Parte 1 - LA ROSA EQUIVOCADA

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Dedicatoria:

Con cariño, para todos los románticos

que saben amar la vida.

                                                         El autor.

(Modelo  portada: Cantante y actriz mexicana, Mayra Díaz, Tocula, Distrito Federal)

Fernando Jeremías se miró al espejo, se encontró más atractivo que nunca. Pensó que era el macho Alfa tan soñado por algunas mujeres.

Era verdad que era un gran tipo, el que tenía varias admiradoras y su amor por la hermosa Amor Zublime (ese era el nombre real), llegaba a la obnubilación. Daba la impresión que ambos eran la pareja más feliz del planeta...Esa noche se cumpliría el anhelo más grande de su vida, el que se iniciaría cuando lo llamaran por el citófono.

Amor es perfecta, hermosa voz, sencilla, de simpatía innata... Suave, tierna, cariñosa y demasiado bella.

Sus facciones son las que idealizan los artistas para pintar rostros de ángeles celestiales; su cuerpo es como arrancado de la escultura de Afrodita, la divina diosa griega, o Venus, como la llamaban los romanos.

El joven estaba en un hotel en la hermosa ciudad-balneario de Caldera, Chile. Hizo el nudo final de la corbata italiana, lucía perfecta; además, armonizaba con su camisa a rayas, el saco de lino, pantalones de gabardina, color mostaza y zapatos de lona. Impecablemente vestido, todo era de marca, porque tenía buen gusto, que podía darse. Finalmente se aplicó una loción suave de Giorgio Armani.

A sus 27 años era un exitoso ingeniero comercial, agradable, muy culto. Tiempo atrás había llegado desde Santiago para trabajar en un banco comercial de Copiapó.

Fue en un encuentro, con amigos, en el Casino «Antay» de esa ciudad, donde, entre canciones románticas de Mon Laferte, se fijó en una mujer de otra mesa, bellísima.

Engrandecía su hermosura sus cabellos y ojos color miel. Nunca le había sucedido, pero al observarla sintió una leve taquicardia, quedando extrañado porque no estaba enfermo del corazón.

La joven lo miró sin ningún interés. Lo encontró hermoso, atractivo, pero no era para tanto, había candidatos más lindos que la merodeaban.

En ese tiempo, Amor, no estaba interesada en una relación de pareja, o una aventura. Prefería disfrutar con pasión de la amistad en sus tiempos libres. Sus pasiones eran el atletismo, la meditación Hatha Yoga, navegar en veleros y ciclismo competitivo, sumado a su preocupación por el medio ambiente, como voluntaria de Techo Chile, una entidad de ayuda a los pobres.

Había ganado varios trofeos y medallas a los que no daba mucha importancia. Su mejor premio era sentirse bien espiritual y físicamente.

Esa noche, Felipe atrevidamente, le mandó una rosa con la mesera. La cual, Amor, fue a devolver en forma personal. Se acercó decidida a la mesa.

- ¡No sea fresco, señor. No mande flores a una persona que no conoce!

Con una frase, con el sello de su simpatía, agregó:

- La mayoría de las veces una flor hace muy feliz a una mujer. Son gestos que agradan, sólo que usted se equivocó de domicilio. Podría regalarla a una de las hermosas jóvenes que lo acompañan. Que tenga una buena noche.

Felipe, se sonrojó. Amor, ni un poco. La joven se dio la vuelta y se alejó tranquila.

Las sonrisas y comentarios maliciosos de sus amigos y amigas, lo desarmaron. A Felipe las bromas le hicieron hundirse y caer en el mutismo en su asiento.

- Con las canciones de la Mon Laferte, más te vas a enamorar de la mina que te mandó a la punta del cerro -, le dijo, Soraya.- ¡Ubícate, Felipe!


Prefirió callar.

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LA CHICA TREMOFÓBICAWhere stories live. Discover now