Basta con ver las estrellas por la noche, en ese instante que nos enfrentarnos ante la magnificencia de la bóveda celeste y pensamos: «Que pequeños somos en este inmenso y complejo universo», pero ese pensamiento muchas veces llega acompañado de una pregunta «¿Somos los únicos en él?»
El TIEMPO avanza de maneras distintas para cada uno, en nuestras rutinas matutinas casi pasa de ser percibido, salimos de nuestras casas al trabajo, la escuela, la universidad y ni nos damos cuentas de que sucedió, vivimos en una larga y agonizante monotonía. Pero otra veces, un minuto y quizás hasta unos segundos el TIEMPO se detiene en nuestra mente ¿Cuándo? Cuando nos besa la persona amada por ejemplo, cuando nos caemos de la bicicleta la primera vez porque no sabíamos cómo manejarla, cuando nos toca despedirnos de alguien, un ser querido que sabemos que nunca volveremos a ver.
Son estos momentos alegres, sutiles, dolorosos, intensos los que recordamos al final del día, poco antes de dormirnos y al enfrentarnos al cielo nocturno para ver las estrellas…
