#2 D&D Quallicchio [Adaptación]

Capítulo 8

─Bueno, acá está la pregunta ¿por qué me importa si Renato no cree que somos gays? ─Gabriel le preguntó a Stef, mientras se sentaba en el sillón de cuero de su oficina. Su buena amiga y actual psiquiatra profesional parecía sorprendida cuando se giró para enfrentarlo.

─Wow, esa si es una forma de empezar una conversación. Pensé que era una visita social ─los ojos café de Stef se abrieron detrás de sus gafas para leer.

─Es una visita social. Esa fue una pregunta de amigo. ─Gabriel se acomodó en el sillón, estirando sus piernas tanto como pudo. Casi pudo alcanzar los Legos que los hijos de ella habían dejado esparcidos por el suelo.

─Reduce las implicaciones. ─Stef abandonó el papeleo con el que estaba peleando y se inclinó hacia atrás para darle a Gabriel su entera atención─. También soy un poco suspicaz con la gramática.

─Jaaaa. Ahora ayudame.

─Bien ─ella dio pequeños golpes con sus dedos en su barbilla, sus dientes intranquilos sobre su labio inferior─. ¿Así que Renato no piensa que él es gay o que ninguno de los dos lo son?

─Ambas. Mayormente él. Dice que no le gustan las etiquetas. ─Gabriel hizo una muecs─. Pienso que está pasando por todo esto de la vergüenza, pero es como… ¿qué es lo que piensa que estamos haciendo? ¿Está secretamente asustado por esto?

─¿Va a tratar y romperá las cosas otra vez?

Gabriel golpeó su cabeza contra el sillón.

─Stef por favor. No seas la Doctora Stef.

─Debes permitirme mezclar acá, Gabi. ─sonrió─. Ambas, la doctora y yo sabemos de dónde viene esto. Si Renato está tan incómodo con la percepción o concepto de ser gay, podría terminar las cosas de nuevo, sacarte de su vida.

Gabriel asintió, su rostro torciéndose en un ceño. Prefería enfrentar a un drogadicto armado sin nada que perder antes que pasar cinco minutos contemplando la vida sin Renato o los niños.

─Sí.

─Así que tiene sentido que te moleste.

─Me alegra que tenga sentido.

─Pasa en ocasiones ─inclinó su cabeza hacia él─. ¿Te consideras a vos mismo gay, Gabi?

─Bueno, doctora Stef, de hecho estuve pensando en eso, y sí… eso creo. Quiero
decir… técnicamente bisexual ya que no estaba fingiendo con todas esas mujeres ─dijo secamente─. Pero si nos veo a Renato y a mí, es… diferente con él.

─Estás enamorado de él.

─Sí.

─¿Y te podés ver enamorado de otro hombre?

─No quiero.

─Pero podrías.

Ponderó; sopesó. Pensó en Juan. Pensó, sí, si tuviera que hacerlo otra vez, podría intentarlo con otro chico.

─Sí.

─Así que te identificas en este punto de tu vida como gay, y estás preocupado con la auto percepción de Renato y cómo te afecta. ─Stef se inclinó para palmear su mano─. Sabes que tiene que hacer el trabajo interno para tomar sus propias decisiones, ¿no?

Gabriel dio un profundo respiro.

─¿Te referís a que no puedo sólo gritarle hasta que deje de volverme loco?

─No.

─No me sale.

─Dale, Gallicchio, sos mejor que eso. Sin gritar o provocar peleas acerca del asunto. Tenés que confrontarlo de frente.