que salvarme, tengo que alejarlo de una vez y tiene que ser definitivo.
—¿No te alcanzó con la paliza que te dio mi novio? ¿Quieres morir también?
—No me das miedo, estúpida, yo no dejo nada sin terminar —gruñe jalando de mi brazo y quedando muy cerca de mí.