Capítulo 1

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Unos meses después…

Gabriel Gallicchio rodaba su carrito de las compras a través de la multitud de compradores en Jumbo.

─Bruno, Isabella, permanezcan en el mismo pasillo que yo, ¿si? ─Gabriel se detuvo ante el estante de los shampoos  y trató de encontrar la nota de Guille –antes Guillermina, ahora sólo respondía a Guille, especialmente ante sus amigos– en su lista.

Tampoco debía olvidar la crema de Emilia, eran niñas muy agradables  pero sabía que no debía meterse con su rutina de belleza. Él tenía una lista, un puñado de cupones de descuentos, y los gemelos a quien vigilar. Si dejaba que ellos anduviesen sueltos por ahí,
habría quince cajas de chocolates y galletas en el carro para cuando llegaran a la caja.

─Pero estaaamos acá─cantó Isabella, brincando sobre la base de la estantería y
poniéndose de pie sobre la misma─. Sólo queremos mirar las golosinas.

─¿Mirarlas? ¿En serio? ¿O tratar de meterla en el carro?

─Es que son muy ricos ─lo engatusó, parpadeando con sus grandes ojos y hoyuelos.

─Tiene suficiente azucar para un año. ─Gabriel encontró el shampoo exacto que Guille había escrito y puso dos botellas en el carro, las cremas no estaban lejos.

Tenía tres cuartas partes de la lista y casi no le quedaba más espacio en el carrito. Alimentar a dos hombres adultos y cuatro niños en crecimiento requería un remolque.

Bruno apareció al lado de Gabriel con una expresión extraña; Gabriel sospechó que
estaba tratando de pasar de contrabando unos alfajores hacia el carro. El chico estaba cerca de los siete y medio y crecía rápidamente. Si no lo estaban alimentando, era porque estaban tratando que le entraran los pantalones.

─Dios, soy Maru Botana─murmuró Gabriel, tachando el shampoo de su lista─. Escuchen, podría mirar a otro lado, pero tendran que ayudarme a terminar esta lista antes de que la pierda.

─¿Perder la lista? ─preguntó Isabella, mirando el papel en la mano.

─Perder la cabeza ─dijo Bruno amablemente, sacando unos alfajores de su campera. Un semi-robo de comida no sana.

─Sí, perder la cabeza. Tenemos que terminar esto. Tenemos que correr a la farmacia. Tenemos que recoger a Emi y Guille en la cancha de hockey.

Continuaron por el siguiente pasillo, Gabriel envió a Isabella a tomar el yogurt –.tenía un cupón– y a Bruno el jugo de naranja –también tenía un cupón. Gabriel llenó el último pequeño espacio en el carro con once litros de leche y dos docenas de huevos.

Estaba reordenando las latas de atún y tres bolsas de verduras cuando esa sensación familiar de esto se trataba su vida ahora lo golpeó como un sofoco. De ser un soltero el año anterior viviendo en un apartamento pasó a cuidar de cuatro niños y ser un amo de casa, al siguiente.

Aparentemente hetero con un montón
de relaciones sexuales sin sentido la mayor parte de su vida, a vivir con un chabon,
enamorado de él y loco por sus hijos en un lapso de quince meses.

Gabriel tenía estos momentos un par de veces a la semana, no los lamentaba, más
bien parecía una increíble realización. No se quejaba (bueno, en realidad odiaba ir de
compras), no tenía temor (bien, tenía un poco de miedo por las reuniones de padres)

Estaba enamorado y satisfecho. Tomaría una bala en el pecho por Emilia, Guille, Bruno e Isabella.

Hasta cambiaría su nombre a Maru si ellos necesitaban que lo hiciera.

─Lo encontré ─dijo Bruno, poniendo los siete litros en el carro─. ¿Con esto
alcanzará?

─No. Tal vez. Está bien, necesitaremos otro carrito.─él reconoció su derrota. Ninguna reorganización iba a funcionar.

#2 D&D Quallicchio [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora