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La noche había caído ya, se tornaba bastante sombría; la escasa iluminación de la luna era absorbida por la oscuridad, llenando todo de penumbras que solo se acompañan por el sonido de la lluvia golpeando el techo y paredes de la mansión

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La noche había caído ya, se tornaba bastante sombría; la escasa iluminación de la luna era absorbida por la oscuridad, llenando todo de penumbras que solo se acompañan por el sonido de la lluvia golpeando el techo y paredes de la mansión.

Nadie hacia ningún ruido, pero, cuando el reloj marcó las cuatro de la madrugada, YoonGi comenzó a despertar al percibir el sonido de una peculiar canción que creyó, provenía de una caja musical.

Con los ojos aún nublados encendió la luz de la lámpara y salió de la cama dispuesto a callar aquella melodía molesta que llevaba sonando más de media hora.

Sus pies finalmente tocaron el suelo y caminó con pasos lentos hasta llegar a la puerta, la cual abrió sin pensarlo, olvidando por completo que según las reglas de JungKook, él no debía salir de su habitación después de las tres de la madrugada.

Somnoliento recorrió el largo pasillo sin darse cuenta de las pequeñas sombras que le seguían en la oscuridad, observándolo con sus ojos brillantes y relucientes.

El piso de madera crujía bajo sus pies y cuando finalmente llegó a la sala, escuchó el rechinido de la mesedora justo en la esquina. Giró su rostro y logró divisar dos siluetas.

—¿Hola?— habló al sentir frío llegar hasta su cuerpo. Un frío que lo petrificó.

—Te dije que no salieras de tu habitación.— escuchó decir a aquella voz ronca que provenía de JungKook.

—L-Lo siento esque...— sus palabras quedaron en el aire cuando la melodía se hizo más fuerte y pronto voces de niños comenzaron a cantar una canción.— ¿Q-Qué es eso?

—Son los muñecos.— respondió, y YoonGi no supo qué le sorprendió más, si la manera tan tranquila con que lo dijo o que los llamó muñecos y no hijos.

—V-Volveré a mi habitación.

Las luces comenzaron a parpadear repentinamente y pronto los truenos iluminaron antes de que el fuerte estruendo de los mismos, hiciera a YoonGi dar un respingo.

—Ya es tarde.— susurró JungKook.— Ellos no van a dejarte dormir tranquilo.

Dichas esas palabras, el hombre se acercó a la silla y tomó a JiMin en sus brazos para poder caminar con él en dirección a las escaleras.

—Dulces sueños.— murmuró el rubio provocando que una ola de escalofríos recorriera cada rincón del cuerpo de YoonGi.

Con los ojos llorosos, el azabache caminó en la misma dirección para encerrarse en su habitación y no salir más, pero cada vez que avanzaba, escuchaba como si alguien diera pasos a sus espaldas. Giró en repetidas ocasiones y solamente podía ver oscuridad.

—Y-Ya basta.— dijo con la voz quebrada y comenzó a correr, logrando escuchar como aquellos pasos que iban tras él se oían más fuertes y rápidos.— ¡Ya basta!— giró una última vez, justamente cuando un trueno iluminó el pasillo...

Y entonces los vió.

Los muñecos estaban allí, detrás del él. Con sus ojos brillando y observándolo fijamente.

—¡Déjenme en paz!— gritó aterrado y corrió aún más fuerte, hasta llegar a su habitación, en donde azotó la puerta y se alejó, dándose cuenta de que al otro lado se escuchaban pequeñas risas y murmullos que no lograba entender.— ¡Basta! ¡Basta!

Desesperado corrió hasta su cama y allí, con las luces apagadas, se envolvió en las cobijas y comenzó a respirar agitadamente. Sus ojos se cerraron y trató de calmarse.

Lo habría conseguido, de no ser porque pronto escuchó la perilla de la puerta ser girada y el rechinido de las bisagras avisándole que habían abierto.

—B-Basta... Por favor... ¡Ya basta!

Abrazó sus piernas fuertemente y esperó que los muñecos se acercaran, pero nunca pasó.

Con lentitud apartó las cobijas de su rostro y cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, pudo darse cuenta de que allí no había nadie. La puerta se encontraba abierta, pero no había ruidos más que el de la lluvia.

Con un largo suspiro, dejó que sus lágrimas siguieran cayendo y se preguntó si realmente había sucedido o todo había sido parte de su imaginación. Últimamente sentía que se estaba volviendo loco.

YoonGi.

Un susurro muy cerca de su oído lo hizo girar, encontrándose con el rostro de JiMin muy cerca del suyo. Un grito logró escucharse en toda la mansión, y los únicos que presenciaron como el azabache caía desmayado, fueron aquellos ojos vidriosos que miraban curiosos desde la oscuridad.

Dollhouse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora