Dollhouse.

[14]

El sonido de las manecillas del reloj fue lo que logró que YoonGi volviera a abrir los ojos.  Su vista se encontraba un poco borrosa, pero aún así paseó la mirada por toda la habitación en busca de aquellas siluetas que recordaba haber visto antes de desmayarse.

El sonido de las manecillas se hizo más fuerte cuando logró ponerse de pie con pasos tambaleantes en dirección a la puerta. Sus manos temblaron al tocar la perilla y pronto un escalofrío le recorrió todo el cuerpo.

—Tengo que salir de aquí.— susurró para si mismo y se asomó hacia ambos lados del pasillo antes de dar el primer paso fuera de la habitación.

Todo estaba oscuro y el tic tac del reloj lograba escucharse cada vez más fuerte y más cerca junto con los truenos que iluminaban aún el cielo.

YoonGi no lo aguantó más y tapó sus oídos antes de empezar a correr hacia las escaleras. Estaba dispuesto a irse esa misma noche. Ya no soportaría estar un día más en aquel lugar.

Pero al llegar a la planta baja, distinguió una silueta que iba en dirección contraria, sin embargo fue imposible detenerse a tiempo y terminó chocando con él.

—¿A dónde vas a esta hora?— preguntó JungKook de pie en la penumbra con una voz mucho más ronca de lo habitual.

—¡Me largo de aquí!— chilló el menor alejándose lo más que pudo.

—Oh YoonGi.— respondió con un tono de burla.— Ya se acabó tu tiempo. No vas a irte de aquí... jamás.

El azabache retrocedió totalmente aterrado y casi gritó de la desesperación al escuchar aquel molesto tic tac que parecía hacer eco en todas las paredes.

—¡Déjame ir!— suplicó con lágrimas empezando a escurrir de sus ojos.— ¡Por favor!

Sin poder resistirlo más, se tiró al suelo y apretó sus oídos para no escuchar más ese sonido que le taladraba la cabeza; sin embargo, al hacerlo, parecía como si el sonido atravesara sus manos y se hiciera aún más fuerte.

—¡Ya basta! ¡Por favor!— el llanto se volvió débil y se quedó en el suelo mirando hacia la nada.— M-Mamá... P-Papá... ¿Es ésto un castigo?

—¿Un castigo de qué?— interrogó JungKook caminando al rededor del él.

—P-Por haber provocado el accidente que los mató.

—Ya lo imaginaba.— susurró.— Por eso dejaste de beber ¿No? Ibas ebrio aquel día.

—N-No era mi intención.

—Los mataste YoonGi.

—¡No era mi intención!

Aquello terminó por destrozarlo y nuevamente los sollozos se hicieron fuertes, hasta que repentinamente su mano se paralizó.

—Ya está empezando.— murmuró JungKook con una amplia sonrisa y caminó rápidamente a un mueble para tomar una vela y encenderla cerca de YoonGi.— ¡Muñequito!— le llamó a su amado alegremente y pasaron solamente unos pocos minutos antes de que se escucharan pasos provenir de las escaleras.

YoonGi giró su rostro con algo de dificultad y finalmente el miedo terminó de poseerlo, pues allí, caminando con pasos pausados y lentos, venía acercándose JiMin.

—Y-Ya comenzó.— dijo el rubio llegando a los brazos de Jeon, quien lo sujetó con fuerza y besó delicadamente sus labios.

—Así es mi amor.— respondió con ternura y acarició sus cabellos con suavidad.

—¡¿Q-Qué me está pasando?!— gritó alterado YoonGi al darse cuenta de que no podía mover su brazo derecho.—¡¿Qué carajos me está pasando?!— volvió a gritar cuando se dió cuenta de que su piel se volvía dura y fría.

—Tú vas a cambiar con mi amado.— respondió con tranquilidad y ambos pares de ojos lo observaron llorar desesperado.

—¿Q-Qué?... No... ¡No!

El azabache se puso de pie tan rápido como pudo y corrió hacia la puerta dispuesto a escapar, pero no pudo, pues JungKook logró sujetar su camisa de pijama y lo jaló tan fuerte que volvió a tirarlo al piso.

—Ya no hay marcha atrás.— le dijo con voz molesta.— No lo compliques.

—¡No voy a dejar que pase!

Volvió a ponerse de pie, pero fue nuevamente regresado al suelo y aún así no se detuvo. Corrió todas las veces que le fue posible, hasta que JungKook se hartó y en la última, lo golpeó tan fuerte en la cabeza que YoonGi, una vez más, perdió el conocimiento.