Atem sentía los estragos de la cólera. Aún estaba de mal humor, pero lo peor ya había pasado. De alguna forma, Mahad había conseguido un par de prendas más de Yugi, cada una con el aroma a omega impregnado en mayor fuerza. En el fin de semana, en dos días había logrado domesticar de nuevo a la bestia que dormía en su interior, manteniendo al lobo a raya. Era un alfa puro, lo que quería decir que, según dictaban las costumbres de su tierra, él podría convertirse en hombre lobo a voluntad, aunque nunca lo había intentado y prefería nunca tener que lidiar con aquella tentación.
Había mitos y leyendas en su tierra natal que decían que, una vez que el alfa se tornaba en bestia, no había marcha atrás, una maldición que lo ataba a seguir cambiando cada luna llena.
No gracias, no quería averiguarlo.
Igual nunca había conocido a un alfa que fuese capaz de transformarse, así que bien, todas aquellas historias podían ser mitos de su tierra, verdades a medias, dichas para asustar a los más pequeños y hacer que se comieran la sopa. Claro que para muchas culturas del mundo los alfas eran un mito, y él tenía comprobado en carne propia el poder que su voz y su aroma tenía en las personas; su sola presencia causaba estragos en los omegas y betas que se cruzaban en su camino y había aprendido a alzar su voluntad y su voz por encima de la de otros alfas.
Un líder natural.
Y a propósito de liderazgo, el lunes se había llegado y Atem había encontrado las fuerzas para levantarse de la cama para reanudar su vida.
Había salido de la junta del consejo estudiantil con dolor de cabeza, la planeación de las invitaciones de escuelas preparatorias a conocer la universidad era una tarea tediosa, que además coincidía con la semana cultural de ese ciclo, así que no sólo debían preparar un stand de cada carrera con la que la universidad contaba, sino que también tenían que organizar los eventos escolares, las charlas de los egresados, contactar a los conferencistas y preparar los breaks y alimentos que darían para los estudiantes e invitados.
Quería matar a alguien.
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5.-Yami no game
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Era lunes de iniciaciones, así que Atem debía conocer a los aspirantes a la fraternidad que había fundado junto con Duke y Yusei.
Ambos azabaches se habían encargado de leer los archivos académicos de los aspirantes, él se encargaría de hacer presión para obligarlos a correr, la intensión seguía siendo conocer a los alfas dormidos de la universidad para apoyarlos y darles soporte conforme lo necesitaran, pero cada vez se volvía más difícil distinguir a un alfa con supresores de un humano común y corriente con liderazgo en su personalidad.
Atem estaba de malas, muy de malas, así que debería recurrir a toda su fuerza de voluntad para no matar a nadie en ese día.
Suspiró cuando se percató de que tres chicos altos, fornidos, pero con expresión de pasmo, estaban de pie frente a la casa de la fraternidad. Tenían la ropa empapada, Ushio los había agarrado a baldazos en pleno patio, haciéndoles preguntas de cultura general entre un chorro de agua y otro, asegurándose de que dieran las respuestas correctas bajo presión para probar que eran dignos de pertenecer a esa casa.
—¿Cómo van? —Quiso saber el egipcio con expresión indiferente, ausente, analizando a los tres candidatos que quedaban en pie.
—Sólo estos tres han resistido. El resto salió huyendo hace unas diez preguntas. —Informó Ushio divertido, dedicándole una mirada de pies a cabeza a su colega, olfateándolo discretamente y sonriendo con sorna al percatarse de que el aroma natural de Atem esta vez no venía mezclado con el de ningún omega. —Hasta que te dignas a venir. —Dijo al final, divertido ante las ojeras del alfa.
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[Omegaverse] Contra todos
FanfictionEn un mundo en el que ser un Alfa es considerado peligroso para la sociedad, Atem lleva una vida tranquila en su universidad, dominando sus instintos y manteniéndose al margen de su naturaleza. O al menos así era, hasta que conoce a Yugi, un Omega q...