Trato hecho.

324 41 1
                                    

Cuando el dardo lo golpeó, enviándolo de rodillas en una bruma drogada —y recordandole que necesitaba trabajar en su resistencia a los sedantes— el único pensamiento de Seiya fue que tenia que proteger a Mina. Su seguridad también fue el primer pensamiento cuando recobró el conocimiento en un sofá forrado de tela y rodeado de pechos de todas las formas y colores — pero ninguno era el par perforado que quería. No había tenido tiempo de planear su fuga cuando el objeto de sus pensamientos surgió del carro, con la apariencia de una diosa vengadora, una muy atractiva, sin embargo, una enojada.
Como si su aparición por sorpresa repleta de dagas que disparaba con sus ojos no fuera suficiente a lo que hacerle frente, su corazón casi se detuvo cuando los guardias empezaron a disparar contra ella. No le importó que ella pareciese tener la situación bajo control, derribandolos como una experta. Nadie haría daño a su princesa. La lógica fría, incluso su habilidad de luchar y experiencia no entró en juego cuando se abalanzó contra los infractores. Sólo sintió la necesidad de proteger a Mina, con su propio cuerpo si era necesario.
¿Y ella se quedó para apreciarlo y bañarme a besos?. No. Ella le había dejado y él había tenido que seguirla, adquiriendo armas, a su paso mortal y destructivo. ¡Qué espléndida mujer!.
Ponerse al día con ella resultó fácil dado que ella mató a todos en su camino, dejándolo libre para él. Él la vio, atacando a un guardia y le gritó que se detuviera, pero ni siquiera lo miró, ella sólo cortó la cabeza del guardia con su espada y continuó caminando.
Como si él fuese a dejarla ir y con ese pensamiento, la enganchó y se deleitó en el resplandor caliente de sus celos.
Tal vez no debió prohibirle cuando anuncio que trataría de marcharse, pero por todos los malditos dioses, no había manera en el universo de que él la dejara ir.
Lanzarla sobre su hombro le proporcionó un placer primitivo, que aumentó cuando él la castigó de una manera que sólo había oído hablar, pero que nunca intentó. Los azotes, una forma arcaica y sin embargo, muy satisfactoria, especialmente cuando descubrió la humedad entre sus muslos.
Aceleró el paso y casi corrió a su nave, no para alejarse del peligro— sus primos vigilando su espalda se encargarían de las amenazas—, sino porque necesitaba a Mina.
Al llegar al puente, selló la entrada antes de que sus primos pudieran entrar y ladró órdenes a la nave, mientras contenía a su presa. Cuando llegaron a la órbita la dejó en el suelo y ella se abalanzó sobre él con puñetazos y llamándolo por nombres inventados.
-"Basta ya ", gruñó, agarrando sus muñecas y tirando de ella contra él.
"No soy una esclava a la que puedas dar ordenes. "
-" No, pero soy más grande que tú. " Él la alzó sobre sus pies, sujetándola firmemente contra su longitud, empujando agresivamente sus caderas contra ella. Ni una pizca de miedo manchó su expresión, pero el hambre, era una necesidad tan feroz como la suya y apostaría, que sus ojos brillaban y sus mejillas ardían.
Él reclamó su boca, marcándola con el calor de un beso y aunque pudo haberle mordido, o apretado sus labios, le respondió con la misma pasión. Necesitando tocarla mientras la saboreaba con su lengua, le soltó las manos y ella se aferró a sus hombros, clavando los dedos en su carne, acercándolo. Sin perder el tiempo, la despojó de su capa y el resto de las prendas, dejándola desnuda a su toque, su piel suave contra él era más sedosa que cualquier tejido. Él ahuecó sus nalgas y apretó los globos redondos, amorosos, cuando ella gimió su nombre. Mía.
Impaciente, la levantó y ella instintivamente envolvió las piernas alrededor de su cintura, su núcleo húmedo se presionó contra su polla aún cubierta. Solo hizo falta un tirón para que desgarrar la tela y su polla saltó, su longitud se frotó contra su resbaladiza hendidura.
-"¡No me tomes el pelo! " gruñó cuando él se tomó un momento para simplemente deslizarse adelante y atrás, contra sus labios jugosos.
-" Dime que quieres. " Dime que me quieres.
-" Sabes que quiero. Así que deja de joderme y dámelo. " No era exactamente una declaración de amor eterno, pero era una clase de admisión de todos modos.
La guió hacia su pene, cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás cuando se deslizó sobre él, chupándolo profundamente en su cuerpo, con sus músculos apretándolo.
-" Oh, princesa , ¿por qué siempre te sientes tan condenadamente bueno? " Susurró antes de besarla de nuevo, más suavemente. Quería saborear el momento. Él bombeó mientras sus manos la guiaban con exquisita lentitud a lo largo de su longitud erecta. Un largo gemido, lo excitaba tanto como su apretado su canal. Enterrado profundamente dentro de ella, apenas podía contenerse, pero aguantó el tiempo suficiente como para que ella se ondulara  alrededor y su orgasmo le hiciera soltar un grito que iba bien con el primer bramido, mientras se corrían juntos, encontrando la felicidad.
Por desgracia, la pasión se desvaneció finalmente y él la dejó deslizarse por su cuerpo y ambos se tensaron, esperando el próximo enfrentamiento, una batalla de la cual estaba cansado.
-"¿Podemos hacer una tregua? " le preguntó.
Inclinó la cabeza hacia atrás y una mirada azul se posó en la suya. -" ¿Qué términos estarían implicados?"
-" No intentar matarnos el uno al otro. "
" O castigarnos, " ella intervino.
" Aah, pero disfrutaste de la paliza ", bromeó.
-" ¿Se me permite azotarte de vuelva? " Ella replicó.
Sus cejas se juntaron.- " No. Eso no sería justo. Yo soy un guerrero " .
-"Como yo, sólo trátame como esperas que te trate. "
-"Está bien. Durante la tregua compartiremos la cama. " Quería acunarla en sus brazos mientras dormía, de modo que cuando despertara, pudiera hacerlo con la polla enterrada en su interior. Qué excelente manera de empezar un día.
-" No sé si puedo hacer eso. "
-"Es fácil. Te tumbas en un lado, me tumbo en el otro y cierras los ojos " .
-"Gilipollas".
-"Princesa". Él sonrió a su mueca de fastidio. -" Mientras estemos juntos, no estarás con ningún otro."
-"Eso va por ti también. Toca a otra mujer y te ahogo con sus pechos".
Ella era una pequeña salvaje, pero le gustaba. -"Creo que eso lo cubre todo."

-"Excepto por la cantidad de tiempo", agregó. -"Una vez que me quede embarazada, me iré."
-"Por supuesto," él accedió gentilmente. Ya había decidido no reactivar su controlador natal, por lo que mientras su semilla no arraigara, la tendría a su merced por mucho tiempo.
Esperemos que el tiempo suficiente para que se dé cuenta de que no quiere dejarme ... nunca.

EL MEJOR SECUESTRO (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora