abominación

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—¿Por qué no le muestras...? ¡¿Por qué no le muestras que clase de abominación eres?!


_____8 de agosto 2014 (pasado sin alteraciones)



—Lamento no poder dejarte hacer eso, aunque créeme, estaría honrada de poder verlo con mis propios ojos.

    Ella parpadeó ante la desconocida voz que fue capaz de escuchar, confundida intentó moverse de dónde sea que estuviera, sintiéndose entumecida y lánguida. Todo dolía, su cuerpo, su cabeza, sus movimientos; ¿qué le había pasado? ¿Qué le habían hecho a ella? Pestañeando un poco alzó su vista, percibiendo un aroma putrefacto y notando que se encontraba en el callejón apestoso a un lado de la academia, ¿qué hacía ella allí? Luego de minutos realizó que estaba sentada en el suelo, con su espalda pegada a la pegajosa y húmeda pared que se encontraba siendo usada como respaldo. 

—¿Quién eres?—Susurró con dificultad, sintiendo su voz raposa, como si hubiera estado gritando, incluso pudo saborear la sangre en su boca.

—¿Yo? Oh, nadie importante comparado a ti, cariño, aunque si en verdad quieres saber me dicen La Encargada—con una voz sumamente irritante se presentó, Vanya alzo su cabeza y la miró, aunque su mundo girara aún y todo se viera desenfocado y borroso pudo distinguir a la mujer parada a metros suyo.

—¿Qué haces aquí?—Preguntó nuevamente mientras ponía la palma de su mano en la fría y áspera pared, intentando pararse, la dama con cabello platino que vestía una gabardina oscura y lentes de Sol pareció debatirse entre ayudarla o dejarla sola.

—Bueno, esa es toda una pregunta—dijo, riéndose como si lo hiciera de un chiste privado, Vanya le miró a medida que se levantaba, sintiendo sus piernas temblar como si fueran masillas.

—¿Podrías responderla? ¿O acaso es demasiado complicado para tí hacerlo?—Sonando ruda y grosera escupió, observando con impaciencia a la mujer que desentonaba completamente con su entorno, Vanya se sentía cansada y como si un camión la hubiera arrollado más de una vez.

     No estaba para juegos, y la señora pareció notarlo, sonriendo con aquellos labios pintados de rojo carmesí que se curvaron de forma maliciosa por su rostro pálido.

—Verás, Vanya, en realidad he venido aquí con el propósito de persuadirte de que no hagas lo que sea que estabas por hacer ahora—explicó con lentitud, como si estuviera hablando con una niña de cinco años en vez de con una adolescente de dieciocho años, sonando casi como Grace.

—¿Cómo sabes mi nombre?—Con recelo y desconfianza replicó, atajándose con ayuda de la pared para mantenerse parada y mirando a La Encargada con sospecha.

—Bueno, ¿acaso me he confundido? Creí que eras número siete, miembro de la Academia de...

—Corta la mierda, por alguna razón no te creo nada—gruñó mientras se acercó más a la pared, sintiendo que esa mujer representaba un amenaza.

—Eres más astuta de lo que me contaron—mientras se sacaba sus lentes dijo, su otra mano sostenía con fuerza y seguridad un maletín, y por alguna razón Vanya quiso saber el contenido que ocultaba dentro.

—¿De dónde eres?—Susurró sin pensar, con la vista pegada en el maletín, sin notar la mirada maliciosa que la señora le otorgó.

—Bastante astuta—repitió sonando maravillada, escondiendo algo bajo ese viscoso tono de voz que a Vanya le resultaba inquietante y desagradable por alguna razón desconocida—. Pertenezco a una organización llamada La Comisión que resuelve mediante la eliminación de objetivos cualquier amenaza que atente con nuestro principal trabajo, el cuál es que nos aseguremos de que todos los eventos importantes que se suponen deban suceder... sucedan—contó mientras le miraba con orgullo, Vanya enarcó una ceja, ¿quién de las dos era realmente la trastornada en aquél callejón?

The White Violin | The Umbrella AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora