estela

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—¿Hola?

    Con inseguridad saludó, parpadeando repetidas veces debido al reflector que la alumbraba directamente en el rostro, dejándola medianamente ciega, el esplendor era tal que incluso podía sentir como estaba comenzando a sudar, no supo si debido a la cálida luz o a los nervios del momento. 

    Nunca le gustó ser el centro de atención de todas formas...

—¿Cómo te llamas?—Una voz gruesa e irreconocible inquirió, sonando desinteresado e incluso cansado, ella pensó que estaba bien, que ha estado escuchando todo el día gente con diferentes instrumentos que quieren ser reclutados en la orquesta Icarus también, que no debería preocuparse por no entrar o por el sudor en sus manos que podrían hacer que su arco se resbalase.

—Vanya...—susurró algo disuelta, con la mente en blanco, apenas recordando su nombre—. Vanya Har-Hargrevees—dijo en voz alta y tartamudeando un poco, sintiendo la ansiedad consumirla por dentro, aún si había tomado dos de sus pastillas antes de entrar a la audición.

—Disculpa, ¿puedes repetirlo de nuevo?—El señor que ahora puede ver sentado entre las butacas pidió, con su mirada pegada a la lista frente a sus ojos, sin siquiera evaluarla.

—Me llamo...—algo frustrada empezó, no encontrando las palabras, sintiendo su lengua enredada y un nudo en la garganta—. Soy número siete—susurró algo bajo, impotente, y quizás por la acústica del lugar, extrañamente el hombre la escuchó.

—Oh, sí, aquí estás—pareció decir para sí mientras tachaba algo en su lista—. Bien, toca algo—con un ademán de manos exigió.

    Vanya tragó algo de saliva, colocando el violín en su hombro izquierdo a modo de soporte mientras utilizaba su barbilla como pinza para atajar al instrumento, luego de sentirlo bien sujeto y encontrar una buena posición exhaló profundamente. Colocando el arco a la altura del violín, más precisamente de las cuerdas, comenzó a crear algo de sonido decente. Cerró sus ojos para tranquilizarse un poco, para no sentir el peso de las miradas criticas sobre su figura, para imaginarse en un lugar irreal. Chaikovski ciertamente logrará calmarla y darle paz, como si el sonido que salía de las cuerdas pudiese transportarla a un lugar imaginario y completamente de su pertenencia, su propio reino privado en dónde podía ser lo que quisiera, dónde podía sentirse invencible y poderosa, sin límites que la restringieran.

¿Vanya?

    Aturdida se detuvo, silenciando la composición, abriendo sus ojos algo asustada mientras miró su panorama de forma paranoica y aterrorizada. Pero para su sorpresa, el teatro se encontraba repleto, cada butaca antes vacía tenía una persona en ella ahora y la gente, extasiada, se levantó de sus lugares para aplaudirle.

    Se siente insólito y... algo extraordinario.

—¡Felicidades, eres el primer violín!—De entre la multitud llena de gritos, aplausos y silbidos escuchó a alguien exclamar, con ojos aguados Vanya se permitió sonreír flojamente mientras observó el suelo del escenario con alguna que otra rosa que estaba siendo lanzada hacia ella.

—Gra-Gracias, oh, no saben cuánto tiempo he estado practicando y yo so-solo... muchas gracias—consternada susurró mientras dejaba el arco deslizarse de entre su mano y caer el suelo, sintiendo a su otra mano que sostenía su violín temblar.

—Lo lograste, número siete, sabía que no eras un completo fracaso—una voz tras su espalda soltó con altanería, petrificándose en su lugar, Vanya notó por la periferia de su ojo a su padre posicionarse lentamente frente suyo, tapando un poco la vista que tenía de la gente adorándola.

—Q-Qué... ¿Qué estás haciendo aquí?—Susurró en un hilito de voz, sus ojos que escocían liberaron sus lágrimas, pero su padre se notó indiferente ante su rostro lagrimoso.

The White Violin | The Umbrella AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora