Seiya el purpurito valiente.

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¿Por qué nunca puedo decir que no a un desafió?
Seiya meditó la pregunta mientras contemplaba al corpulento, monstruo de dos metros y medio, con él que había aceptado pelear. Claro, él ganaría una cantidad repugnante de créditos una vez que diera una paliza a la bestia, no es que realmente necesitara más, sus cuentas de créditos, tanto las legales como las que no, contenían fondos más que suficientes para varias vidas. En cuanto a su reputación, no necesitaba un impulso en forma de conquista trivial, dado que la única otra persona en la galaxia que se acercaba a sus habilidades era su hermano. El idiota.
Así que ¿por qué exactamente Seiya había aceptado, aparte de por puro aburrimiento, luchar contra esos cuatro colmillos, esa máquina de matar con garras afiladas, respirando pesadamente al otro lado de la jaula?. Ah, sí, porque sus malditos primos Taiki y Yaten lo retaron. El par de grandes y corpulentos idiotas le incitaron a ello declarando que nada podía vencer a un macho Lxroakian en un encuentro de fuerza, salvo Darien por supuesto, el hermano mayor del condenado Seiya. Y con esa provocación—junto con varios tragos de alcohol Qergon que se había bebido—ellos no le dejaron otra opción.
Quiero decir, ¿qué hace un hombre cuando su fuerza y astucia es cuestionada?. Ganar, por supuesto.
Seiya se quitó la camisa, estiró los brazos y empezó con una serie de ejercicios para calentar los músculos de su cuerpo. Un chorro de líquido sobre su espalda le hizo girarse gruñendo, sólo para encontrarse con los rostros sonrientes de sus primos.
-" ¿Qué mierda haces? " Gritó.
-" Engrasandote, por supuesto " Taiki anunció.-" Esto hará que sea más difícil para el Lxroakian agarrarte y aplastarte en un carnoso, lio gelatinoso. "
-"Y eso hará que tus músculos luzcan bien para las mujeres en la multitud", añadió con Taiki con un levantamiento de las cejas.
Seiya contó hasta diez en un intento de controlar su carácter, perdió al llegar a cuatro y dio un puñetazo a Yaten en la cara. No tumbó a su primo, pero limpió la sonrisa de su rostro.
-"Guárdalo para la pelea", le amonestó Yaten.-"Tengo un montón de créditos cabalgando.
La mirada de Seiya se agudizó y sus dos primos se echan a reír. -" No es gracioso, " logró decir entre dientes Seiya.- " Sin embargo, loco, estúpido y suicida, me vienen a la mente. "
-" Valiente, increíble y propagación de apuestas son las que yo iba a decir "
Seiya rodó los ojos. Sus malditos primos nunca se tomaban en serio ni una maldita cosa. Eso es lo que los hacia tan divertidos e idiotas- "Cuando sobreviva a esto, voy a patear vuestros culos morados a la próxima galaxia. "
-" Si sobrevives, espero con interés lo mismo" replico Yaten antes de salir de la caja jaula.
Tras un ruido, las aberturas a ambos lados se cerraron de golpe y Seiya obtuvo una visión estrecha de su oponente.
Era feo y mucho más grande de lo esperado, Seiya mantuvo los ojos fijos en la bestia, en busca de cualquier signo de debilidad. El altavoz emitió un grito estático y la multitud se agitó.
-"En esa esquina, con un peso de ciento cincuenta meteoritos galácticos, K'illor, el invencible macho Lxroakian y campeón de la jaula. "
¿Invencible? Seiya gruñó al pensar en el daño que le iba a infligir a sus primos cuando ganara.
-"En la otra esquina, nuestro rival, con un peso insignificante de cuarenta y nueve meteoritos, Seiya Chiba, azote de la galaxia y guerrero de primera categoría en Aressotle."
Bueno, al menos el aliens al cargo había conseguido su nombre. Una vez que ganara, probablemente obtendrían una avalancha de nuevos contratos— tanto de los reales que requerirían de su habilidad actual, como de los que sólo requerirían reuniones cara a cara con mujeres curiosas que querrían ver si el azote de la galaxia podía rastrealas.
Con un grito de :- "¡Que el luchador más digno sobreviva!", la batalla empezó.
Midiendo a su oponente, Seiya se posó sobre las puntas de sus pies, para observar cómo el Lxroakian se movía. No le tranquilizaba ni un poquito que el suelo de la jaula vibrara con cada paso de su oponente. Ciento cincuenta meteoritos galácticos, ¡mi culo purpura!. Usando la su creciente irritación con sus primos para alimentar su adrenalina, Seiya esquivó con facilidad el primer y segundo puñetazo. Golpeó y la piel de sus nudillos se rasgó al impactar con la dura piel de su enemigo.
¡Joder!. Los puñetazos no le serian útiles. Tampoco la fuerza bruta. No tenia armas dada la naturaleza del combate, por lo que tendría que confiar en su ingenio y en la gravedad.
Ideó un plan, pero primero necesitaría cansar al imponente alien. Con un grito de batalla que en el pasado hizo a más de un escuadrón entero de piel verde Pracgudian orinarse en los pantalones, comenzó a provocar y cansar a la bestia. Se aseguró de realzar sus movimientos, al ver por el rabillo de sus ojos a las damas gritando – si así se podía llamar a las mujeres ligeritas de ropa y calientes. No es que le importara. En su mundo, la teoría predominante era ¿por qué pagar por el placer cuando podías obtenerlo de forma gratuita y con más de una hembra a la vez?.
Claro que, saciar su polla esperaría hasta después de atar a sus primos y arrojarlos a una nave rumbo a las colonias. Las prioridades antes que el placer.

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Mina no podía apartar los ojos del increíble guerrero en el ring. Flotaba sobre sus pies, poseído por una sutil fuerza, pero inspiradora y aún más impactante, lo encontraba agradable a la vista. Desde el primer vistazo de sus aceitados, ondulantes y bien definidos músculos malva y su amplio cuerpo parcialmente desnudo, se había encontrado fascinada y no sólo cautivada por verlo pelear, también estaba excitada, o eso suponía dada la respuesta de su cuerpo. Bajo su pesada capa con capucha, sus pezones se apretaron en brotes doloridos y su sexo se humedeció y no pudo evitar que su mente imaginara al guerrero a su merced, para jugar. El hombre merecía el honor de ser el padre de su linea – y era digno del tesoro entre sus piernas.
Y lo tendría. Si sobrevivía, a esto.
Seguramente, él sufrió algún brote de locura para entrar voluntariamente con esa horrible criatura en la jaula. Sólo podía esperar, a diferencia de los otros antes que él, que no iba a expirar, víctima de la locura masculina. Durante varios ciclos galácticos, Mina había vagado por este asteroide en particular, la estación perfecta, ya que la computadora de la nave le informó que era la mejor estación del universo. Y que si mostraba un poco de paciencia, encontraría al hombre que cubriría todas sus necesidades.
Casi había perdido la esperanza. En la búsqueda de capturar la semilla de un hombre poderoso, un digno donante del niño que ella crearía, había imaginado ingenuamente que una vez que llegara al espacio, ese misterioso donante caería en su red o al menos se dejaría ver por lo que podría perseguirlo durante un tiempo a la forma Zonian.
En vez de encontrar una multitud de criaturas de piel pálida como ella, había descubierto a los seres más extraños, que al igual que los Zonians, no guardaban ninguna similitud con ella.
Los aliens, que si bien en algunos casos sus penes eran capaces de la penetración, no proporcionarían una semilla viable para ella. En realidad, eso no era del todo cierto. Había descubierto algunos ejemplares débiles, cobardes criaturas que había superado sin el uso de un arma. No deseaba su semilla, especialmente no para su primera hija. Sólo quería lo mejor para ese honor.
Si, tengo que admitir que soy egoísta, pero quiero a alguien que pueda sentir placer en la procreación. Sólo porque los habitantes machos de Zonian no la persiguieran para la procreación no significaba que no lo disfrutaran. Mientras que la tradición era la base de ellos, la atracción jugaba con fuerza en su elección. Hasta este Seiya " con un peso de cuarenta y nueve meteoritos" , había pensado que nunca podría sentir el hambre de deseo. Hasta ahora, se había preguntado si tal vez había puesto sus miras demasiado alto. Lo parecía, sin embargo, sólo necesitaba tener paciencia.
Y ahora también necesitaba un poco de suerte y rezar para que su elegido saliera victorioso, lo que demostraba aún más su elegibilidad. Casi olvidando su obligada discreción, ella gritó, mientras el guerrero púrpura se pavoneaba alrededor de la jaula, con las rodillas medio flexionadas y las manos en puños ligeros. Ella gimió cuando él no esquivó el puño oscilante con la suficiente rapidez y se salió volando. Pero, tan pronto cayó al suelo, rodó como una bola y se levantó de nuevo. Una sonrisa curvó sus labios cuando su elegido se burló de la bestia horrible, incitándole a correr y luego, con un rápido movimiento digno de una guerrera Zonian, atrapo su pie y él tropezó.
Todavía le asombraba que fuera de su planeta, los hombres fueran el sexo dominante. Había crecido en un mundo en el que las hembras gobernaban y los machos eran relegados a la condición de esclavo o trabajador, le sorprendía darse cuenta de que en otros lugares, los hombres no sólo eran más grandes que las hembras, ¡podían luchar!. No eran cobardes como los machos Zonian, cuya idea sobre la agresividad era salir corriendo y decir que no antes de desmayarse.
¿Cómo sería al revés?. Hizo su búsqueda aún más emocionante, sin embargo. A diferencia de las tradiciones de su mundo, ella no sería capaz de llevar al macho púrpura masculina abajo con unos pocos movimientos de sumisión. Tampoco iba a obtener lo mejor de él usando la fuerza, o eso creía, ya que su objetivo sin duda era pesado, segun había escuchado ella tan solo pesaba diecisiete meteoritos y el mostraba una impresionante cantidad de músculos tambien.
Pero Michiru me advirtió que esto podría suceder. Por eso que mi nave está equipada con unos cuantos artículos que me ayudarán en mi empeño. De una forma u otra, lograré conquistar al guerrero púrpura.
Dada la humedad en su hendidura, no podía esperar.

EL MEJOR SECUESTRO (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora