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❝Double barrel shotgun
Taking out the slow ones
Then you'd see the passion burning in my eye
And I'd keep my head❞

—¡Ah!.

Alejandro había soltado un grito para nada varonil.

Su prima, Catalina, había sido convertida en un zombie.

Y los zombies en ese momento eran rápidos, inteligentes y agresivos, por lo cual fue fácil para la ahora colombiana-zombie agarrarlo desprevenido.

Él estaba en el suelo, su pie en el estómago de la otra y sus manos en sus hombros para intentar alejarla de él, sin embargo, si ella era fuerte cuando estaba viva, ahora —y en contra de su lógica— se había vuelto el doble de fuerte, por lo que le costaba trabajo mantenerla a raya.

De la boca de ella salía sangre que salpicaba su ropa y parte de su cara; con sus dos manos quería hacerle un daño menor pero doloroso para que la soltara y ella se lo pudiera comer.

—Ay, Ay, Virgencita sálvame de esta, juro portarme bien y ahora sí te voy a rezar, perdona mi alma pecadora—

Cerró los ojos con fuerza y se preparó para ser comido vivo, deseando que un milagro —o Alfred— lo volviera a salvar.

Y, como si la suerte estuviese de su lado en todo momento, escuchó que recogían algo del suelo y recargaban un arma —misterio resuelto—, seguido de eso escuchó un disparo.

Observa que la Catalina-zombie pierde súbitamente la fuerza tras recibir un disparo directo en la cabeza, pero sorprendentemente seguía "viva" —o al menos continuaba moviéndose, dificultosamente; como si estuviera al borde de morir definitivamente, pero seguía moviéndose—.

Otro disparo se escuchó, matando o rematando a quien solía ser representación de Colombia.

El moreno la apartó de él y luego se paró, viendo en la dirección de donde habían salido los dos disparos.

Ahí se encontraba Alfred, su héroe, el que aparecía cuando lo necesitaba.

Se paró; ambos se acercaron al otro.

—Are you okey Alex?. —preguntó preocupado.

—Gracias, Alfred.

Sin previo aviso el rubio fue abrazado por el otro, escuchando los múltiples gracias que le daba «Gracias, Alfredo», «Gracias por estar ahí cuando lo necesito», «Gracias por salvarme», «Gracias por ser mi héroe».

—Don't give me the thanks. —dijo— Yo te debería dar las gracias a ti por darle el color a mi vida...

—¿Eh?.

—Nothing... I think we should get out of this building, it's danguerous for you... For us.

(•••)

Ellos tienen la buena —o mala— suerte de que se han vuelto a encontrar con el grupo después de salir —escapar— de aquél edificio lleno de aquellos desagradables zombies, cortesía de Alfred.

Sí, Alfred era un experto en meterse a un lugar y destruir todo lo que, con esfuerzos, había creado; desde la estabilidad del lugar hasta llegar a matar "personas" solo por lograr su objetivo.

Si antes los sobrevivientes del grupo después del incidente con la comunidad se habían reducido drásticamente, hasta llegar al punto de dar pena, ahora al ver a quienes quedaban con vida... Simplemente darían ganas de llorar.

Entre los que quedaban en pie se destacaban dos; Iván Braginski y Natalia Arlovskaya.

¿Por qué? Porque de ellos tres, de esa familia de tres hermanos que entró al edificio: Yekaterina, la mayor, Iván el hermano de en medio y Natalia la menor, solo habían regresado vivos al grupo dos de ellos —dichos anteriormente—.

Y Alfred no podía estar más encantado con la vista que tenía. El ruso se encontraba llorando: ojos llorosos de los cuales salían lágrimas que parecían que nunca pararían; una nariz roja que le dificultaba respirar; una boca que formaba una mueca de dolor, mucho dolor —lo cual era la cereza del pastel, según Alfred—.

—Hey, grandote. —le llamó Alejandro.

Iván miró abajo, chocando sus ojos violetas con los del contrario. Le dio una pequeña sonrisa y luego le dijo «S--Sigues a--aquí... Que--Que alegría, д--да».

Aunque esa sonrisa no le duró mucho.

Recibió un tímido abrazo de parte del moreno; le correspondió casi de inmediato y se agachó un poco para intentar ocultar su cara, refugiándose en el cuello de Alejandro.

Y Natalia, que aunque quisiera hacer algo al respecto —algo violento, sin duda alguna— para separar ambos, su corazón y parte de su razón no se lo podrían permitir; su hermano necesitaba de un consuelo ajeno, y nadie mejor que el de cabellos azabaches para que se lo diera. «Si Nii-san es feliz, yo también lo seré», se dijo. Obvio que en esos momentos no se aplicaba debido a la pérdida de su hermana mayor.

—What the--

Alfred miró asombrado —y enojado— la escena que se daba frente a su único ojo.

Aquello le quitaba lo divertido a todo; no era divertido ver como la persona que amas se va y abrazar a la persona que odias, no era divertido ver como Iván parecía comenzar a tranquilizarse, no era divertido ver como Alejandro se separaba del abrazo que el había iniciado únicamente para proceder a limpiar las lágrimas del rubio albino mientras le decía palabras de consuelo como «Ya, ya, grandote, todo va a terminar bien. Siempre es así para las personas que son buenas.» o «Si me necesitas, no dudes en llamarme» y más cosas similares.

(•••)

Bien, ese día no era el mejor para Alfred.

Sí, salvó a Alejandro y recibió un abrazo junto con varios agradecimientos a su persona, pero comparado con lo demás, eso no era nada —a su punto de vista—.

La primer cosa mala fue cuando Alejandro abrazó y consoló a su rival, Iván. La segunda cosa mala fue cuando lo acusaron a él de tener la culpa de todo lo que pasó en el edificio —que aunque era verdad, nunca lo admitiría y se haría la víctima—. La tercera cosa mala fue que le quitaron todas sus armas y le amarraron las manos por la espalda —cortesía del argentino—, para evitar que otra cosa como la del edificio volviera a suceder. Y la cuarta cosa mala que le sucedió era tener que estar sonriendo falsamente mientras escucha como el español está hablando de quien-sabe-qué cosas a él y al mexicano.

Sí, definitivamente ese no era su día de suerte.

No los merezco <3

〘The zombie song ┆UsamexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora