08- Tomar distancia

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NOAH

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NOAH

No sé por qué estoy tan molesto, pero quiero golpear en el rostro a mi hermano y borrar esa sonrisa de su boca.

Ella es mía, no puedes tocarla.

—A Emma no le gustan los celos hermano —suelta con una sonrisa cargada de arrogancia.

—No te pedí tu opinión —contesto, grosero.

Ella acomoda su camiseta jalándola hacia abajo.

—¿Qué te pasa? Actúas como un idiota.

—Te dije que solo fuéramos amigos, pero no pensé que en ese mismo momento ibas a venir a hacer lo que sea que hacías con mi hermano en mi propia casa.

Matteo ya no sonríe, ahora parece enojado, y Emma muerde su labio inferior con molestia.

—Puedo hacer lo que me da la gana, tú no tienes ningún derecho sobre mí.

Ella no lo niega, no dice que solo son amigos, o que no pasa nada entre ellos. Eso sólo me enfurece más.

—¿Qué más se puede esperar de ti? ¿Códigos? Seguro no sabes lo que significa, siempre actuaste como una cualquiera.

Sé que fui demasiado lejos en el momento en que las palabras abandonan mi boca, sus ojos se cristalizan pero no llora y mi hermano se pone de pie para enfrentarme.

—¿Qué te pasa idiota? ¿Estás enfermo? ¿O los celos no dejan que el oxígeno llegue a tu cerebro? Pídele disculpas si no quieres que te golpee ahora mismo. —Sus puños se cierran a los lados de su cuerpo, él de verdad piensa golpearme.

—No te metas, Matteo, esto no es asunto tuyo. —Lo hago a un lado para seguir hablando con ella pero cuando la veo nuevamente mi corazón se suaviza un poco, de verdad luce decepcionada.

Soy culpable por eso ¿En qué estaba pensando?

Se levanta del sofá y se acerca a mí, si quiere golpearme me lo merezco.

—Eres un completo imbécil, no vuelvas a acercarte a mí —dice con la voz completamente vacía de emoción.

Ella tiene razón, ahora que el enojo inicial ya no está me siento como un verdadero cretino. Sube las escaleras corriendo y me quedo solo con mi hermano.

—¿Qué mierda pasa contigo, Noah? estábamos pasando el rato, solo somos amigos —dice, y me da un ligero empujón.

De verdad no puedo justificar mi reacción desmedida, no sé qué decir ni cómo voy a disculparme con ella.

—Tenías tus manos dentro de su ropa, Matteo, no me tomes por idiota.

—Su camiseta se subió por las cosquillas, y no la estaba tocando de la forma que tú crees.

—Ella te gusta —insisto intentando justificarme.

—Claro que no, sabes que nunca te haría algo así.

Tontas promesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora