El inspector Renato Quattordio miró su reloj por décima vez en un lapso de aproximadamente, cinco minutos. Sabía que esto era importante, sabía que no debía estar tan irritado, pero mierda, lo estaba.
La vigilancia de un sospechoso club de juego ilegal era trabajo para un novato, y estaba irritado porque desde el Ministerio de Seguridad presionó para que esto fuera llevado por oficiales superiores. Miró a aquella casona, pero no había movimiento, una vez más y suspiró ruidosamente.
─Estás inquieto como un niño de cinco años esta noche. Debí haber traído libros para colorear ─bostezó Minerva Casero, amiga de Renato y compañera, que estaba sentada en el asiento del conductor, entreteniéndose con una revista de novias─. ¿Algo?
─No. Nada. ¿Por qué estamos haciendo esto otra vez?
─Porque nuestro jefe nos lo dijo. Porque su jefe se lo dijo. Debido a que el Ministerio de Seguridad quiere una docena de grandes titulares en los diarios, por las elecciones y la lucha contra el juego ilegal es buena opinión pública. Ya que están mal pero no dan miedo─chasqueó la lengua cuando lo miró─. ¿sos nuevo?
Renato gruñó mientras se acomodaba en el asiento del pasajero.
─¿Está todo bien en casa?
─Está bien. Los niños sólo no parecían demasiado felices cuando hablé con ellos.─Renato resistió el impulso de patear.
─¿Y Gabi?
─Lo entiende. Era policía.
─Ahora, es el amo de casa. Seguro que es diferente. ─Minerva sostuvo una página abierta bajo la tenue luz de la lamparilla─. ¿Qué pensas sobre estos zapatos?
─¿Ah? ─Renato entornó los ojos─. Son zapatos.
─Es una respuesta inaceptable, ¿No se supone que sabrás de esto? Ya sabes, tener más estilo al ser gay─Minerva le lanzó una mirada brillante de afecto─. Bueno, ¿por qué no llamas a Gabriel, y yo pretenderé… procuraré no oirte mientras hablan sucio?
El rostro de Renato se encendió, incluso cuando intentó formar las palabras de
protesta por la etiqueta de «gay», pero no le surgió nada. Las etiquetas lo ponían
nervioso, incluso tenía problemas con su vocabulario sobre la materia.─¿Minerva, recordas lo que hablamos?
─No ─pasó unas cuantas páginas más─. Mi madre me está amenazando con elegir mi vestido, Tato. ¡Necesitamos detenerla! Se volvió una salvaje egoísta con los planes del casamiento.
─Es un evento emocionante para ella. Vos deberías entenderla. ─Renato estaba muy contento de dejar el tema de Gabriel a un lado. Estaba sumido en profundos pensamientos ahora y no quería tener a Minerva accidentalmente o a propósito dándole con un palo.
─Ajá, ¿y qué hay de mí? Que recuerde soy parte de esto ─murmuró para sí, y a
continuación lanzó la revista en el asiento trasero─. Me doy cuenta que no todos los días una persona se casa, pero ella necesita bajar un cambio.─¿Y cómo lleva el novio las cosas?
─Se esconde. El cobarde. ─Minerva dio una rápida mirada a su cabello enrulado corto en el espejo, sacudiéndose cosas imaginarias que Renato asumió que necesitaban desaparecer. Su cabello tenía el mismo aspecto que cuando terminó de arreglárselo. ─El hombre es un subcomisario haciendo de adorno ¿Por qué no le hace frente?
─¿Por qué Fernán es un hombre inteligente? ─ofreció Renato.
La próxima boda de la madre de Minerva, Nancy, y su jefe Fernán, era a la vez alegre y alucinante. Minerva iba a ser en breve, la hijastra de su jefe, aunque su jubilación estaba próxima, lo que era un gran alivio para Minerva. ¿Cuán difíciles podrían ser las reuniones con tu padrastro?
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#2 D&D Quallicchio [Adaptación]
RomansaDespués del siempre felices para siempre en Fé&Fidelidad, Gabriel y Renato hacían un nuevo capítulo de sus vidas -dentro de su habitación y fuera de esta- Renato lucha con las etiquetas y sentimientos de la mejor manera posible. Gabriel, ahora, el m...