Se escuchó que la puerta fue cerrada de un portazo. Deidara se asomó y vio que había entrado Sasuke junto con Menma.—¿Donde esta mi madre?— preguntó Sasuke mientras sacaba sus cosas de la mochila.
—Fue a comprar algunas cosas para los días que faltan. Dijo que quería ir antes de que se fuera.
—¿Se va a ir?
—Sí, mañana en la madrugada; yo la iré a dejar al aeropuerto.
—Iré a bañarme— se fue por el pasillo y de ahí se escucharon puertas abriéndose y cerrándose con fuerza.
El rubio se acercó a su sobrino y le quitó todos los abrigos y suéteres que su papá le había puesto y que no supo de donde había sacado.
—¿Cómo les fue?— se sentó a su lado en el sofá.
—Mamá dijo que esa señora estaba mal de la cabeza. Me dijo que si yo me quería ir a vivir con ella y con mi papá; fue muy extraño.
—¿Te lo propuso ella?— asintió. —¿Cómo se llama?
—Le llamaron Hinata, no sé su apellido. Se ve que tiene un poco más de dinero que papá.
—Hinata...— murmuró, pensando. —Tal vez era... ¿Hyuga?— el menor le vio con cierta sorpresa. —¿Era Hinata Hyuga?
—Sí, creo que sí. No estoy muy seguro— el menor frunció su ceño.
Se hizo un pequeño silencio. Un silencio que fue interrumpido por el pequeño ruido que provino del estómago del menor. Los dos rieron.
—La comida ya esta hecha. Ven, te serviré— le tomó en brazos y le llevó a los bancos que se hallaban frente a la barra. —Hice ramen y onigiris.
—¡Sí! ¡Onigiris!— exclamó con felicidad.
El rubio rió un poco por la acción hecha y puso dos platos enfrente del menor.
—¡Gracias por la comida!— dijo y luego comenzó a comer.
Deidara veía al chiquillo comer y luego de unos minutos, escucharon la puerta de la entrada siendo abierta y cerrada al instante.
Ambos se asomaron y se encontraron con Mikoto, quien cargaba unos bolsas de papel. La azabache vio a los dos chicos y les sonrió.
—¿Me van a ayudar o me seguirán viendo?— el ojiazul mayor al escuchar esa frase se acercó a la mujer y le ayudó con unas cuantas bolsas. —Hola, pequeño— dejó un beso sobre la frente de su nieto.
El menor sólo sonrió y le saludó con la mano, pues su boca estaba llena de una porción de onigiris.
—Compró muchas cosas...— dijo el rubio, acomodando todo lo de las bolsas.
—Sólo hago lo mejor para mi nieto. Sé que tú no le darás una buena alimentación, y Sasuke trabaja todo el día.
—Si por mí fuera, te doy pizza todos los días— ambos chicos rieron y Mikoto negó.
—Iré a acomodar mi maleta. ¿Recuerdas a que hora sale mi vuelo?— se volteó a ver al Uzumaki.
—A las tres y media de la mañana— hizo una mueca. —No le veo mucha necesidad de que haga su maleta en estos momentos.
—Mas vale prevenir que lamentar— dijo yéndose por el pasillo.
—¿Y eso que tiene que ver?— frunció su ceño y vio al menor, quien sólo se levantó de hombros y se terminó el poco ramen que le sobraba.
—¡Ya acabe!— se limpió sus labios y vio al mayor con una sonrisa.
—¡Yo también!— dijo acomodando los últimos productos. —Tú tomaras un baño— le señaló.
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No cometí el error. (Veinte días). ~SasoDei~
DiversosContinuación de la historia: "Veinte días" centrada en la pareja secundaria SasoDei