- Dicen que la literatura es memoria.
- ...
- ¿Me escuchas?
- Sí.
- Qué opinas.
- No sé. Puede ser.
- Sí, yo creo que mucho de eso hay en la escritura.
- Pero qué importa.
- Cómo.
- Sí, es decir, si la literatura es memoria o no, a nosotros qué nos importa.
- Cómo que qué.
- Sí, no entiendo el punto.
- Tú y yo, de alguna manera, escribimos.
- Es cierto, pero y eso qué.
- Que, entonces, de alguna manera, debemos reflexionar sobre eso.
- Por qué.
- ...
- Por qué, dime.
- Pues no lo sé, supongo que para ser éticos en nuestro trabajo.
- Escribir no es nuestro trabajo.
- Bueno, no exactamente, tú sabes a lo que me refiero.
- No, no sé a qué te refieres, y deberíamos empezar por ahí.
- Cómo.
- Sí, deberíamos comenzar por tener claro, de una buena vez, que escribir no es nuestro trabajo.
- Bueno, sólo fue una manera de decirlo.
- Pues no me parece correcto.
- Fue sólo un juego de palabras.
- Sí, pero no dice lo que es verdad.
- Bueno, ya, olvídalo.
- No, no lo olvido. Porque creo que por ahí deberíamos empezar.
- Sí, entiendo.
- Pues no, no creo que entiendas, porque insistes en eso una y otra vez.
- En qué.
- Por favor, no vamos a comenzar de nuevo.
- Está bien.
- No, dilo. Acéptalo.
- Qué.
- Hazlo.
- Ya, por favor.
- No, hazlo, maldita sea.
- ...
- ...
- Está bien.
- Dilo.
- Nuestro trabajo no es escribir.
- ...
- Ya.
- Esto no es un juego, sabes, la literatura no es un juego.
- No, es un trabajo.
- Sí, y no es nuestro trabajo, y por ahí debes empezar, por aceptar que no te dedicas a escribir.
- Y eso qué relevancia tiene.
- Mucha.
- Cuál.
- En principio, escribas o no, es importante mantener los pies en la tierra. No eres un escritor.
- Claro que lo soy.