- Las palabras son importantes.
- Sí, lo sé.
- ...
- Perdóname, en serio.
- Te lo advertí.
- Sí, lo sé. Lo siento, es todo lo que puedo decirte.
- ...
- Pero en ese sentido, tú también abusas.
- ...
- ...
- Bueno, ahora que lo pienso, puede que tengas razón.
- Claro que tengo razón pero, bueno, es mejor olvidarlo, además, no nos hicimos tanto daño, ¿o sí?
- La verdad es que no lo sé.
- Pues yo creo que no. De alguna manera seguimos siendo amigos.
- Eso sí, es increíble.
- Por qué. A mí me parece de lo más normal, de hecho, nunca fuimos más que eso: amigos, y eso es lo que seguimos siendo.
- Si tú lo dices...
- ...
- Qué.
- Ya te vas a poner complicado.
- No, no es eso. A veces me pongo sentimental, ya lo sabes.
- Sí, y ése es el problema. Lo estropeas todo cuando te pones así.
- Sí, lo sé, ya me lo has dicho. Los sentimientos lo estropean todo.
- La mayor parte de las veces, sí.
- ...
- Sé que no debí haberte dicho cosas que no podría manejar ni sostener, pero en los momentos en que las dije, eran verdad.
- ...
- Así fue, y si volviese a tener esos sentimientos volvería a decírtelo.
- Dios, qué descaro.
- Por qué. Sólo deberías no ser tan aprehensivo.
- Lo soy, creo en las palabras.
- ...
- Qué.
- Lo que dices no tiene sentido.
- Por qué.
- Creer en las palabras no es lo mismo que exigir que duren para siempre.
- Qué profunda.
- ...
- Lo siento. Sabes que admiro tu inteligencia y tus habilidades con el lenguaje. En fin, no importa.
- Las cosas son así. Se dicen palabras por cosas que se sienten o desean, pero eso no implica su permanencia inalterable a través del tiempo. Es todo.
- Sí, eso me queda claro.
- Exacto. A ti más que a nadie debería quedarle claro, dices que te gustan los libros, que quieres escribir, se supone que conoces las palabras y su esencia efímera. Además, te la pasas habloteando.
- Vaya palabrita.
- Ya, basta.
- "Habloteando".
- Mira, cálmate. Te recuerdo, porque parece que a ti las cosas se te olvidan fácilmente, que tú dices esa palabrita muy seguido cuando estás bastante pasado.
- Lo importante es entender que las palabras tienen consecuencias.
- Basta de sabidurías, por favor.