45 - EL LIBRO DE LAS SOMBRAS

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—¿Te encuentras mejor?

Abro los ojos y veo la preocupada mirada de Tiff. Le sonrío. Agradezco que cuide tan bien de mí.

—Sí, gracias —contesto incorporándome en la cama —. ¿Qué me ha pasado?

—Ha vuelto a llamarte —responde con tristeza —. Por suerte, Drogo estaba cerca y pudo evitar que fueras.

¿Drogo? Un vago recuerdo llega a mi mente. Creo que... me besó. No sé porque, pero siento que me pongo colorada.

—¿Y eso? —comenta Tiff divertida —. ¿Es que te gusta Drogo?

—No digas tonterías —respondo ofendida mientras me levanto de la cama —. Te recuerdo que Drogo es mi peor pesadilla.

—Bueno... —contesta con una pícara sonrisa —. Dicen que del odio al amor hay sólo un paso.

—Pues en este caso estás equivocada —continuo molesta —. Y, por favor, deja de montarte películas. 

—Vale, vale —se rinde divertida —, pero no me negarás que se preocupa mucho por ti.

—Lo único que le preocupa es el equipo —respondo mientras busco ropa en el armario —. Y ahora, si no te importa, me gustaría ducharme. No sé donde me habré metido, pero me siento sucia.

—Lo que tu digas —se resigna en un suspiro —. Te espero abajo.

Cuando sale de la habitación, me apoyo en la pared un momento. ¿Qué demonios me está pasando? Me da la impresión de que fue el beso de Drogo lo que me detuvo y, no sé porqué, no me desagrada en absoluto.

Sacudo la cabeza y corro a la ducha. Tengo que sacarme de encima esas ideas. Por mucho que me guste, debo evitar que Drogo me bese de nuevo. Eso me debilita y no me gusta nada. No quiero empezar a sentir nada por él. No entra en mis planes.

La ducha es un infierno. Todo me recuerda a él. Lo peor de todo cuando cojo el albornoz con su aroma. ¿Pero no lo había echado a lavar? ¿Qué hace entonces en la percha? ¿Lo habrá puesto él? Eso me enfurece más todavía.

Salgo del baño ya vestida y me encuentro con minidrogo sentado en mi cama con una extraña sonrisa.

—¿Qué quieres ahora? —pregunto cansada.

—Nada —responde encogiéndose de hombros —. Sólo quería saber si estabas bien.

—Pues ya lo sabes —contesto un tanto molesta —. ¿Algo más?

Su sonrisa se agranda. Eso me mosquea. ¿En qué estará pensando?

De repente se baja de la cama y se dirige a la puerta. Antes de salir, se vuelve hacia mí y me dedica una maquiavélica sonrisa.

—Me alegra saberlo —me dice —. Y, por cierto, si quieres darme las gracias puedes hacerlo con un beso. Seguro que no te importa.

Le tiro una almohada que va a dar en la puerta mientras oigo como se parte de risa. ¿Pero de qué va ese pequeñajo?

Cojo aire e intento calmarme. Hoy es mi cumpleaños y va a ser mi confirmación como ser de luz. No puedo dejarme llevar por los nervios. Hoy no.

En ese momento llaman a la puerta. Me acerco y la abro. Frente a mí tengo a Rose y a mi abuela que me miran con una extraña sonrisa.

—¿Ocurre algo? —pregunto un tanto sorprendida por semejante visita.

—Claro que no, pequeña —contesta mi abuela —. ¿Nos dejas pasar?

Abro la puerta para que entren intrigada por su extraña actitud. ¿Qué estará pasando ahora?

—Siéntate, por favor —me indica Rose.

DC V: VOLVER A EMPEZAR √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora