Capitulo II.

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-Eso me parece perfecto, si voy directo a casa, no, no puedo hablar muy fuerte-Hace una pausa al verme despertar-Después hablamos.-Me sonríe, me desperezo, me incorporo en directo al sillón de piel, le sonrió un poco abrumada y el sigue hablando.- Bien, adiós.

Vuelvo a sonreírle un poco avergonzada por haberme dormido en su incomoda y moderna camioneta. Me aliso la falda y bajo la mirada. Siento su mano cerca de mí, alzo la mirada y el me levanta un mechón de cabello para colocármelo por detrás de mí helada oreja. Me ruborizo.

-¿Qué te apena tanto cariño?-Me hecha un rápido vistazo, aparta su mano cuando me deja perfectamente peinada, o eso creo.-Alexis, necesitamos hablar.

Trago saliva ¿De qué voy a hablar con mi nuevo padre? ¿Qué quiere el de mí? -No me apena nada, solo que...-Le sonrió lo más dulce que puedo-...Esto, es, nuevo para mí-Hago pausas para tratar de encontrar las palabras adecuadas-Espero que me puedas entender...-Hago una pequeña pausa y noto que él me mira fijamente, de verdad me está escuchando, eso provoca en mí una sonrisa de total satisfacción-Gracias por escucharme, hace tanto que no te veo y ahora eres mi nuevo padre-Me encojo de hombros y me doy cuenta que no estamos solos, los cinco semidioses nos rodean, el me dedica una sonrisa al ver mi gesto fruncido-Lo siento, de verdad.

-No tienes porque- Alarga la mano y toma la mía, sigue sonriente, pero, no es sincero, para mi gusto-Ya sabes que si esto no resulta, podrás marcharte con tu tía Lorette, ella es tu segunda opción-Suelta mi mano al sentir mi incomodidad-Perdona el acercamiento. Tu ahora eres mi hija ante la ley, pero...-Se pasa una mano por la barbilla, de verdad está nervioso-Quiero que seas mi hija de corazón.

-Solo dame tiempo. Te debo la vida, no solo a ti, también a Johannah.-Me ruborizo una vez más al recordar mis últimos viajes y mi buenísima educación, maestros privados y libros en primeras ediciones (en su mayoría). Me saca en completo de mis pensamientos cuando hace una seña con la mano "Quiere tiempo", asiento en cuanto lo veo, bajo la mirada y me desvió por completo de lo que el hace. Mis botas están limpias, quizá la lluvia...

-André, a la derecha-Nunca dice por favor, o un gracias, pero su voz cien por ciento autoritaria lo acompaña.-Déjanos aquí-Continua-.

-Por supuesto señor-Su acento es hermoso, como el de cualquier Lord o Sir "Sir André", me rio para mí- Listo señor.

-Alexis, baja y espérame pegada a la pared- asiento un poco desconcertada, miedosa, grita mi subconsciente, la ignoro y espero que alguien abra la puerta- Michael

-¿Si señor?- Que voz-

-Acompaña a mi hija a donde se ha dicho-se vuelve hacia él y noto como lo amenaza con su largo dedo índice-No la dejes ni un segundo sola- Me ruborizo y espero.

-Sí, señor- con un movimiento habilidoso, ya ha abierto la puerta y lo tengo ya de frente, me tiene tendida una mano para que baje- Señorita- Tomo su mano, ¡Wow!, que fuerza, bajo con toda la elegancia de la que soy capaz y aunque no pierdo la vista de los resbaladizos escalones, noto la sonrisa de Michael.

Estoy pegada a la pared, como él lo ordeno, ladeo la cabeza y noto que el sol comienza a tomar su puesto, tengo el cabello perfectamente recogido, a pesar de los últimos sucesos en la camioneta, noto la mirada de Michael sobre mi, alzo la vista y está parado ahí, como un roble, no me quita la vista de encima, es más que incomodo, ¿Qué tengo? ¿Tan mal me veo?... ¿Dónde está el? Me concentro en mi última pregunta y rompo el hielo a pesar, de lo intimidada que estoy ante este semidiós.

-¡Michael verdad?- Frunzo el ceño, aparentado mi vago interés, él me sonríe una vez más, ¡Basta! Grita mi subconsciente, no te hagas la tonta, si bien sabes su nombre. Pongo los ojos en blanco y espero ansiosa su respuesta.

-Sí, señorita- Suelto un pequeño suspiro y noto el brillo en sus ojos, ¿Qué pretende?

-¿Y mi...padre?-Le sostengo la mirada y muestro mi lado mas prepotente.

-En un momento vendrá-Baja la mirada y me doy cuenta de mi poder. La nueva Señorita Tomlinson, también sabe intimidar.

-Bien. Cuando hablo me gusta que me vean a los ojos- Lo digo en tono serio y Michael alza de inmediato la mirada, parece agobiado.

-Perdóneme señorita, no quería- suelto una carcajada y noto que su serenidad desaparece por completo

¿Qué te causa tanta gracia Alexis?-Trago saliva, él está detrás de mí, me vuelvo hacia el teniente Tomlinson, esta cerio, está cargando mi maleta mientras los otros cuatro cargan algunas cajas, con algunas porquerías mías, le sonrió tímidamente-¿Eh?

-No volverá a pasar, solo que Michael...-Me interrumpe dando un paso a delante.

-Aaa ¿Michael?-Lo miro fijamente-Así que fue él, el culpable de tu risa-Michael baja la mirada ¿Qué he hecho?-Esta bien -Suena completamente alterado-Y por otra parte,-se acerca un poco más a mi ¿De verdad me intimida? O ¿Qué es? Me toma la barbilla y noto como mis piernas se doblan por completo, o eso siento yo, porque nunca caigo- Cero contacto con el personal, por favor, es una...-Hace una pausa como si pensara la palabra correcta-...regla.-Asiento nerviosa, me suelta la barbilla y microsegundos, retrocede para verme, o eso creo yo- Te vez bien, creí que te encontraría destrozada, ya sabes las drogas, olvídalo...

-No -Digo casi como un susurro, me llevo la mano a la barbilla y me la repaso con el pulgar, esta caliente, a pesar, de la temperatura de otras partes de mi cuerpo, siento un tenue dolor, cuando dice las "Drogas" me hace sentir horrible. Me suelto la barbilla.

-¿No te he lastimado o sí?-Niego con la cabeza. La verdad, no me lastima, solo que, sigo negando con la cabeza. Él si me lastimo. Me vuelvo lentamente hacia Michael que nos mira fijamente, le sonrió para demostrarle mi perdón. Michael, con su tenue mirada en gris me guiña el ojo, disimuladamente. Me vuelvo en mis propios talones y noto que la puerta ya esta abierta. La puerta de mi nueva casa.

Él, me hace una seña con la mano, indicando que entre, o eso yo entiendo. Se hace a un lado y camino con grandes zancadas hasta la alfombra en azul marino que me recibe. Él me sigue; de un asoton cierra la puerta, ya estoy adentro. Cierro los ojos y aspiro el olor a hogar y desinfectante, con falso olor a frutos rojos.

A los pocos minutos abro los ojos, no soporto más las piernas, se me doblan, cae una amplia cantidad de niebla, ya no veo nada, lo último que siento es el duro mármol contra mis débiles y huesudas rodillas.

MistakesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora