12. HURRICANE

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Max había entrado en la trastienda para dejar los documentos que acarreaba, de mientras Marinette aguardaba enfrente del mostrador, escudriñando el lugar con la mirada perdida en la nada.

Su fuga no había hecho que la losa de su corazón se disipara, sino que un sinfín de remordimientos la asaltaban al pensar en Adrien. En cómo estaría y cuál habría sido su reacción al no hallarla en la casa.

« Probablemente esté enfadado porque me haya escapado... »

Ese pensamiento la entristeció. Pues si bien debía admitir que echaba de menos a aquel hombre de orbes esmeraldas, estaba segura de que él solo maldecía que ella hubiera tirado por los suelos sus planes.

- Bueno, creo que ya casi está.- expresó el farmacéutico al reunirse con la chica.- Si quieres, puedes ir al servicio antes de marchar.

La azabache pestañeó fuera de sí, bajando la cabeza en una postura compungida.

- Pues... Te lo agradecería mucho.- murmuró con recato.

Él sonrió con simpatía, cediéndole el paso a la trastienda.

- La primera puerta a la izquierda.

La joven siguió las indicaciones del muchacho, adentrándose en la trastienda, a la vez que dos hombres de oscura vestimenta se adentraban en el local con firmes andares.

Cuando Max se percató de su presencia, dibujó una sonrisa cordial en su rostro, aguardando a que ellos se acercaran al mostrador.

- Buenas noches, ¿en qué puedo servirles?

Adrien volvía desesperado de su pequeña búsqueda por los alrededores de la casa, intentando dar con Marinette.

La angustia se había apoderado por completo de él, sin acabar de comprender qué podía haber pasado durante su viaje a la tienda, dónde estaba la muchacha, si le habría pasado algo o si estaría en peligro.

Entró en la casa, encomendándose a todas las divinidades que se le ocurrían para que Marinette estuviese allí, recibiéndole con una de sus espléndidas sonrisas y todo quedase en una simple anécdota.

Pero lo único que le recibió fue el silencio.

- Maldita sea, Marinette, ¿dónde estas?

Revisó las cerraduras, asegurándose que no había ninguna forzada, ningún cristal roto u otra muestra de que alguien hubiese entrado durante su ausencia.

Pero no había nada de eso.

Por tanto, la única conclusión a la que podía llegar era que ella hubiese huido por su propia voluntad.

- Pero... ¿Por qué? ¿Por qué?- se dejó caer sobre una silla de la cocina, golpeando su cabeza contra la mesa.- ¿Acaso todo ha sido una mentira? ¿Tus besos, tus caricias, tus palabras?- negó con fuerza.

No lo podía creer. No podía ser que ella hubiese estado actuando todo el tiempo.

- No, no, no.- pasó una mano por su pelo.- No puede ser mentira.

« Admítelo, no hay otra explicación. »

Sabía que era cierto, que era la única opción razonable. Y aún así, se negaba a aceptarlo.

Sacudió su cabeza y se puso en pie. Fuera como fuese tenía que encontrarla. Y si no había ido hacia el bosque, tenía que haber ido hacia la carretera.

Cogió las llaves del coche y se montó en él, saliendo en dirección al pueblo, con la esperanza de encontrarla menguando a cada minuto que pasaba.

[+18] ADRINETTE       ▪FURTIVE LOVE▪ Collab w/ Moni_armonica  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora