III

2.1K 165 51
                                    

26-09-19.

Me separé bruscamente al darme cuenta de lo que estaba haciendo y no te miré en el tiempo que lo hacía, ni cuando me llevé a la boca la cerveza fría que habías pedido para mí.

-Guau, qué rapidez, nunca había ligado tan rápido- Dijiste con una sonrisita juguetona y tus grandes ojos fijados en mí.

-No te equivoques, rubita. Conmigo no has ligado. Sólo me han dado ganas y como no te has apartado lo he hecho. Sin más- Dije girándome un poco para mirarte directamente a los ojos.

-Yo no voy besando a la gente por la calle si me apetece.

-Eres tú quien me ha entrado. No haberme invitado a una cerveza y yo no habría tenido ganas de besarte.

-¿Es por la cerveza ahora por lo que me has besado?

-No me malinterpretes, tú me has invitado a algo, querías ligar conmigo y al verte me han dado ganas de besarte. Ya está. Yo también me beso con mis amigos y no es que hayamos ligado.

-Si tú lo dices...- Sonreías divertida y, antes de coger tu bebida, te acercaste a mi oído, haciendo que volviese a notar ese intenso escalofrío y unas leves cosquillitas en el cuello.

-Besas muy bien... ¿Vas a venir a que te enseñe Madrid o no?- Tu puta voz rasgada y susurrada me hizo emitir un ronco sonido, lo que provocó que rápidamente me tapase la boca.

No me había dado cuenta aún que estaba tratando con la asesina de mi hermano, y fue en el momento en el que te miré cuando me di cuenta. Me estabas utilizando. Seguro que querías llevarme a tu terreno para hacer lo que quisieses conmigo como lo hiciste con él y con Marta.

-Vale, voy contigo- Dije con un tono poco decidido, mientras me tensaba al pensar que podrías saber que era policía. Me rocé el lado izquierdo de la cintura para asegurarme de que mi arma seguía allí y que no la habías visto.

-Perfecto, vamos entonces.

---------------------------

26-09-19.

00:27

Tras un largo paseo lleno de tensión e incomodidad, ya que estaba demasiado tensa y no te miraba para evitar volver a perderme en tus ojos, llegamos al Retiro. Nuestro parque favorito Alba.

Estábamos en la puerta, mirando la entrada iluminada únicamente por pequeñas farolas que alumbraban más bien poco; e incluso algunas estaban fundidas o parpadeando.

Tú, sin previo aviso, me cogiste de la mano lentamente y tiraste de mí hacia dentro, haciendo que te siguiese no sin antes casi tropezarme. Si esque era una torpe Albi.

-Vamos, a ver si me pillasss- Tu voz se volvió infantil, y mis ojos volvieron a conectar con los tuyos. 

¿Adivinas?

Sí, me volví a perder. Pero me perdí de forma diferente, me perdí sabiendo que me perdería y no hice nada por negarme. En tí había algo diferente. Algo que me chocaba. Algo que me perdía.

Salí corriendo detrás de ti mientras tú te reías, perdiendo la fuerza de tu velocidad y cuando llegué a tu altura agarré tu cintura por detrás, haciendo que pegases un pequeño saltito aún sin dejar de reirte. Sonreí contigo. Te diste la vuelta sin quitar mis manos de tu cintura. Quedamos totalmente pegadas. Subiste tus manos a mis hombros pasándolas por mis clavículas, sin apartar la mirada de mí.

-Me has pillado.

Sonreí sin quitar la mirada de tus ojos, sus putos ojos color miel. Joder Alba. Hasta por la noche tenían esa cosilla especial.

-Eso parece, rubita. ¿Te pensabas que no te pillaría?- Dije con una pequeña sonrisa de lado.

-No me habrías pillado si no me hubiese entrado la risa tonta mientras corría. Tonta, soy más astuta que tú.

Como una idiota, me acerqué a tu boca sonriendo levemente. Subiste tus manos lentamente por los laterales de mi cuello mientras tus labios y los mios se rozaban. Me quedé totalmente seria al ver que tenías los labios entreabiertos, acercándome un poco más a tus labios.

-Eres muy guapa, peque.

Y te besé. Otra vez había caido en la trampa. Otra vez me habían atrapado tus labios y yo me dejé atrapar. Qué idiota. ¿En qué momento dejé que esto pasara? Vaya imbécil soy Alba.

Cojiste mi cuello acercándome más a ti. Yo apreté mis manos en tu cintura, llevando el beso a uno más salvaje y húmedo. Tu lengua atrapaba mi boca con unas ganas insaciables y yo buscaba más muy angustiada. Quería que me mordieses los labios y me buscaras, me desnudaras y mordieses cada parte de mi cuerpo.

Empecé a notar cómo andabas hacia delante llevándome de espaldas a algún lugar; yo, por mi parte, seguí buscando tu boca y me dejaba hacer.

No sé cuánto tiempo estuviste tirando de mí pero sé que en algún momento acabamos en el capó de tu coche negro mate, yo sentada y tú casi encima de mí. Dejé por un momento de pensar en el por qué estaba allí, por qué te conocía y en el caso. En el asesinato de Joan y en la muerte de mi hermano. Dejé de pensar en mi vida para centrarme en ti, en Alba Reche. Pero cuando volví a la realidad fue demasiado tarde.

Habías visto la pistola.

-¿Y esto?- Dijiste, apartándote un poco de mí sin apartar la vista de ella. Parecía que tenías miedo.

-Un arma.

-Ya lo veo, hasta ahí llego, no soy tonta Natalia. ¿Eres poli?

-No.

-¿Entonces?

-No te puedo decir lo que soy, pero policía no. Los maderos son lo peor que he visto nunca. Por unos chicles que robes ya se te han subido siete a la chepa y ya te están inmovilizando.

-Chica misteriosa, eh...- Sonreíste. Me habías creído. Te habías tragado mi mentira. Lo siento por mentirte Alba.

Ni yo supe cómo lo dije tan decidida. Y no estaba especialmente orgullosa de ello. Las mentiras no suelen durar demasiado, y como tu me pillaras tenía la tumba ya hecha.

Sin hacer más preguntas te volviste a lanzar a mis labios con dureza, desatando mi cinturón de policía con fuerza mientras atendías la necesidad de mi boca.

Fui a desatar tu camisa de flores cuando me paraste las manos con fuerza, dejando de besarme y bajando un poco tu postura de encima mía, quedandote totalmente tensa.

-Eso no, Natalia- ¿Por qué? ¿Tengo las manos frías?
Lo dijiste con un tono serio, al igual que tu expresión. Tus ojos, dilatados por la excitación mostraron un oscuro fondo del que ya no me acordaba. Me asusté un poco y rápidamente quité las manos del botón que tenía en las manos, temblando.

-No se me puede quitar la camisa. Ni tú ni nadie. ¿Entendido?

-S-sí... Entendido- Joder, qué pequeña me sentía a tu lado.

Quitaste las manos de mis hombros y te las subiste al cuello de la camisa para colocarte el botón de nuevo, atado.

-Creo que deberías irte- Tu tono seco y tajante me provocò pinchazos en el pecho. Joder, con lo que te deseaba y me dejaste así.

-S-si... mejor me v-voy- Tartamudeaba con miedo, mis manos temblaban y mis piernas flaqueaban. Casi me caigo al suelo. Qué idiota me sentí.

Sin esperar nada más de ti, me di la vuelta y me fui hacia la dirección que me llevaba a casa.
Qué suerte la mía que tras perderte de vista del todo empezó una lluvia torrencial encima de mi cabeza, haciéndome llegar a casa totalmente empapada.
Me quité las zapatillas maldiciéndome a mí misma y me desnudé totalmente destemplada, tiritando. Me puse el pijama y me senté en el sofá, poniendo la televisión. No sé qué puse en ella porque quedé totalmente dormida pensando en ti.

¿Por qué no podía desatarte la camisa? Tú ibas a desatar la mía. ¿Qué escondías ahí debajo, Reche?

Uɴ ᴅɪsᴘᴀʀᴏ ᴀʟ ᴄᴏʀᴀᴢᴏ́ɴ || Albalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora