16.

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A parte de que la luz entraba por la ventana, pues la noche anterior no cerraron las cortinas, el rubio se despertó por el olor a huevos fritos y tal vez tocino.

Se levantó con lentitud y se sentó en la cama, aun adormilado. Se levantó de la cama y, grave error, se cayo al suelo, dejando que se escuchara un horrible golpe.

El pelirrojo regresó corriendo a la habitación después de haber escuchado el golpe y no se vio sorprendido de verlo allí tirado.

—¿Qué pasó?— el mayor le vio esperando su respuesta, pero el rubio le vio con enojo al ver que se quería reír.

—¡No te quieras burlar de mí, idiota!— tomó una pantufla y se la aventó. El mayor soltó una gran risa.

—Lo siento, no puedo evitarlo— seguía riendo y el que se hallaba en el piso, sonrió al verle.

—Ya. Ayudame a levantar-hm.

—Sí, claro— acercó a él y le cargó estilo princesa. Luego le depositó en la cama. —¿Cómo te sientes?

—Parece como si hubiera hecho ejercicio hasta morir-hm— se cubrió con las sábanas al ver su desnudes.

—Sí, sí hiciste ejercicio— le revolvió el cabello.

—Sabes a lo que me refiero, idiota.

El mayor sonrió y luego se sentó en la orilla de la cama, quedando de frente al otro. Acarició su mejilla levemente y luego depositó un beso casto sobre sus labios.

—¿Ahora qué seremos, Dei?— dijo con sus ojos cerrados y con sus bocas levemente separadas.

—Después de que me dejaste invalido, ¿todavía tienes la osadía de preguntar?— dijo con una sonrisa y le tomó del rostro para volver a juntar sus labios.

Se besaron por largos segundos y cortos minutos, disfrutaban de cada tacto que había entre ellos.

—Tengo que ir a cuidar a Menma— el pelirrojo comenzó a atacar su cuello.

—¿A qué hora?— preguntó mientras continuaba con su acción.

—No lo sé, ¿a las dos?— su respiración calmada poco a poco se agito y algunos gemidos y sollozos se vieron llenando la habitación de nuevo.

—Tenemos tiempo— volvió a recostar al rubio y él se puso encima.

—Sasori...

Tiempo después de que nuevamente se demostraran su amor, desayunaran y de vez en cuando se besaran, y se metieran al baño a ducharse, que también se había convertido en el escenario perfecto para demostrarse su amor, llegaron a la casa del Uchiha.

Cuando este les vio, sonrió un poco y se despidió de Menma y de ambos. Salió de la casa y su rutina del día anterior con el menor había vuelto.

>•<

Y así había sido la vida del rubio y el pelirrojo. Por algunas noches y mañanas el menor se la pasaba en el departamento de Sasori.

Hablaban de cosas triviales, de la escuela y cosas que ambos les gustara. O simplemente se encerraban en su habitación, se quedaban en el sofá o encontraban y estrenaban cualquier lugar para demostrarse cuanto se querían.

Al poco tiempo de que su relación se formalizara un poco mas, alguien nuevo entró a la vida de los tres.

Una chica pelirrosa llegaba de vez en cuando, yendo a preguntar como estaba el Uchiha y el niño.

En casi un mes, los tres se la pasaban en vela. En ese casi mes el azabache había entrado en un tipo de depresión y cansancio. Se hallaba estresado por el reciente divorcio, el cumpleaños que pronto se acercaba de su hijo y los dos trabajos que ahora lo sostenían.

Le daba dinero al rubio para cuando necesitaba comprar algo de comida, luego se encerraba en su habitación y se ponía a llorar en silencio. Su hijo no debería verlo así.

Sasori era el que compraba todos los víveres, entre los dos llenaban de regalos a Menma, y la Haruno lo llevaba a diferentes atracciones que habían.

Sólo había un lugar al cual el pelirrojo y el menor iban solos: la biblioteca.

Pronto la habitación del Uzumaki se había llenado de puros libros. Libros que eran regalados por el nuevo tío.

Para los eventos que habían, nadie le pedía nada a Sasuke por ese mes. Sasori, Deidara y Sakura eran los responsables de ambos.

Aunque al llegar a mediados del otro mes, el azabache mayor ya se veía un poco mejor. Ya no trabajaba en el restaurante, ahora sólo trabajaba en la editorial mas grande que había. Era un gran periodista, sus columnas y demás, siempre se leían.

Y por ello su paga se hacía mas y mas grande. Y aunque eso pasara, la rutina que tenían con el menor nunca cambio.

En esa mitad de mes, el rubio se hallaba serio y el azabache un poco triste.

Sasori se había llevado al pequeño, pues una nueva feria del libro se estaba presentando en la ciudad.

La razón por la que ambos se hallaban así, era por las palabras del mayor.

—Debes decirle a Menma la verdad.

Pero... ¿cómo?

No cometí el error. (Veinte días). ~SasoDei~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora