II

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26-09-19.

Llevaba tres días preparando mi pequeño apartamento para que pudiese vivir lo más normal posible.

Esto iba para largo seguro. Tú ibas para largo.

Llevaba varios días siguiendo tu pista y supe que frecuentabas un bar cercano al sitio donde yo vivía. Tenía vía libre para hablar contigo y así ganarme tu confianza.

Las doce del mediodía. Acababa de abrir los ojos tras una noche de pesadillas e insomnio.
Los días que estaba allí no podía casi dormir, y lo que dormía lo hacía mal y tenía pesadillas con todo lo que me recordaba Madrid.
No podía plantar cara a mi pasado, por eso volví a Pamplona.
Y, sinceramente, seguía sin poder hacerlo cuando volví.

Me levanté de mi cama haciendo que sonasen los muelles viejos de ella y fui directa a la ducha.
Tras salir de ella me vestí y, mientras tomaba mi café y me encendía un cigarrillo, sonó mi teléfono.

-Lacunza- La voz de mi jefe estaba bastante alterada, por lo que me tensé rápidamente. Algo pasaba.

-Sí, ¿Qué ocurre, jefe?- Di una rápida calada a mi cigarrillo aún tensando la mandíbula.

-¿Tenemos noticias de Reche?- Dijo, intentando tener la voz lo más tranquila posible, pero yo ya sabía que algo no andaba bien.

-Llevo varios días siguiendo su pista para ver sus rutinas y he dado con un bar que frecuenta bastante. Pensaba ir esta tarde. ¿Pasa algo, Damion? -Dije muy alterada, ya no aguantaba más tanto secretismo; pasaba algo, obviamente, pero no saber el qué me estaba destrozando.

-Es Garrido. Se lo ha cargado y ha dejado un aviso de que como alguien más se acerque a su alrededor lo mataría sin piedad. Sabe que la estamos siguiendo el paso. Tienes que volver, no podemos con ella. No por ahora.

Dejé de escuchar a mi jefe en el momento en el que dijo que Alba Reche había matado al que era el mejor compañero que había tenido nunca. Joder Alba, ¿por qué matabas?
Se me hizo un nudo en la garganta que amenazaba con salir con tanta fuerza que tuve que reprimir un grito de dolor.

¿Joan también?¿Acaso no tuvo suficiente con él?

Qué mal así Alba. Te odio. Te odiaba

-No voy a dejar que se me escape. Me la voy a cargar jefe, no te preocupes por ella, pero necesito tiempo- Colgué sin dejar que me contestase y, quitándome el par de lágrimas que me cayeron por las mejillas sin haberme dado cuenta, me coloqué la chupa de cuero y cogí mi pistola, enfundándola en mi cinturón.
Estaba decidida a cargarme a esa zorra, fuera como fuese. Estaba decidida a matarte sin piedad.

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Entré al bar diciéndole a Marta que dejaran de llamarme, que este caso no iba a dejarlo pasar; suficientes muertes había habido ya.

Ojalá hubiesen sido suficientes para ti.

Avancé decidida hasta la barra y ahí estabas, apoyada en la barra tomando una cerveza sin alcohol, mirando su teléfono y riéndote de lo que veías en él.

¿Cómo podías estar tan tranquila habiendo matado a una de las personas más buenas del mundo y que menos lo merecía?

Apreté levemente mis puños y me senté a su lado pidiéndole al camarero un pincho de tortilla y una cerveza. Iba a ser la mejor actuación de mi vida.
Notaba tu mirada en mí, pero decidí no girarme.

Era demasiado pronto para mirarte a los ojos cuando fuiste tú la causa de la muerte de él.

Él.

La razón por la que me fui de Madrid. Por la que dejé aquella ciudad de gente apurada que llegaba tarde a ningún lugar.

Santi. Mi hermano.

Te tenía delante y no podía cogerte del cuello y ver cómo tu respiración cesaba en mis manos. Ver cómo tu vida se iba poco a poco. Ver cómo sufrías como lo hizo él.

Me terminé la cerveza de dos tragos y suspiré cansada. Tenía que parecer que no quería estrangularte con mis propias manos.

-Ponle otra cerveza a esta chica a mi nombre- Dijo llamando la atención del camarero.

Esta vez te miré y me pusiste una sonrisa prepotente acercando tu banqueta hacia mí, apoyándote en la barra, de forma que estaba casi encima mía.
Te sonreí levemente de lado y giré mi postura hacia ti mientras ponían la cerveza que habías pedido para mí en la barra.

-Eres nueva por aquí, ¿verdad?- dijiste con esa sonrisa socarrona.

Alba Reche, eras mucho más guapa de lo que pensabas. Y de lo que yo pensaba.
Tenías el pelo echado hacia un lado, con bastante volumen; llevabas unos vaqueros que la quedaban algo anchos y una camisa de flores blanca.
La verdad es que eras muy guapa. Y más con esos labios rojo pasión que tanto destacaban.

-Sí, bueno... llevo unos días aquí, pero no he salido mucho la verdad- Tenía que hacer que no se me notase el odio que me recorría por el cuerpo.

-Te puedo enseñar las calles, preciosa...Y luego podemos ir a mi casa y hacemos lo que tú quieras- La sensualidad con la que habías pronunciado aquella frase hicieron que me recorriese un escalofrío por la espalda y que mis mejillas ardiesen tiñiéndose de rojo oscuro, igual que tus labios,

-La verdad es que...q-que seguro no tienes tiempo para una chica nueva en el barrio...Seguro tienes muchas cosas que hacer- Mi voz se trababa y evitaba el contacto con tus claros y grandes ojos, como si porque no te estuviese mirando no vieses que tenía la cara totalmente enrojecida y la voz entrecortada por tu presencia tan cerca de mí.

-Tengo todo el tiempo del mundo para tí, preciosa.

Me pasaste un mechón rebelde que caía sobre mi pómulo izquierdo por detrás de la oreja e hiciste que te mirase a los ojos.

-E-está bien...Pero no tengo mucho tiempo... Una vuelta rápida si quieres...

Al volver a mirar a tus ojos se me olvidó por completo que eras una asesina. Se me olvidó que eras la persona más odiosa del mundo.
Ahora eras la chica más guapa del universo y me había perdido en tus ojos, perdiendo conmigo la percepción del tiempo y del espacio. Ahora sólo existían tus ojos y yo. Y lo peor de todo es que esa sensación me gustaba demasiado.
Y me entraron unas tremendísimas ganas de probar tus labios rojos, y de tocarte, y de acariciar tu cuerpo.

-Hazlo.

Como si me hubieses leído la mente me pasaste una de tus manos por la nuca, acercándonos más, haciendo que tus labios me rozaran. Tenía sus ojos conectados con los míos y estaba tan cerca que noté tu aliento sabor mentolado chocar con mis labios entreabiertos suavemente.

No me pude resistir y probé tus labios. Capturé tu boca con ansiedad y tú me parabas, me llevabas.

Estaba haciendo algo que no podía hacer; de hecho, me había gritado a mí misma muchísimas veces que habías matado a mi hermano y, ahora, a Joan.
Y, aunque me dolía, fuiste los mejores labios que había probado nunca.

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Holisss

Bueno, como os prometí aquí está el segundo capítulo.
Id comentando qué os parece la historia y vuestras teorías, que me encanta leeros!!

Bueno, en cuanto a los días que subiré los caps, seguramente sea uno a la semana y seguramente los sábados, aunque ahora que estoy más inspiradilla seguramente suba dos, uno el miércoles y otro el sábado.

Espero que os esté gustando muchoo jeje.

Fx~~

Uɴ ᴅɪsᴘᴀʀᴏ ᴀʟ ᴄᴏʀᴀᴢᴏ́ɴ || Albalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora