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La noche había caído ya.

Ambos se encontraban en descansando en un pent-house —porque, si es un apocalipsis zombie, puedes descansar donde tú quieras siempre y cuando sea seguro, ¿no?—. Aunque el pent-house estaba bastante desordenado; cadáveres, sangre, muebles por aquí y por allá. Pero no les importaba en lo absoluto, lo único que querían era descansar, al menos el mexicano. Alejandro quería comer, hablar y dormir.

—Entonces...

—Uh? —Alfred voltea verlo, dejando de lado la cama que preparaba para que pudieran dormir. Al menos para que el mexicano pudiera dormir.

—Cállate, intento hacer un tema de conversación, chingada madre. —suspiró, seguido desvió su mirada cruzó sus brazos— Olvidando esto último-- ¿Tuviste un grupo o estuviste vagando?, porque te veías bien pinche solo que hasta tenías cara de amargado.

—I had a group —Alfred entrecerró los ojos, como si estuviera recordando algo—. But... I left the group.

—¿Por qué?. —Preguntó curioso el contrario.

—Because they realized that I was a zombie—

Recordó cuando fue infectado.

Estaba con la mirada perdida en el cielo, sintiendo muchas emociones al unísono: dolor, furia, confusión, tristeza... Sentía muchas mordidas en su piel, las cuales ardían como el carajo; se comían sus órganos... Su ojo... Uno de los cristales de sus lentes se rompió, mientras que otro se agrieto. Y entonces recordó a Alejandro, todo lo malo que le hizo, lo mucho que le hizo sufrir, etcétera.

Y finalmente 'murió'.

Y al despertar, en plena madrugada, estaba como antes. O más o menos. Su piel estaba extremadamente pálida, tenía sangre en su ropa — la cual era seguramente de él—, su cabello estaba despeinado, no tenía un ojo. Caminó lentamente a donde se encontraba su grupo, perdido en lo que quedaban de sus pensamientos, los zombies le pasaban de largo. Al llegar lo atendieron; Yao y Ucrania le hicieron de médicos, Arthur y Francis le trajeron ropa limpia, y después lo dejaron descansar.

Por unos meses su vida fue relativamente normal; hasta que pronto ellos comenzaron a sospechar. Los zombies lo ignoraban, pasaban de lado; sus cicatrices con suerte y sanaban; ya ni siquiera comía, no le veía el caso a comer si estaba muerto después de todo. Y finalmente un día salió la verdad a flote, y lo echaron del grupo a punta de armas de fuego «pistolas, escopetas, etcétera».

—Nada en especial... —volvió su vista a lo que hacía y continuó— What about you?.

Fue entonces que Alfred tuvo que soportar una verborrea de aproximadamente una hora sobre los primos del mexicano, y de lo "culeros" que habían sido con él —con mínimas excepciones—, provocando que se separara de ellos y tomara su propio camino, aunque a raíz de eso no le había ido tan bien, "de la chingada", palabras del mexicano.

(•••)

Alejandro dormía plácidamente acaparando toda la cobija y todas las almohadas. Alfred estaba hincado reposando sus brazos en la cama, y reposando en ellos su cabeza; lo miraba felizmente notando cada parte de él —lo mejor que podía— y tenía una sonrisa boba, como la de los enamorados a ver a sus 'crush'. Estaba realmente feliz.

Nadie se iba a interponer entre él y Alejandro.

Nadie.

Y con esto del apocalipsis zombie iba a ser pan comido conquistarlo con su encanto de héroe y sin nadie interponiéndose de por medio.

Oh, que equivocado estaba.

(•••)

Alfred y Alejandro estaban en un Walmart, buscando un poco de comida para el mexicano, ya que aparentemente y por palabras del mismo, no había comido en quién-sabe-cuantos-días.

Para sentirse como si estuvieran en un día normal, el norteamericano había tomado un carrito de compras, y el mexicano iba poniendo la comida —que con pura suerte— aún no caducaba. Esto ayudaba a los dos a sentirse relajados, mayormente el moreno de cabellos azabaches.

Pasando por la sección de licorería, observaron a lo lejos como una figura alta y robusta se movía a otro pasillo.

—Hay no mames, pinche zombie alto y robusto... —murmuró el mexicano— Gordito, nos chingamos, no tengo balas y tú estás demasiado güey como para haber traído un arma.

—Don't worry Alex! The hero will protect you!. —respondió murmurando emocionado, alzando el puño y sonriendo ampliamente con su mano en su cintura; solo se faltó la capa y el viento.

Dejaron de lado el carrito, acercándose silenciosamente a lo que creían que era un zombie.

Sin saber como proceder, Alfred tomó lo primero que tuvo a la mano: una botella de vino. ¿Cuál era el plan o qué planeaba hacer con la botella?, fácil, lanzarle la botella a la cabeza al 'zombie' y lo demás se lo dejaba a la suerte. La cual siempre estaba del lado de los buenos, y él era bueno, ¿no?.

Al intentarlo, la botella fue detenida por una bufanda.

Alfred se quedó en blanco aún con su tonta sonrisa, y Alejandro, que veía expectante la situación, también se quedó en blanco, pero con una mueca de amargura.

El "zombie" se volteó, dejando caer la botella de vino haciendo que su contenido se esparciera por todos lados; su sonrisa y sus ojos hacían que se viera infantil, pero el aura morada y la frase que la acompañó «El que me haya lanzado esa botella se va a quedar sin mano y le meteré una botella similar por donde le quepa, ufufu~» hizo que se arruinara ese toque infantil, aún con esa irónica voz de niño.

—Iván?. —el mencionado volteó a donde lo llamaron, lo observaba sonrientemente, aunque confundido.

—Alfred?. —preguntó, volteando la cabeza.

—¿Iván?. —ahora el mexicano preguntó, asomando su cabeza al igual que Alfred.

—Aleksandr?. —miró a donde estaba el mexicano.

—Fucking russian—

Pensó Alfred, acercándose al mismo en contra de su voluntad, obligado por el azabache.

〘The zombie song ┆UsamexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora