Desperté en un lugar totalmente diferente al que estaba. Tenía las muñecas y tobillos libres de ataduras y se notaba que estaba durmiendo a pierna suelta, pues desperté dormida boca abajo y con el pelo alborotado. Miré a mi alrededor y no noté ningún tipo de dolor en ninguna parte. La luz que entraba de la ventana que había en aquel lugar me estaba cegando por completo, había demasiada luz.
Cuando mis ojos se acostumbraron a aquel destello, miré por aquella ventana, viendo el patio de la casa de mis padres, de cuando era una cría. Me giré sobre mis talones extrañada para ver lo demás de la habitación, y entonces le vi.
Santi estaba apoyado en el marco de la puerta con una camiseta larga y unos pantalones de chándal amarillos que siempre llevaba en casa cuando éramos pequeños.
Noté cómo el nudo de la garganta me hacía soltar sollozos. Las lágrimas caían por mis mejillas mientras avanzaba con desesperación hacia él.-¡Santi!- Grité abriendo mis brazos, intentando llegar a él, pero nunca llegaba. Cada vez la puerta se alejaba más de mi alcance, y aunque me acercase con todas mis fuerzas y corriese lo más rápido que pudiese, nunca llegaba.
Me empecaba a agobiar provocando que mis lágrimas cayesen más violentas.-Nat, necesitas seguir viviendo. No te intentes acercar más, no gastes fuerzas aquí. Vete y sálvate. Por favor.
Paré en seco ante sus palabras, intentando coger aire y mirando hacia él; y caí de rodillas al suelo agachando la mirada llorando aún más fuerte, notando cómo mis pulmones ardían y mi garganta se deshacía de mis sollozos.
-Te echo de menos... Déjame abrazarte... P-Por favor...- Dije casi con un hilo de voz.
Noté unos brazos rodearme y su olor volvió a hacerme sentir que estaba vivo, y a mi lado. Me abrazé a él con fuerza arañando un poco su espalda, causando una sonrisa suya.
Sus brazos descansaban en mi espalda baja y su cabeza estaba apoyada en mi coronilla, dejando pequeños besos en mi cuero cabelludo.-Te quiero mucho, Nat. Y siempre voy a estar esperándote aquí; pero no es momento de que vengas. Tienes mucho por lo que luchar.
-T-Tu tampoco debiste haberte ido, y mira dónde estás.
-Yo si que me tuve que ir, Natalia. Me suicidé, no morí. Y no sabes cuánto me arrepiento de no estar cerca de ti- Dijo con un tono increíblemente tranquilo.
-¿C-cómo?- Dije perpleja.
-Me mataron ellos, sí, pero fue porque no pagué lo que les debía. Les debía dinero y me negué a dárselo. Me lo gané.
-N-no digas eso, Santi. N-no te ganaste nada.
-Tenían que hacerlo. Sabía a qué me atenía, Nat. Sabía que esto pasaría.
-Santi... T-te echo muchísimo de menos... Odio no haberlo evitado. La odio.
-No mientas, Nat, te he visto mirarla.
Hubo un silencio mientras alzaba mi mirada hacia él, gritando un lo siento desgarrador. Yo no quería quererla.
-Nos volveremos a ver, ¿vale? Pero ahora vuelve y lucha. Por favor. Por mí.
Noté cómo sus brazos me abrazaban más fuerte, achuchándome entre ellos. Cerré los ojos y suspiré apoyándome de nuevo en su pecho, notando cómo me decía un "Te quiero muchísimo" al oído, quitándome un peso enorme de encima. Sentía que necesitaba esa despedida, sentía que necesitaba ese último adiós y esa forma de recargarme la energía; y a día de hoy se lo agradezco aún.
Gracias por aquella despedida, Santi. Yo también te quiero muchísimo.Un líquido más bien helado me quebró aquella paz, haciendo que abriese los ojos con fuerza intentando coger aire de nuevo. El agua caía por mi cabeza y un dolor corporal bastante intenso hizo que soltara un quejido de dolor volviendo a entrecerrar los ojos.
Noté cómo una gran mano áspera invadía casi toda mi mandíbula, tirando de mi cabeza hacia arriba para que abriese los ojos y mirase a la persona que me tenía allí. Solté un quejido ahogado y abrí los ojos, viendo a un hombre con una barba morena (si esque se le podía llamar barba) y unas facciones bastante marcadas, los ojos más bien hundidos y profundos.-Hombre... Ya ha despertado la bella durmiente. Buenos días preciosa. Parece que mis compañeros te dejaron bastante tocada. -Soltó mi cara lentamente, separándose de mí y andando en círculos por la habitación, rodeándome constantemente- Ay, es verdad, no me he presentado. Soy Miki, la mano derecha de Alba, la dueña de la casa en la que te colaste.
-No me colé, estaba con ell- Me cortó chistándome, poniéndose delante mía.
-Sht sht sht. Silencio. Aquí quien habla soy yo. Tú no me importas lo más mínimo. Si por mí fuera estarías en un cubo de basura hecha cachitos. Pero Alba no me ha dejado. Qué tonta, se habrá enamorado de ti.
-Que te jodan- Escupí a sus pies casi sin fuerza, manchando sus zapatos de sangre y saliva.
-¡Ahg! Qué asco, Dios. Nos ha salido la niñita salvaje, eh.
Sonó la puerta haciendo que los dos lleváramos nuestra vista a ella; viendo cómo Alba entraba con una revólver en la parte derecha de su cadera, sujeta a ella con un cinturón negro.
-Me ocupo yo Miki, vete.
-Me has dicho que entrase yo. Déjame terminar.
-Te he dicho que te vayas.
-Dame dos minutos, me ha escupido y no se va a ir de rositas.
-Ni se te ocurra, Miki. Vete.
Miki suspiró, haciendo el amago de ir hacia la puerta; pero se dio la vuelta de nuevo, cogiendo carrerilla hasta mi silla, dándome un golpe con su mano cerrada en el estómago, dejándome sin respiranción y haciendo que bajase la cabeza, soltando un jadeo que se llevaba todo el aire que había en mis pulmones. Oí un pequeño grito de sorpresa y unos pequeños pasos acercarse a mí con velocidad, mientras que él salía por la puerta frotándose los nudillos de la mano con la que me había golpeado.
-¡¿Estás bien?! ¿Te ha hecho daño?
-N-no, estoy bien.
-¿La heridas de antes tampoco te duelen?
-S-sí, me dieron una paliza; claro que me duelen Alba- Dije con voz molesta.
-L-lo siento... Y-yo... Intenté pararlos...- Su voz se apagó, comparándose con cómo hablaba a Miki hacía apenas 2 minutos. Parecía totalmente abatida.
-Tranquila, no pasa nada. Me duele poco. Siento haber sido tan borde Albi...
-No. Lo sé, te tiene que doler sí o sí. Te voy a sacar de aquí, pero necesito que me ayudes.
La miré a los ojos y enseguida supe que me pedía perdón por todo aquello. Por llevar esa vida. Por ser esa asesina tan buscada. Me pedía que la ayudase, que ella no quería eso; que la sacase de ahí.
Y por un momento quise hacerlo, quise escaparme de allí con ella; quería que hiciésemos todas esas ñoñerías que hacen en las películas, quería llevármela al caribe y quería besarla; quería que hiciésemos el amor en las playas de allí y quería huir agarrada a su mano.
No me había dado cuenta que en mi vida había un hueco hasta que la conocí. Ella era el relleno a ese vacío infinito que había en mi vida, ella me hacía llegar a la felicidad.Asentí lentamente en silencio, mirando directamente a sus ojos. Ella bajó su mirada avergonzada, sonriendo levemente. Sacudió su cabeza y yo sonreí levemente, mirando cómo desataba mis manos.
-Alba... ¿Cómo vamos a salir de aquí?
-----------
Os dejo matarme, PERDÓN POR TARDAR TANTO esque estaba super bloqueadísima y no sabía qué hacer.He terminado este ahora, y voy a aprovechar para seguir con otros dos o tres y así os prometo que habrá más de seguido por lo menos esta semana.
Os quiero muchísimo, perdón por tardar de verdad :(
Fx~
![](https://img.wattpad.com/cover/181273630-288-k478878.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Uɴ ᴅɪsᴘᴀʀᴏ ᴀʟ ᴄᴏʀᴀᴢᴏ́ɴ || Albalia.
أدب الهواة-Alba Reche, ese es su apodo -hizo una pausa antes de seguir hablando, aclarándose la garganta- ¿Sabes de quién estamos hablando? -Sí, de una de las asesinas y narcotraficantes más peligrosas de toda Europa. ¿Verdad? - sus ojos desprendían estupefac...