Justin suelta una carcajada al escuchar a Bree, yo sólo me mantengo viéndolos seriamente.
Están haciendo chistes conmigo, ¿debería reírme?
—Leah, ríete —mi mejor amiga me da un empujoncito. Yo la miro.
—No.
Observo a Isabella que le come las papas fritas a Justin, ya que ella terminó las suyas.
—Están riéndose de mí, ¿cómo voy a reírme?
—Ya, nunca más —hace un puchero, para después volver a partirse de risa.
Uh, sí. Qué chiste.
—Bueno. ¿Tú y Mike, qué pasa? —pregunta Justin.
—Biebercito, cállate.
—Ah, espera —le digo a Justin sonriendo pícara—. ¿A quién todavía no le ponen un anillo en el dedo anular?
—Oh, qué mala —dice.
Ahora es mi turno de reírme, Justin también ríe.
—Tú empezaste, Briana.
—Bree —hace énfasis en su nombre—, be-ere-e-e.
Y yo sigo riéndome.
¿De verdad tenemos veintidós?
—Mamá, quiero más papitas —habla Isabella, llamando nuestra atención.
Asiento. Justin se levanta a buscar más comida, mientras la pequeña juega con su figurita de los minions.
—Mike quiere venir —comenta, mirando su móvil, con una mueca.
—¿Qué?
—Sí.
—¿Le dijiste algo?
Mueve la cabeza.
—Yo creo que tendré que volverme a Los Ángeles.
—¡No!, llevas un día aquí, ¿y te irás?
—Pero no puede venir, es obvio que no no podremos quedar en tu casa.
—Hablaré con Jace, él lo entenderá. Estoy segura —acaricio su mano por encima de la mesa—. Eres mi mejor amiga y te quiero aquí conmigo, más ahora que volvió Justin —hago un puchero, que espero la conmueva.
—Bien —asiente.
—Chaito, Justin —habla Isa moviendo su mano, despidiéndose.
—Nos vemos, Biebercito —le sigue Bree, se baja del coche y se va con mi hija.
—Eh, nos vemos —le sonrío, bajando del coche.
Antes de que pueda cerrar la puerta, Justin me agarra la manga de la chaqueta.
—Espera.
Me giro hacia él y espero a que me diga algo.
—Quería... preguntarte si, ¿podemos salir éste fin de semana? —une ambas cejas, yo abro la boca para responderle pero me detiene—. Antes de que digas algo, sé que ya estás en lo tuyo, que posiblemente pienses que será incómodo, pero quiero saber más de ti y de Isabella, que hablemos de lo que pasó; hay cosas que aún no están totalmente aclaradas.
—Pero también hay cosas que no necesitan aclararse —contesto, sacando mi mano del agarre de Justin.
—Yo creo que sí —hace una mueca—. Leah, por favor. Después de esto vivirás tu vida como tú quieras, pero salgamos. Serán unas horas.
