VI

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Había aceptado quedarme en su casa a la noche. Llamé a Marta y la dije que no iría a casa, que estaba bien y que se quedase en mi casa. Alba me había dejado un pantalón ancho gris de pijama que me quedaba algo grande y en la parte de arriba sólo tenía puesta una camiseta de tirantes negra con un top deportivo que ya traía puesto.
Buscaba el baño aún perdida en la gran casa que tenía esa persona tan pequeña. Se notaba que movía mucha pasta y me daban escalofríos de pensar que fuese por gente dependiente de algo que los está matando.

-¿Estás perdida, guapa?- Escuché su voz tras de mí y después una cabeza apoyarse en mi espalda y unas manos rodearme el torso, sonreí levemente y suspiré.

-Un poco perdida sí estoy, tu casa es enorme- Noté su sonrisa en mi espalda.

-No es tan grande cuando te acostumbras, y cuanto que vengas dos veces ya vas a saber cómo va toda la casa.

-¿De qué trabajas para tener esta cacho de casa?- Decidí indagar en ella para ver qué podía sacar de la investigación.

-Soy asesina en serie y narcotraficante.

Me quedé helada en el sitio. ¿Era en serio que me lo había dicho sin más y que no se cortó nada por decírmelo?. No sabía qué hacer, qué decir. ¿Debía salir corriendo? Se me atravesó la saliva y empecé a toser con fuerza temblando.

-Oye, que era broma tonta, es de la herencia de mi padre, no te preocupes- Su risa inundó todo el pasillo en el que estábamos.

-Qué sus-susto joder, Alba- Dije calmándome un poco, aunque sabía que había muchísima verdad en esa "mentira".

-Mira, el baño es la última de este pasillo a la derecha, si necesitas algo pega un grito.

-Vale, gracias Albi.

-¿Qué?- Dijo mirandome extrañada.

-Que gracias

-¿Cómo me habías llamado?

-A-Albi...

-Ah...

-S-si te molesta y-yo no te llamo m- Me interrumpió antes de terminar la frase.

-No, está bien, me gusta, pero no suelen ponerme apodos, por eso me extrañaba.

-Ah, bueno, si quieres no lo hag-.

-De verdad, está bien, no pasa nada. Anda, ve al baño, voy a hacer la cena.

Sin que esperase respuesta, giró sobre sus talones y siguió su camino por el largo pasillo, dejándome sola.

Seguí sus instrucciones y llegué al baño, abrí la puerta y al terminar e ir a lavarme las manos, Alba abrió la puerta con fuerza, haciendo que me girase y viese su rostro totalmente desencajado.
La miré extrañada pero no me dio tiempo a decir nada porque me hizo un gesto de silencio y otro de porfavor siguiéndolo, haciendo que me mantuviese en silencio; y posteriormente cerró la puerta y oí cómo me cerraba desde fuera con llave.
Miré la puerta acercándome a dar un par de golpes. Al ver que nadie me respondía golpeé mas fuerte; se me había olvidado que era una asesina.
Estaba encerrada en el baño de la casa de una asesina.

Empecé a agobiarme mucho y a respirar entrecortadamente; a pesar de que la casa era enorme, el baño era más bien pequeño, y al estar allí encerrada se me hacía más pequeño aún. Busqué mi móvil en los bolsillos de mi pantalón con nerviosismo. No estaba, me lo había dejado en el salón.
Mierda.
No podía llamar a Marta y que me ayudase, y no podía tirar la puerta ya que era demasiado fuerte, y encima Alba me había pedido silencio, tal vez había alguien fuera que me mataría sin pestañear nada más verme aparecer.

Tenía que hacer algo, pero estaba teniendo un ataque de ansiedad, no podía estar más tiempo encerrada, me iba a morir allí dentro.
Intenté tirar la puerta e intenté gritar, pero no tenía fuerza para ninguna de las dos, y al final caí al suelo volviéndose todo a mi alrededor negro.

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18-05-14.

Me acababan de llamar de comisaría, hoy me daban el día libre, algo extraño en mi jefe, ya que siempre que podía me daba horas extra y me tenía allí todo el tiempo posible, ya que, según él, era la que más se implicaba.

Decidí ir, ya que no tenía nada que hacer y quería despistarme un poco de estar en casa con Mikel, que llevaba una semana super pesado y distante.

Al llegar vi cómo estaban en una investigación nueva, así que entré y todo el equipo se giró hacia mí tapando unos documentos, y Marta salió corriendo hacia la pizarra, tapándola.

-Buenas jefe- Saludé e hice un gesto al resto del equipo asintiendo con la cabeza.

-Lacunza, ¿qué haces aquí? Te dije que te quedases en casa.

-He venido a trabajar, necesito despejarme y aquí es el único lugar donde puedo hacerlo. ¿Qué caso tenemos ahora?

-No puedes estar aquí, Lacunza. Vete a casa.

-¿Qué?- Dije incrédula.

-Que te vayas a casa.

-¿
Pero, ¿por qué? Quiero trabajar, jefe.

-No puedes estar en este caso.

-Anda, déjame ver, tampoco será tan complicado- Aparté a Marta de la pizarra para ver las fotos que tenían allí colgadas, viéndole a él.

Santi. Mi hermano era el que estaba allí tirado con tres heridas de bala y un charco de sangre a su alrededor.
Noté cómo a cámara lenta Marta tiraba de mí hacia atrás para alejarme de esas fotos, pero ni me movió, soltándome.
No podía ser verdad, mi hermano era la persona más buena de este planeta, no podía ser él quien estaba allí tirado.
Noté las manos de mi jefe tirar de mí para que me diese la vuelta, pero me solté de sus agarres cogiendo la foto entre mis manos y notando cómo las lágrimas caían por mis mejillas descontroladas.

"Santiago Lacunza"

Miré de nuevo a la pizarra, viendo cómo, antes de que me sacasen de allí a la fuerza, leí un nombre. Alba Martínez Reche.

Uɴ ᴅɪsᴘᴀʀᴏ ᴀʟ ᴄᴏʀᴀᴢᴏ́ɴ || Albalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora