Prólogo

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─Creo que este sillón me pone caliente.

─¿Cómo te hace sentir la cama?

Gabriel parpadeó.

─Creo que me hace sentir... sorprendido.

─Quiero que vengas conmigo al piso de arriba

─En un minuto ─debido a que Gabriel tenía que hacer de algo primero. Él puso su mano sobre el pecho de Renato, cicatrices, latidos del corazón, los músculos, lo empujó hacia atrás lo suficiente como para llegar al cierre de sus pantalones vaqueros.

Mantuvo la mirada de Renato, le gustaba lo que veía; todavía con cierta timidez, todavía con un poco de miedo, pero sobre todo, esta vez fue sobre todo las ganas.

Y tal vez algo más.

─Volve a romper conmigo, y voy a hacer algo drástico... como mudarme a otra provincia ─murmuró Gabriel, tirando de los jeans abiertos de Renato y deleitándose con el sonido que producía.

─No podés… hacer eso ─dijo Renato, sin aliento y crudo.

─Entonces no me dejes…

Gabriel había agarrando con fuerza el miembro de Renato y luego la charla terminó.

*****

Renato puso su camiseta en la parte inferior de la canasta en la cocina. Apagó las luces y se dirigió hacia las escaleras hasta el dormitorio. Gabriel ya había subido.

Gabriel en su dormitorio.

Renato no se asustó, hubo un solo momento en que pensó suavemente en la falta de Agustina pero empujó la idea hacia un lado. No por la imagen, porque ella nunca jamás desaparecerá por completo de su mente, dd su vida, pero no había lugar en la habitación ahora para los dos.

Puso su mano sobre el pomo de la puerta, inhaló, y la abrió. Gabriel estaba de pie al lado de la cama, desnudo y mirando un poco confundido.

─¿Vos… mmm, cambiaste la habitación?

─Sí, pensé que era el momento. ─Renato cerró la puerta, y echó la cerradura

─Me gusta.

─Gracias. Las sábanas están limpias ─agregó, de forma útil y un poco estúpida
a la vez.

Gabriel se echó a reír, sacudiendo la cabeza. Se metió en la cama, moviéndose como si se estuviera preparando para una larga hibernación.

─No por mucho tiempo. Entra.

Los pantalones vaqueros de Renato golpearon en la pared de la habitación en un
tiempo récord.

*****

«Media hora después de un felices para siempre…».

─Así que... ─Renato Quattordio comenzó, mirando los rincones en penumbra del techo de su dormitorio. A su lado, su –en verdad tenía que usar un nombre del cual no se avergonzara– Gabriel estaba a punto de quedarse dormido, haciendo unos pocos movimientos para acomodarse.

Al parecer, la teoría de «los hombres se duermen después del sexo» era un cincuenta por ciento cierta, basada únicamente en los ocupantes de la cama.

─¿Entonces? Te repito. Si tratas de deshacerte de mi otra vez, me voy a Uruguay.

─Dijiste otra provincia.

─Es lo mismo.

─No, claro que no.

─Vos entendés─bufó Gabriel.

#2 D&D Quallicchio [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora