azul

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    Estaban corriendo, y al principio, él creyó que escapaban de algo...

    Supo que ese no era el caso cuando ella se giró a sonreírle, lo hizo de una forma radiante y cegadora, si de por sí ya era eclipsante cuando ella sonreía era todo un espectáculo. Cinco prometía jamás cansarse de ella y su sonrisa.

—¡Vamos, Cinco, apresúrate!—Exclamó mientras reía levemente, él asintió algo embobado, muy absorto en ella y su vestido floreado que se movía al compás del viento y dejaba sus piernas pálidas y cremosas al descubierto.

—¡Será mejor que corras más rápido que yo, Vanya!—Advirtió con una sonrisa picara mientras se trasladaba por el espacio con ayuda de sus dones, mientras que ella se giraba nuevamente y atajando su sombrero se apresuraba a correr con todo lo que sus piernas daban, tropezando levemente en ocasiones por la euforia y adrenalina que aquel simple juego proporcionaba.

     Antes, Cinco habría criticado aquel estúpido juego del gato y del ratón, pero ahora, jugarlo con ella, se sentía como el mismísimo paraíso. La arena estaba tibia cuando se metía bajo la planta de sus pies y mientras corría podía ver su delgada figura curvilínea alejarse y casi perderse en aquel cielo azul profundo de verano, su cabello se movía y su risa parecía hacer eco en aquella playa vacía. Él nunca se sintió tan vivo, tan libre... tan feliz y completo.

—¡Rápido, Quentin!—Se burló mientras él negaba suavemente, divertido y algo incrédulo.

     Vanya insistía en llamarle Quentin, como no tenía nombre y no estuvo presente cuando su madre les otorgó uno a cada uno, ella decidió ponerle aquél nombre. 

    Con determinación y activando su salto por el espacio la atrapó desde atrás, rodeándola con sus brazos por la cintura y deteniéndola, ella no paraba de reírse mientras se dejaba ser manejable entre sus brazos, casi derritiéndose junto a su cuerpo.

—Te atrapé—susurro mientras ella quitaba su sombrero playero con ayuda de su mano y dejaba que el viento se lo llevase, con mejillas ruborizadas y ojos brillantes se giró a verle, lucía feliz y plena.

—Lo hiciste—aceptó, y sus palabras sonaron más profundas, como si escondieran un significado doloroso. 

—Ya me hiciste jugar éste juego, ¿satisfecha?—Cuestionó mientras la soltaba, pero antes de separarse ella negó y tomando sus brazos con sus manos los puso alrededor suyo nuevamente.

—No me sueltes nunca, Cinco—susurró mientras se acomodaba en su pecho, luciendo pequeña y vulnerable, a veces se olvidaba que lo era, que era distinta, diferente a él.

     Ella era frágil.

—Vanya...

—Solo... veamos el atardecer—pidió mientras se giraba a contemplar el sol en el horizonte de aquel mar cristalino, Cinco, sin poder negarle nada, aceptó mientras se acomodaba en la arena, con el cuerpo de Vanya recostado entre sus piernas—. Es tan tranquilo aquí—comentó sonando ausente, Cinco asintió, cerrando levemente sus ojos al sentir una fresca brisa que lo llenó de calma.

—Lo es, siempre tenía entre mis planes viajar por el mundo y recorrer diferentes escenarios turísticos—confesó con una sonrisa nostálgica, recordando un pasado dónde se mantenía encerrado en su cuarto estudiando y escuchando la melodía que aquel dulce violín provocaba.

—¿De verdad? No tenía idea—murmuró, acurrucándose en su pecho y mirando como el sol se ocultaba lentamente, luciendo de un naranja rojizo.

—Claro que no, era bastante reservado, la única que se podía meter bajo mi piel por alguna razón eras tú—admitió mientras rememoraba las pocas veces que había hablado durante su infancia, mientras recordaba las veces que se escabullía fuera del salón de música y se escondía para escucharla tocar, mientras la miraba discretamente y recordaba ciertos patrones y manías que Vanya había adquirido con el pasar del tiempo y que quizás ni ella misma lo sabía.

—Sabes que ésto no es real, ¿verdad?—Después de un tiempo dijo, alejándose de su pecho y sentándose de forma erguida, mientras le miraba tristemente.

     Ah, él recordaba esa mirada hueca y vacía, apagada y como si fuera un abismo infinito, Vanya siempre la tenía de pequeña.

—¿Quieres caminar?—Termino preguntando mientras se levantaba, ella asintió mientras él le daba su mano, ayudándola a levantarse caminaron juntos mientras él apretaba su mano fuertemente.

      Recordó tomar la mano de Vanya una vez, fue cuando su madre le revisó una carie que tenía en una muela en la sala de la enfermería y mientras le atendía Cinco, que pasaba por allí, al escucharla se adentró y al ver el miedo en sus ojos le tomó de la mano para darle confort.

     Algo cambió entre ellos luego de eso.

—Tu mano es cálida—Vanya susurró, sacándolo de sus recuerdos, él sonrío levemente.

—Me costó mucho atraparte, a veces te notas tan lejos de mí—aceptó mientras apretaba su pequeña y delicada mano aún más, temeroso, él no quería que ésto terminara.

—Cinco...—ella susurró mientras se detenía, haciendo que él se detuviese también, negando.

—Solo un poco más, por favor—suplicó, observándola detalladamente, recordando lo último que vio de ella aquél día que decidió irse.

—Si me vieras nuevamente, ¿qué me dirías?—Preguntó mientras sin darse cuenta, ella había soltado su mano y retrocedido algunos pasos.

—Nunca fue suficiente, el tiempo que pasamos juntos... nunca fue suficiente—reconoció con tristeza, bajando la mirada hacia la falsa arena en aquél falso mundo, una mano cálida le tomó de su mejilla e hizo que levantara su rostro.

     Vanya le sonrío dulcemente, al igual que lo hizo aquella noche antes de que él se fuera, cuando durmieron juntos porque sus pesadillas eran demasiado espeluznantes para que pudiera hacerle frente sola. 

—Dijiste que volverías a mí, así que hazlo, regresa a mí nuevamente—pareció ordenar, y sus palabras lo hicieron regresar al pasado, a aquella tarde cuando le comentó sobre sus planes de viajar en el tiempo; recuerda su rostro fruncido lleno de dudas e inseguridad, su inquietud cuando le hizo jurar que regresara, que no se fuera por mucho tiempo, que volviera a ella...

—Lo estoy intentando—susurró, algo decaído y desanimado, casi derrotado.

—Entonces no te detengas—cantó mientras besaba su mejilla—, es momento de que me vaya.

—Vanya, espera...



____1o de agosto del 2021(futuro)



    Cuando volvió a abrir sus ojos, Cinco se encontraba nuevamente en la monotonía de aquel mundo destruido y hecho pedazos, con un suspiro profundo giro su cabeza a un costado para encontrar a Dolores recostada contra una de las pocas paredes en pie.

—Hoy lo haré mejor que ayer—prometió mientras observaba a la mujer.

—Eso veremos...—Dolores pareció burlarse de él.

     Ya le mostraría, pensó con fastidio, les mostraría a todos y regresaría a impedir toda ésta locura.






The White Violin | The Umbrella AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora