Capítulo 2

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Me despierto a las 6:30, como todos los días. Mi rutina matutina es igual: levantarme, tomar un vaso de agua, bañarme, cambiarme y desayunar para después ir hacia la escuela. Pero cuando estaba por bañarme lo recordé, ¡hoy es viernes!, estaría emocionado, ya que sería el último día de clases para el fin de semana; pero soy un estúpido, este viernes no habría clases por la reunión de consejo en la escuela.

Me iba a dormir otro rato, pero escucho que llegan personas haciendo ruido por las cosas que cargan, no le tomo mucha importancia, solo son los nuevos inquilinos. Así que estuve en Facebook en lo que se despertaban para el desayuno, tenía muchos seguidores a comparación de mis amigos, me impresionaba la cantidad de reacciones que tenían mis fotos.

Después del desayuno acompañé a mi mamá a casa de mi tía Blanca, para cuidar a Arquímedes en lo que ellas preparaban comida para los nuevos vecinos. Me gusta cuidar a Arquímedes, es muy juguetón.

Es un alma blanca, solo juega y ríe mientras yo estoy cuidándolo, aún no articula su primera palabra, pero sé que lo hará pronto.

—¡Aristóteles! —me llama mi tía Blanca.

—¿Qué-qué pasó? —me acerco a un lado de ella.

—Hazme un favor, necesito que lleves este pastel a los nuevos residentes. Le dices al señor Pancho que es una invitación para que se vengan a comer —dice poniéndome betún de chocolate en el labio.

Ese pastel es mágico, es una receta familiar que solo pocos saben hacer. De hecho es algo famoso, el "pastel de chocolate y mil leches".

—Sí, sí, está bien —le digo dirigiéndome a la puerta para salir al departamento de don Pancho.

Ya estando en el pasillo, me acerco a la puerta y le toco. No me resistí, así que me doy la vuelta y le paso un dedo al pastel para llevármelo a la boca. No me di cuenta que abrieron la puerta.

—Ah, hola —escucho una voz.

—Mmm, hola —me volteo apenado comiendo un poco de pastel.

—¿Qué on...? —no pude terminar mi frase porque lo vi, estoy pasmado. Es un chico de mi estatura, tiene unos ojos café oscuro hermosos que hacen resaltar sus pestañas, un cabello castaño bien peinado, unas facciones muy tiernas, se le notan sus hoyuelos en sus mejillas redondas y con una camisa de vestir azul que se le ve muy bien; además es muy guapo, no lo puedo creer, es hermoso... ¿Qué estás diciendo Aristóteles?

—¿Hola? —me dice moviendo su mano enfrente de mi cara mientras sigo en mi trance.

—Ah, sí, perdón, se me fue la onda —le respondo—. Como decía, mi t-tía Blanca les trajo este p-pastel y me dijo que los quería invitar a comer para darles la bienve... la bienvenida —le digo sonrojado, nunca me he sentido tan nervioso en toda mi vida. Veo como arreglaba un botón de su playera, se ve muy lindo; así que, sin darme cuenta, estiro un poco mis manos para darle el pastel mientras él está en lo suyo, lo suelto sin más y este cae. Fue muy estúpido de mi parte, ya que sabía que él no me estaba viendo.

—¡Nooooo!, ve cómo quedó —le digo como si él tuviese la culpa—. Perdón, fue mi culpa, perdóname.

—No te preocupes, te-te compro otro —dice al tiempo que se agachaba para empezar a juntarlo, lo imito.

En lo que juntábamos el pastel salió un señor del departamento del chico, al mismo tiempo que salía mi tía Blanca.

—Hola doña Blanca... ¡No manches, hijo! ¿Qué pasó?

—Lo siento señor, fue mi culpa, yo lo tiré —digo levantándome para saludarlo—. Aristóteles Córcega, mucho gusto.

—Mucho gusto, Aristócles —me da la mano—. Mira Temo, tiene un nombre igual de raro que el tuyo —dice soltando una carcajada muy peculiar—. No se crean, son muy originales. Por cierto, Francisco López, Pancho López pa'los compas. Bueno, deja ir a ya sabes.

Me dice mientras se mete a su departamento. En eso, el chico, Temo, se levanta a saludar a mi tía Blanca.

—Mucho gusto, señora... —dice extendiendo su mano y con aparente olvido del nombre de mi tía.

—Blanca, mucho gusto Temo —le responde mi tía—. Eres muy guapo hijo y unos ojos muy bonitos.

Por supuesto que él es muy guapo, yo lo había notado primero. Además no dijo lo suficiente de sus ojos, mi tía no se había fijado muy bien en él, de seguro. Temo se voltea hacia conmigo, no puedo evitar sentirme un poco sonrojado.

—Bueno, ya nos conocimos, por cierto, soy Cuauhtémoc López, hijo de don Pancho —me dice con una sonrisa.

No me había fijado en su sonrisa, hace notar mucho más sus hoyuelos y hace que sus ojos se achiquen de una manera aún más tierna. Suelto un suspiro sin darme cuenta, qué tonto, me está mirando.

—Ho-hola, perdón, es que había retenido aire —lo saludo—. Yo soy Aristóteles, pero me puedes decir Aris.

Eres un tonto Aristóteles, ¿enserio? ¿Retener aire?

—Mucho gusto Ari.

Me dijo Ari, supongo que no escuchó la "s" al final, pero no importa, ahora sé que me encanta que me digan así, me gusta.

—Mucho gusto Cuauhtémoc —le sonrío.

—¡Oye!, no me digas por mi nombre completo, me puedes llamar Temo, solo Temo está bien.

—Excelente, entonces Temo será.

Me enamoré de ti: aristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora