redimirse

462 52 11
                                    

—¿Vanya? ¿Está todo bien?

    Ella se giró a ver la silueta parada en el pasillo, por la oscuridad de la habitación apenas podía distinguir su rostro pero por su voz familiar reconoció quien era.

—No, Ben, no lo está—honesta murmuró, sintiendo su voz temblar y su vista volverse borrosa por las lágrimas contenidas, con inseguridad su hermano se adentró en la habitación.

—Volverá, tranquila, todo mejorará—con intenciones de tranquilizarla pareció prometerle, mientras con suavidad se sentaba a su lado en la cama, mirándole comprensivamente.

      Esa noche, la noche del día en que Cinco se había ido, Vanya fue consolada por su hermano Ben.



_____6 de abril del 2005 (pasado sin alteraciones)


    Un viento frío la hizo estremecerse, sacándola de su recuerdo, sintiendo la cruda realidad estirándola lejos de su ensoñación. Poco a poco su actualidad la atrapó, volviéndola al presente, dónde con lentitud sus sentidos comenzaron a captar sensaciones; desde el llanto de Allison hasta el suave sollozo de Klaus, pudiendo sentir desde las gotas de lluvia que se resbalaban del paraguas impactando contra el suelo hasta la dura mirada que su padre dirigía hacia al ataúd cerrado. 

     La escena se notaba como sacada de una película, irreal y apagada, ajena a ella. Pero dentro suyo, su corazón herido sangró nuevamente, incrédulo y dolido, llorando una muerte también. Vanya apretó el mango del paraguas y posó su otra mano sobre su boca, ahogando un sollozo cuando todo comenzó a impactarla.

"—B-Ben... él... ¡él ha muerto!"

     Es lo que había gritado desconsoladamente Allison luego de que regresaron de la misión, una cualquiera, otra cotidiana de la cuál Vanya no prestó atención. Ella se encontraba ensimismada con su violín cuando por la tarde escuchó el portazo desde la primera planta, sorprendida por tal inadecuado comportamiento se acercó curiosa al pasillo, mirando desde las escaleras la sala principal, viendo a sus hermanos con caras impactadas, horrorizadas y algunas en lágrimas. 

    Ni Pogo o Grace pudieron tranquilizarlos, nadie pudo calmar esa rabia llena de injusticia y dolor dentro de aquellos adolescentes de dieciséis años que acababan de perder a uno de ellos. Era extraordinario, algo que nadie creyó que alguna vez pudiera pasar, aunque bailaran constantemente con la muerte debido a sus misiones no se sentía palpable.

     No hasta ese día, en que sus hermanos dejaron de sentirse como dioses y comprendieron la gravedad del asunto, lo que verdaderamente implicaba ser un héroe en toda regla.

     Morir para salvar no sonaba correcto...


_____


      Esa noche, mientras Vanya contemplaba su techo, apostó en su mente a que nadie estaba durmiendo. Allison probablemente estaría con Luther, ambos buscando consuelo entre sí, mientras que sus dos hermanos restantes eran un misterio; supo que no por el constante ruido que escuchó por el pasillo, no debían estar haciendo otra cosa que llorar o culparse en silencio.

    Lo comprendía, ella habló con Ben esa mañana también, recuerda tocar su mano tímidamente para preguntarle si podía prestarle uno de sus libros, recuerda como él le sonrió amablemente y le dijo que siempre que quisiese podría ir a su habitación y tomarlos de sus estantes sin preguntar. Tragando Vanya presionó el libro de tapa dura aún más contra su pecho, lagrimeando nuevamente, pensando en que quizás ahora ya no será capaz de entrar y salir de la habitación de su hermano con tal libertinaje. Un golpe suave en su puerta la sacó de sus deprimentes pensamientos y con la voz visiblemente quebrada le otorgó permiso a quien quiera que estuviese del otro lado para que pasase.

    Eran Diego y Klaus, con sus almohadas y luciendo notablemente apagados.

—¿Podemos pasar?—Diego inquirió al mismo tiempo que Klaus preguntó:

—¿Pijamada?

    Vanya sonrió tristemente mientras levantaba su manta a modo de invitación, Klaus fue el primero en aceptar su oferta para meterse a un lado suyo y acurrucarse, Diego suspiró con cansancio y alivio mientras cerraba la puerta con cuidado y se colocaba al otro lado.

—Es apretado—Vanya notó una vez que todos se habían acomodado, pues su cama era de una plaza y media, no exactamente pensada para tres adolescentes. Klaus rió levemente mientras Diego bufó.

—¿Qué es eso que tienes ahí?—Klaus preguntó mientras tomaba su libro y lo examinaba, Vanya notó desde la luz que entraba por la ventana su rostro pálido y ojos rojizos.

—Un libro—murmuró con simpleza, sin querer indagar en su procedencia.

—¿No te cansas de leer? Dios, eres igual que...—Diego parloteó antes de cortarse, Vanya sintió como a su lado Klaus se congeló—, olvídalo.

—Era un romántico—fue todo lo que dijo su hermano a cambio, mientras miraba la portada del libro con nostalgia contenida—, es Romeo y Julieta, ¿verdad?

—Sí, me lo prestó... aquella mañana—aceptó y se arrepintió en el instante en que Klaus comenzó a sollozar nuevamente.

     Esa noche, apenas durmieron. Vanya abrazó a un Klaus que lloraba infinitamente mientras de vez en cuando miraba con preocupación a su hermano Diego, quien lucía ausente mientras observaba el techo sin siquiera parpadear.

    A la mañana siguiente, cuando se despiertan, Diego es el primero en notar una estatua oscura en el patio trasero...

The White Violin | The Umbrella AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora