Capitulo 10

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Please forgive me - Bryan Adams

En ese momento el grito de Fox no sólo hizo que mi corazón y mi cuerpo  temblaran. También el miedo se apoderaba de mí.

- ¿Quiere explicarme que es todo esto? - la pregunta de Fox hace que él busque con su mirada una respuesta.

Albert se acerca y los interrumpe.

- Ha sido mi culpa general - dice a modo de disculpa-. El capitán me ha querido enseñar algunos combates cuerpo a cuerpo, me distraje y resulte herido - santo Dios gracias por escuchar mis suplicas.

Aunque no era lo justo que Albert asumiera la culpa, cuando todo había sucedido por los impulsos de Agapios.

- Vaya a que le curen esa herida en la enfermería Blake - dice el general y él se pone eneguida en marcha.

Me quedo a un lado mientras el general Fox fija su vista en la mía.

- Y usted,devuelvase a los camerinos cadete, hablaré algo con el capitán  - me ordena pero no lo hago.

- Yo me voy a quedar aquí señor.

- Serena regresa a tu camerino - veo como Agapios aprieta sus labios y me indica con su mirada que no es una buena idea el desobedecerlo en estos momentos.

- Si capitán - digo mientras avanzo hasta el pasillo que me lleva a mis camerinos.

La angustia del momento se transforma en una odisea. Los nervios me hacen jugar con mi cabello mientras lo trenzo y me muevo de un lado a otro como un animal enjaulado.

- Oye,detente, me vas a marear si sigues así -  me dice  Teresa mientras deja a un lado un libro de comedia romántica que hace pocas noches empezó.

- Los siento - digo mientras me siento en una esquina y muerdo mis dedos.

Oh Dios no puedo seguir sin saber nada.

- Saldré un momento y ya regreso - salgo prácticamente corriendo de la habitación y cruzo el pasillo. Sin embargo mi camino es detenido a mitad de este cuando un brazo me jala y me hace a un lado de las bodegas.

- Shh.. - dice él mientras me cubre la boca con sus manos.

-¡Sueltame! - digo mientras me zafo de sus brazos y él cierra la puerta a nuestras espaldas de la bodega en la que ahora estamos.

- Creí haber sido claro en que obedecieras en regresarte a los camerinos - pasa de largo hasta quedar enfrente mío.

- ¿Estas demente acaso? - gruño molesta-. ¡¿Cómo se te ocurre haber golpeado a Albert?!

- Le di una simple orden y no cumplió algo tan sencillo - dice cabreado.

- Te dije que no tenía  que ver con lo que me sucedio.

- No soy estúpido Serena, no iba a creer aquello de que resbalaste con un charco de agua - se acerca hasta donde estoy dejando muy poca distancia entre ambos-. Pensé que te había ocurrido algo peor. ¿Te duele mucho?

- No y es mejor que me regrese.

- No te vayas aún.

- Pudieron descubrirnos. Era la razón por la que me aleje de ti 

- Dije que me encargaba de eso. Te has ido evadiendo lo que sucede entre ambos. No puedo seguir en esta situación. Me estoy volviendo loco.

- Lo nuestro no puede ser, te dije aquella noche que me alejaría de ti por nuestra propia seguridad.

- ¡Y seguiste como si nada! - exclama.

- ¿Crees que seguí como si nada? No tienes idea de nada. Aparentar que nada sucede es una completa porquería - juro que en aquel instante estaba aguantando las ganas de no llorar.  No podía venir y hablarme como su supiera lo que pasa por mi mente.

PERFECTO TORMENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora