11.-Marcas

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La pesadilla parecía haber terminado.

Yusei no había logrado alcanzar a los motociclistas que habían iniciado el bombardeo en la cafetería, Kaiba había logrado herir de gravedad a uno de los que habían usado explosivos caseros para destruir los laboratorios de la zona E y quería hacerle hablar, pero la policía de Dominó había llegado primero así que el castaño se había tenido que conformar con presentar su declaración y hacerse el desentendido cuando le preguntaron si sabía quién había iniciado el tiroteo.

¿Qué iba a decir? ¿"Hola, soy Seto Kaiba de KC, Shooter de los juegos de las sombras de este año, disparé porque no tengo otra opción"?

No gracias.

Dos años atrás, al convertirse en sniper de aquellos juegos, había aprendido a no dejar sus marcas en las balas y armas que usaba. Estaba blindado en ese sentido y todo gracias a la omega que había sido su prometida durante ese breve lapso de tiempo.

El castaño había ido a buscar a Joey. Ambos habían considerado seriamente iniciar una discusión, pero cuando el rubio vio a Kaiba con un brazo vendado y sangre seca en el rostro por las cortadas tras la explosión, lo siguió hasta su limosina sin decir nada y permitió que lo llevara a casa. Donde se despidieron con un escueto "hasta mañana".

Judai y Yusei estaban en el baño de la habitación en Alfa Gamma, el azabache estaba sentado en el banquito, portando sólo los boxers, Judai estaba de pie a su espalda, limpiándole las heridas con devoción y cuidado de no lastimarlo más.

Al final le habían tendido una trampa y el muchacho había derrapado, estampándose contra unos matorrales y llenándose el cuerpo de rasguños. Nada grave siempre y cuando aseara bien las heridas.

Judai suspiró por enésima vez, consiguiendo que Yusei le dedicara una mirada de reojo.

—No pude protegerte. —Se quejó el castaño, consiguiendo que Yusei sonriera enternecido.

—Ju...

—Debí haber estado ahí y hacer algo, no pude protegerte y...

—Mio... —Murmuró Yusei con ternura, consiguiendo que Judai frenara su parloteo, sorprendido por aquella palabra.

Recordaba eso...

A Judai no le gustaba la idea de "pertenecerle" a un alfa. Se negaba a ser tratado como un objeto, algo desechable, algo reemplazable. Sabía que el vínculo con los alfas era fuerte, pero no quería sentir que alguien se creía su dueño, así que su temor más grande al darse cuenta de que él y Yusei estaban destinados, fue entregarse a ser marcado, como si fuera ganado, como si fuera un juguete.

—No eres mío. —Murmuró Yusei sonriendo ampliamente mientras le acariciaba el rostro a Judai. —No eres un terreno o una carta, o una moto, o un juguete. No quisiera llamarte mío, pues más allá de pertenecerme, quisiera yo ser digno de ti, digno de llamarme tuyo, que te sientas orgulloso de lo que somos juntos, no porque me pertenezcas. La marca no es para apartarte ni mucho menos, es para crear un vínculo contigo, porque no quiero llamarte mío, pero sí quiero saberme tuyo.

—Te quiero. —Murmuró Yusei sacando a su novio de sus cavilaciones.

—Mio. —Murmuró Judai sonriendo. Recordando que aquella palabra era un mantra, un refugio, una promesa de amor, algo más fuerte que un te quiero o un te amo. Algo más significativo que llamarle "mi vida, mi cielo o mi amor", un código secreto entre ellos.

—Quiero probar algo. —Dijo Yusei levantándose y plantando cara a Judai, apresándole la cintura y acercando sus rostros, consiguiendo que el corazón de su amante se desbocara de deseo y anhelo. —Pero quiero que recuerdes que mi cuerpo no dilata o lubrica como el tuyo, así que sé cuidadoso. —Advirtió delineando la boca de su novio con el pulgar, deleitándose en la forma en que sus pupilas se habían dilatado por la lujuria de tenerle cerca y sólo en boxers, demasiado cerca, demasiado lejos. —Quiero que me hagas tuyo.

[Omegaverse] Contra todosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora