"Yo solo quería seguir llamando tu nombre hasta que regresaras a casa"--Has estado muy callado. – Dijo Mina a Hoseok mientras ambos salían de la residencial junto a los gemelos tras almorzar. Listos para ir al parque.
--¿Yo?
Asintió con la cabeza. -- ¿La comida te dio sueño?
--No. —río. —No ocurre nada, solo no tengo nada que decir.
Mintió. O no del todo, era cierto que no encontraba nada que decir, pero eso era porque su mente estaba pensando en tantas cosas que le era difícil hablar de algo trivial. La pequeña voz de su hijo se repetía en su cabeza «¿Cuándo regresas?» «No quiero» «Quédate». La última vez que escucho esas palabras fue hace años atrás, por parte de Mina.
Recién habían nacido los gemelos y Hoseok se había escapado de Seúl para ir a Gwangju. Le mintió al CEO diciendo que su padre se había enfermado gravemente así que le dieron dos semanas, una de ellas igualmente la tenían libre. De esta forma Hoseok pudo ayudar a Mina cuando salió del hospital con Han y Mang recién nacidos.
Los recuerdos de esa época siguen frescos en su cabeza; cuando los dos estaban asustados y no sabían cómo o que hacer. Mina lloraba de frustración al igual que los gemelos y Hoseok trataba de calmarlos a todos, aunque al final la única que lo consiguió fue su madre. Ella le enseño a Mina como cambiar los pañales, como alimentar a los gemelos y como dormirlos.
Mina pasaba la mitad del día y la noche disculpándose con sus padres por el ruido que hacían los gemelos al llorar, aunque ellos siempre fueron amables y cariñosos con los tres. Después de esas dos semanas, Hoseok tuvo que regresar.
--¿Tienes que regresar? —le pregunto Mina con la voz cortada y Han siendo un bebe en sus brazos. —No quiero, quédate.
A Hoseok se le partió el corazón. Tampoco quería irse, no quería dejar a su novia ni a sus hijos. Ellos eran tan pequeños. Ahora recuerda el terror que sintió entonces, el miedo de que sus hijos despertaran y no lo vieran, que no lo reconocieran.
Pero tuvo que irse, tuvo que tomar el tren de regreso a 'casa'.
--Te llamare a diario, haré vídeo llamada para verlos. —le aseguro a la chica antes de su partida. -- Envíame fotos de los gemelos todos los días, no me quiero perder ni un segundo.
--Hoseok. —lloriqueo Mina.
--Perdón, amor. —le susurro acariciando su mejilla. —Tratare de venir el fin de semana, vendré cada semana.
Pero lo cierto, es que no lo había hecho. No había cumplido ninguna de sus promesas y se había perdido todo de sus hijos; su primera palabra, sus primeros pasos e incluso su primer cumpleaños pues había llegado tarde a este. Había estado lejos demasiado tiempo. Y ahora las consecuencias de la culpa y el arrepentimiento lo comenzaban a carcomer.
--¡Appa!—la voz exaltada de Mang saco a Hoseok de sus pensamientos, parpadeo aturdido, sentado junto a Mina en una de las bancas del parque. Miro a su hijo.-- ¡Ven!
--¿Qué dijo?—preguntó a Mina pues entre estar perdido en sus pensamientos y la distancia que dividían a hijo y padre el chico no entendió.
--Quiere que vayas a jugar con ellos.
--¡Ah!—rió.—Ya vengo.
Mina asintió con la cabeza y vio a Hoseok ir hacia los gemelos que intentaban construir castillos en el arenero.
Los observo jugar con Hoseok por un buen rato. Corrieron, se persiguieron, se balancearon en el columpio y Hoseok los atrapo al bajar de la resbaladilla.