18.

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La necesidad. Se hallaba en necesidad de los mimos de su novio.

El y el pelirrojo no podían salir por el repentino cambio de rutina que ahora tenían.

El ojiazul cuidaba de Menma, con ayuda de Mikoto y su madre y, de vez en cuando, con la de su padre y pareja, pues estos dos se encargaban de la empresa Uchiha.

El pelirrojo no iba a la casa del menor, pues su mejor amigo vivía allí. Y sentía las miradas matadoras.

Por lo que sus días para verse eran... Un día a la semana.

Hablaban por mensaje, sí. Hablaban por llamada, sí. Hablaban por videollamada, sí. Pero no era lo mismo que verse frente y demostrarse su cariño.

Por lo que, ese día que pudieron verse en su casa del menor, se les hizo algo extraño que el teléfono sonará.

El ojiazul fue a atender y se escuchó la voz del azabache menor. Después de unos minutos, se acercó al sofá y le anunció de la noticia.

—Quiere que Mikoto llevé a Menma. Le van a decir.

—Esperemos que no pase nada malo.

—Faltan algunos días para que Naruto se casé, por lo que supongo que esta bien que se lo digan ahora, ¿no?

—Sí, supongo que sí. De todos modos es su decisión y esperemos que les vaya bien.

Se quedaron en silencio nuevamente, pensando en lo que pasaría cuando el menor se enterara.

—Iré con él. Por si acaso.

—¿Crees que debas?— preguntó mientras arqueaba una ceja.

—Sí. No sé que pasaría si no. No sé como reaccionaría Menma.

—De acuerdo, si es lo que quieres, supongo que esta bien.

—Pero tú no vendrás— sonrió.

—¿Qué? ¿Por qué no?

—Porque es un tema familiar.

—Soy como ya parte de la familia.

—Aparte, debes ir a la universidad. No puedo hacer que faltes por nada, te falta ya poco para que termines— le tomó de la mano y acarició el dorso con su pulgar.

—De acuerdo— suspiró, derrotado. —Sólo por qué tú me lo pides.

—Sí, sí, como digas— puso sus brazos al rededor de su cuello. —Dame un beso— le sonrió.

El pelirrojo le regaló una sonrisa ladina y se fue acercando poco a poco a sus labios. Estaban a escasos centímetros de besarle, cuando una pequeña voz les interrumpió.

—¡Tío Dei!— el menor venía bajando las escaleras con rapidez.

—¿Qué pasó?— el chico rió un poco por la cara de molestia de su novio; aunque no lo estaba.

El menor llegó a donde su tío y se subió en su regazo, ganándose un ceño fruncido por parte del pelirrojo.

—¿Ya habló mi mamá?

—Sí, pero me dijo que en un momento te habla.

—¿En serio? Bueno, ya que...— se alzó de hombros e hizo un pequeño puchero con sus labios.

—Sí, también me dijo que quiere que vayamos a donde él esta. El y tu papá tienen que decirte algo.

—¿Mi papá?— vio el brillo en sus pequeños ojos azules. Asintió. —¿Va a volver con nosotros? ¿Ya no va a trabajar tanto?

Sasori pudo ver como el rubio se notaba desanimado, sin saber muy bien que responder a esas preguntas. Por lo que decidió contestarlas él mismo.

—Supongo que podrás preguntarle una vez que lo veas— habló y ambos chicos le vieron. —¿Qué te parece si vamos al parque?

—¡Sí!— alzó sus manos en señal de celebración.

—Ve por tu abrigo— el menor asintió y bajó de su regazo para subir las escaleras rápido y cuidadosamente.

Sasori abrazó al rubio, y éste le correspondió, ocultando su rostro entre su cuello y hombro.

—Gracias...— le murmuró. —Gracias por darle una pequeña esperanza.

—Cuando eres niño, tienes que enterarte por tu cuenta lo que ha pasado a lo largo de tu vida.

—No supe que responderle.

—Y no pasa nada. Ellos nunca le dijeron nada, por lo que ahora se van a ver mas lastimados en su reacción.

—¿Si Menma los odia?

—Lo educamos, lo educaron bien. El, aunque quiera, no puede odiar a alguien. Primero tiene que razonar lo que pasa, para luego ver sí esa persona merece su odio o no.

—Supongo que tienes razón.

—¡Ya volví! Hay que irnos.

Rápidamente se separaron y el menor limpió unas pequeñas lágrimas que habían logrado salir de sus ojos.

—Hay que irnos— el mayor se levantó y tomó la mano de su novio, y con la otra la del infante.

—¡Sí! ¡Al parque!— se dirigieron a la puerta y salieron.

Los tres tomados de las manos, sin saber que, después de ese día, sus vidas cambiarían en un segundo.

No cometí el error. (Veinte días). ~SasoDei~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora