ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 5

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—¿Qué?

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—¿Qué?

Estaba segura que me estaban haciendo una broma. Porque, a ver, ¿para qué me necesitarían a mí?

—Además de ser cara bonita es sorda. — dijo al que reconocí como Thomas Harries. Los hermanos eran aún parecidos como aparentaban por las fotos. — ¿No escuchaste?

Rodé los ojos y volví la vista a la computadora. Rápidamente, cerré las pestañas y la apagué. Agarré mis notas y las guardé dentro de la mochila. Me levanté de la silla y los miré. Era evidente que solo estaban molestándome, y no entendía por qué gastaban tiempo en mí. También me preguntaba por qué no estaban en clase, pero eso sería algo tonto de cuestionar. Six For One eran los típicos chicos malos que no les importaban demasiado el instituto.

Caminé sin mirarlos pero uno de ellos tomó mi brazo. Wyatt, el chico de la sonrisa cautivadora había sido quién no me permitió dar mi salida triunfal.

—Seamos un poco más amables. — dijo Wyatt a sus amigos. Está bien, este chico me caía bien. — Emily, necesitamos tu ayuda.

—¿Qué quieren de mí?

—Acostarme contigo es algo que quiero — dijo Evan Murphy.

Me puse colorada y asustada. ¿Cuál era el rumbo de esta conversación? Aunque estos chicos sean todos terriblemente sexys yo no sería ninguna esclava sexual ni nada por el estilo. Además tampoco estaba interesada amorosamente por alguno de ellos.

Jayden Reed le pegó un trompazo en la cabeza y Evan llegó inmediatamente su mano a su cabeza.

—¿Por qué hiciste eso bro?

—No te desubiques. — contestó el rubio. Le sonreí tímidamente agradeciendo aquel acto y continuó. — Volviendo a lo que vinimos, necesitamos tu ayuda en unas cuentas.

Los miré a los seis confundida. ¿Cuentas? ¿Era enserio?

—¿Acaso no saben usar la calculadora? - Pregunté burlona. Claramente solo a mí me hacía gracia la situación. - Necesitaría un poco más de explicación. Además, ¿por qué lo haría? ¿Qué gano yo?

Los seis se miraron entre sí. JJ asintió e inmediatamente los hermanos Harries me agarraron y me arrastraron fuera del lugar.

Empecé a gritar y a pedir auxilio. Estos seis locos me estaban secuestrando y nadie hacía nada. Antes de que pudiera seguir gritando, Wyatt y Jayden sacaron de sus bolsillos unos pañuelos.

—Perdón, Emily.

Al final de cuentas, si necesitaba a Bailey para sobrevivir en Bellthorne.

*

Después de varias sacudidas y arrastrones, me quitaron la venda de los ojos y mi boca. Abrí y cerré los ojos rápidamente para acostumbrarme a la luz y miré a mi alrededor.

Estaba en una habitación y si memoria no fallaba — cosa que casi nunca hacía — estaba en la misma habitación en donde me había despertado luego de la fiesta.

—Primero, de nada por no dejarte tirada en la fiesta. — miré a mi derecha y cerca de la puerta se encontraba Jayden Reed.

Mi boca estaba seca y mi cabeza confusa. ¿Por qué lo había hecho? Para él, yo era una completa desconocida.

—¿Por qué?

—¿Por qué, qué Emily?

—¿Por qué me ayudaste? ¿Por qué estoy aquí? — empecé a preguntarle. — Tengo muchas más preguntas y es hora de que empieces a hablar.

—Calma, Emily. — Jayden se sentó en la punta de la cama y yo lo miré con atención. — Esa noche te ayudé porque mi moral estaba en contra de dejarte ahí, tirada. Cualquier persona se hubiera aprovechado de ti en esa situación. Y tampoco tenía idea con quien estabas como para llevarte con ellos, así que te traje aquí.

Jayden Reed dejó de hablar. Mi cabeza tenía tantas preguntas que de a poco estaba procesando la información que el rubio me había dado.

—Gracias.

—No hay de qué. Y respondiendo a tu segunda pregunta. — suspiró y pasó su mano por su cabello, despeinandolo. — Es complicado, no sabría cómo explicártelo, pero simplemente necesitamos tu ayuda Em.

Em. La ultima persona que me había dicho Em había sido mi papá y no pude evitar ponerme nostálgica. No lloraría, menos delante de Jayden Reed.

—Los ayudaré, pero ¿qué recibo a cambio?

Mamá me había dicho muchas veces que era bueno ayudar a las personas que lo necesitan. Genial, pero estos seis chicos no necesitaban mi ayuda, en el sentido solidario: no eran unos mendigos, ni niños muertos de hambre. Algo querían de mí, por lo tanto, yo quería ganar algo de ellos.

El resto de Six For One entró en la habitación e inmediatamente me sentí un poco intimidada.

—Si nos ayudas, Emily Prescott, estaremos en deuda contigo. — dijo Thomas Harries.

Suspiré y los miré con atención. Estos seis chicos debían estar desesperados para recurrir a mí. Yo no tenía dinero, no era bonita y tampoco era una chica superdotada.

—¿Qué tengo qué hacer? — Six For One sonrió y me miraron complacidos.

—Serás parte de Six For One, muñeca.

*

No. Definitivamente y absolutamente no. Cuando pidieron mi ayudaron, nunca me dijeron que implicaría ser miembro de su secta diabólica o lo que ellos sean. Los ayudaría, pero siendo Emily Prescott, un ser humano individual que no pertenecía a ninguna secta.

—No.

Me levanté de la cama e intenté salir de la habitación. Cuando digo intenté, me refería a que Thomas y Aiden Harries, no se pusieran en el medio de la puerta impidiendo mi paso.

—¿Por qué no? Cualquier chica en tu lugar... — empezó a hablar Evan, pero lo interrumpí.

—No quiero pertenecer en su maldita secta. — estaba enojada y yo solo quería irme a casa a comer las galletas de chispas de chocolate de la abuela Grace. — Además, eso no es un favor.

—Escucha, Emily. Lo diré rápido y sencillo. — dijo JJ y yo lo miré con atención, aunque no iba a demostrarlo y puse mi cara desinteresada. — Tenemos un negocio y necesitamos tu ayuda con él. Tu solamente te encargarías de hacer las cuentas.

Procesé la información. Qué propuesta rara, bastante. Yo era una simple adolescente de diecisiete años que lo único que quería hacer era salir de fiestas, o eso intentaba aparentar. En el fondo, mi único objetivo, era encontrar los causantes del asesinato de mis padres y descubrir por qué lo habían hecho.

—Pero, ¿por qué tendría que unirme a lo que sean ustedes? ¿por qué yo?

—Jayden dijo que eras buena con los números. Tienes nuestra edad, perfecta cubierta para que estés dentro del grupo y seas nuestro cerebrito en este grupo. - respondió Thomas.

No. Simplemente no me uniría a ellos ni aunque me pagaran un millón de dólares.

—Además. — agregó Aiden— A cambio recibirás algo que seguro te interesará.

—¿Qué?

—Te ayudaremos a descubrir quienes mataron a tus padres, Em. 

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