Ocho

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- En mi caso, lo principal fue trabajar con la culpa.

- En el mío no tanto, peor sí, algo hay de eso.

- Pues sí, pero no sé...

- Sí, es normal, al principio no es eso, es la frustración la tristeza.

- La aceptación.

- Mmm...

- De verdad...

- Sí, es cierto.

- ...

- Mira, yo sé que suena a puro rollo, pero es verdad, lo principal es que aceptes que ella ya no está contigo, hermano.

- Así es.

- No sé, no lo entiendo, creo que no es normal.

- Pues tienes que empezar por ahí.

- Mira, no pienses en eso y ya.

- Es que no puedo.

- Sí, entiendo, pero deja de pensar que pueden arreglarse las cosas y todo eso.

- Sí, hermano, escucha lo que te dice.

- ...

- Es que es así, ella ya no está contigo, así, como él está solo y yo también.

- Pues sí.

- Mira, es normal, y estarás un buen tiempo creyendo que todo puede solucionarse y que ésta es otra de esas etapas clásicas de una relación. Pero no es así, esta vez es para siempre, hermano.

- Sí, y acéptalo, tienes que empezar por ahí.

- No sé, entiendo, pero...

- Mira, yo siento que te pasa algo muy similar a lo que a mí me pasó, sientes horrible porque estás lleno de culpa.

- Sí, puede ser.

- No, no puede ser, es así y tú lo sabes.

- Sí, seguro estás pensando en esas veces que iniciaste una pelea por tonterías.

- En las veces que la viste llorar.

- Sí, exacto, pienso en eso y ya no puedo más. Pienso en las veces que pude besarla y no lo hice, en las veces que pude verla y preferí comprar otra botella de ron, en todo ese tiempo que perdí así como si fuera a estar ahí para siempre.

- Pero sabías lo que estabas haciendo, no te evadas de eso.

- ...

- Cómo.

- Sí, este cabrón hacía lo que hacía consciente de los resultados. Tú me dijiste un día que te la querías chingar.

- Cómo está eso, hermano.

- ...

- ...

- Qué pasa...

- Es que no puedo perdonarle lo que me hizo, lo que me hizo hace años...

- Mmm, y regresaste con ella nomás para armarle un pinche infierno...

- Sí, sí lo hice.

- Ves...

- Pues ahora tienes tu merecido, hermano. Todo en esta vida se paga.

- Sí, pero...

- Pero qué.

- Sí, pero...

- Acéptalo, ya no te sentías bien con ella y que ella decidiera alejarse es lo mejor que pudo haberles pasado a los dos.

- Mierda, mierda, mierda...

- Sí, hermano, ya que una mujer te dice No sé si quiero seguir haciendo una vida a tu lado... es que todo se fue a la mierda.

- Exacto, eso fue justo lo que dijo.

- Pues sí, te lo advertí.

- Cómo...

- Este cabrón me llamó la semana pasada y me dijo que había tenido problemas con su mujer, y por lo que me contó supuse todo lo que vendría después. Tú también ya lo viviste.

- Sí, a mí todo este pinche desmadre me tocó primero.

- Sí.

- Pues sí.

- Y sí, es como un guión, hermano. Siempre es igual.

- Ajá, por eso le dije: Mira, seguro te va a decir esto, y esto, y esto otro.

- Y fue justo lo que dijo, con las mismas palabras: No sé si quiero seguir haciendo una vida a tu lado.

- Sí, hermano, eso ya lo sé. A mí me dijeron lo mismo.

- A mí igual.

- ¡Mierda!

- Ni modo, chingá, acéptalo.

- Sí, en incluso vete un poco más atrás y perdónale lo que te hizo y no te ahogues en culpa. Lo que hiciste hecho está y no hay vuelta a atrás.

- Así es.

- ¡Mierda! ¡Mierda!

- Sí, hermano. Mira, yo qué más quisiera que no pasaras por esto.

- Claro, yo igual, pero es normal.

- No te puedes saltar los procesos.

El libro de las conversacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora