〘The zombie song ┆Usamex

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Habían pasado ya tres días desde lo de la comunidad. El ambiente entre los que sobrevivieron era tenso y deprimente, ya que algunos tuvieron que acabar con sus amigos y demás seres queridos tras haber sido mordidos o similar.

—I hate you, bitch. —murmuró sonriente el estadounidense.

—Да, yo también te odio Альфреда. —respondió el ruso devolviéndole la sonrisa.

Ante la vista de los demás, parecía que estaban hablando amigablemente, a pesar de sus diferencias en el pasado y lo recientemente ocurrido.

Y por supuesto que eso estaba muy alejado de la realidad, ya que ellos dos se traían ganas de matar al otro.

Mientras, el de cabellos azabache estaba con su ex tutor —Antonio— y con un amigo de este, Francis. Obvio esto era desconocido para el estadounidense, ya que si lo supiera la situación sería otra.

Antonio estaba hablando de no-sé-qué para aligerar el ambiente tenso que había en el grupo, o al menos entre ellos tres; no sabía que lo estaban ignorando y que uno de sus amigos estaba acosando a quien consideraba su hijo; Francis no dejaba de preguntarle cosas incómodas a Alejandro, claro que el mexicano solo le contestaba «Ya deja de andarme chingado, puta madre».

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El mediodía estaba llegando, y el grupo se había detenido para organizarse.

Establecieron que necesitaban comida, aunque sea unas miserables bayas; para eso el azabache se ofreció, y seguido de que se ofreciera el rubio de un solo ojo lo hizo. Otros también se ofrecieron, pero al final quienes terminaron siendo elegidos fueron el francés y el mexicano.

Otras cosas que establecieron fueron la seguridad y el dónde dormirían, ya que los zombies eran cada vez más peligrosos para ellos. Más tarde lo resolverían.

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Con la tarea para la que se ofrecieron, el francés y el mexicano se adentraron al bosque por el que habían estado caminando desde el 'incidente'. Estaban recolectando bayas o cualquier otra cosa que fuera comestible con unas canastas improvisadas que habían hecho las primas del mexicano, Catalina por ejemplo.

Alfred no se quedaba atrás; tras esperar un minuto a que ellos se fueran comenzó a seguirlos, acompañado del bate que se mencionó anteriormente.

Los seguía a una distancia decente, para evitar que lo notaran, y era cuidadoso en donde pisaba para evitar hacer ruido alguno; nada de esto funcionó, el francés lo había notado quien-sabe-como.

A petición de Francis, ellos fueron caminando más rápido y desviándose por algunos caminos, perdiéndose lentamente dentro del bosque y alejándose peligrosamente del grupo, haciendo que Alfred les perdiera la pista a ellos y al camino de regreso.

Ahí fue cuando se comenzó a alterar; juró que cuando los encontrara a ambos, iba a matar al francés, sin importarle si Alejandro estaba ahí o no.

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Alejandro quería terminar rápido con eso y volver con Alfred o con alguien más que no le resultara incómodo, ya que de reojo veía que Francis no dejaba de verle el trasero.

El ambiente entre ellos dos era tenso, al menos por su parte. El otro ignoraba eso, él tenía un plan en mente.

—Mon Amour, ven, quiero que enseñarte algo.

El tono que el francés usó le dio escalofríos, por lo que antes de acercarse lo único que le dijo «Solo te pido que no empieces de joto por favor».