Capítulo 20

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Algunas semanas después…

─¿Estás seguro que lo tenés todo? ─entonó Gabriel, su voz solemne y seria mientras estaba de pie junto a Renato en el rincón de una de las oficinas del Registro Civil─. ¿Estás preparado para ser el testigo? Eso será fácil, el tema será el brindis en la fiesta.

Renato rodó los ojos.

─Callate y deja de tratar de ponerme nervioso.

─¿Te estoy poniendo nervioso? ─Gabriel sonaba encantado. Renato le perdonó su regocijo sólo porque se veía muy, muy bien en su traje azul oscuro.

─También tenés que hacer algo, ya sabes…

─Estoy bastante seguro de que puedo manejar el ser simpático y decirle a muchas  personas dónde sentarse ─dijo. El reflejo del vidrio de una ventana cercana lo atrajo para otra revisión rápida de su cabello y su corbata.

─Sólo haceme el favor de asegurarte de que los chicos no se corran a lo loco por todos lados.

─Que los chicos no se vuelvan locos es mi trabajo a tiempo completo, próximo Subcomisario Quattordio. Y soy bastante bueno en eso.

Renato sonrió; deslizó su mano en la de Gabriel y ni siquiera comprobó sobre su
hombro quién podría estar mirando.

─Sí. Sí, lo sos.

─Además, les di plata a cada uno para que se comporten.

Renato suspiró.

─¿Cuánto?

─Guille negoció. ─Gabriel se encogió de hombros─. Probablemente necesitemos empezar a ahorrar para la Facultad de Negocios.

Era un momento con tan pocas preocupaciones –natural y doméstico– que Renato apretó la mano de Gabriel en lugar de contestar. Gabriel sonrió de vuelta, sin comprender del todo a juzgar por la mirada en sus ojos.

─Es bueno que hayas conseguido ese lucrativo trabajo de seguridad.

Gabriel sonrió abiertamente. Hizo gestos hacia las puertas principales cerradas.

─ ¿Debería empezar a dirigir a las personas dentro?

Renato consultó su reloj.

─También debería irme. Tengo que encontrar a Fernán y ver que necesita.

─No le ofrezcas tu ayuda para escapar. Si dice que sí, Minerva te va a matar. ─Gabriel se rió de su propia broma, posando un beso en la mejilla de Renato antes de soltar sus manos y dirigirse a las pesadas puertas dobles.

─Yo no haría eso ─dijo Renato; sabía que Gabriel estaba bromeando, pero aun así… ─. Y él no diría que sí.

Gabriel miró al techo con exasperación.

─Estaba jodiendo. De verdad. Incluso un soltero como yo reconoce el amor verdadero cuando lo ve ─hizo ojitos, burlón, pero Renato negó con la cabeza.

─Vos ya no sos soltero ─dijo con simpleza. Gabriel se detuvo en medio de la entrada, el sol brillando intensamente detrás de él.

─Ah ─dijo Gabriel con ──. Ahí tenés razón.

Compartieron una mirada, larga y significativa, y Renato deseó sinceramente regresar a su casa con su novio.

─Me voy… a cumplir mis obligaciones como acomodador. ─Gabriel sonrió. Agitó un poco la mano para despedirse, y luego desapareció en la luz, la puerta haciendo un sonido al cerrase detrás de él.

#2 D&D Quallicchio [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora