25.-Promesas para el omega

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—Mokuba... —Murmuró Kaiba confundido al ver la espalda de su hermano, que se había plantado con los pies abiertos y ambas manos puestas en la pistola.

Kisara alternaba miradas con ambos muchachos, Mokuba y Jono, sopesando sus posibilidades. El pelinegro había disparado a las manos a Kisara, consiguiendo que la navaja saltara por los aires sin herirla, ahora ella estaba haciendo tiempo hasta que la rescataran, sabía que le estaban cuidando las espaldas, pero ¿llegarían a tiempo?

—Te hacíamos muerta —dijo Mokuba furioso.

—Y yo creía que estabas en Egipto.

—Vine en cuanto supe que mi hermano corría peligro esta noche, ahora me alegro de haber vuelto para detenerte.

—Mokuba, sabemos que no es personal, estoy siguiendo órdenes... aunque mis órdenes no involucraran un buen reencuentro ¿No, Seth?

—¿Reencuentro? —Murmuró Jono confundido, dedicándole una mirada al alfa sentado en el suelo, recargado por el costado contra el muro, luchando por permanecer despierto.

—No le hagas caso, Jounouchi —pidió Mokuba mordaz, amenazando a la omega con la mirada —, seguro sólo trata de confundirte.

—No necesito hacerlo, puedes ver los rasguños en su espalda, nada como recordar los viejos tiempos con un alfa que es, además, un muy buen amante, ¿No lo crees, Jounouchi?

—Amante —espetó el rubio avanzando a pasos lentos.

—Oh, perdón —soltó Kisara con fingida pena —, no me digas que no te ha marcado. Es que a mí me marcó en cuanto nos dijeron que estábamos comprometidos, siempre fue muy complaciente e insaciable. —Compuso una sonrisa lasciva, entrecerrando los ojos mientras se paseaba una mano por el escote, acariciando la piel que estaba a la vista de los muchachos. —Supongo que, aunque seas su omega destinado, no tienes lo que Kaiba buscaría en el cuerpo de una mujer, o de un hombre. Ta vez sólo no eres suficiente para su gusto.

—¡Callate! —Gritó Jono lanzándose hacia el frente, amenazando con arremeter a los golpes contra Kisara, sin embargo, en menos de un parpadeo su alfa ya se encontraba de pie frente a él con una expresión de dolor que dejó a Jono descolocado.

¿La estaba defendiendo?

Y el olor metálico llenó de golpe después, inundando la mente de Jono.

Una bala, Kaiba tenía una herida de bala en el brazo, era un corte superficial, había pasado apenas rozando, pero esa bala había sido colocada para llegar al corazón de su omega en cuanto estuviera a punta de tiro. Aquello fue una descarga de adrenalina, escuchar al tirador en la distancia, que cortaba cartucho justo cuando Kisara había terminado con su juego mental, le dio la fuerza que necesitaba para correr hasta su omega para detenerlo a tiempo, pero la fuerza se había desvanecido, Kaiba ya no pudo sostenerse en pie, se derrumbó hasta caer a los brazos de Jono, sintiendo que se desmayaba, sintiendo que el dolor se desvanecía arrastrándolo a la inconciencia.

—No, Kaiba...

—¿Cuánto tiempo más me llamarás por mi apellido? —Espetó el alfa mientras Jono lo sostenía entre sus brazos y se acomodaba con dificultad en el suelo, acunando el cuerpo en el regazo para poder mirarle la herida. —No me gusta cómo suena en tus labios.

—¿Ella está diciendo la verdad? —Inquirió dolido Jono mientras Kaiba le acariciaba el rostro. —¿La marcaste en cuanto los reunieron?

—Sí.

—¿Por qué a mí no? —murmuró apretando los ojos, tratando de luchar contra las ganas de llorar, jurándose a sí mismo que no se dejaría ver débil ante ellos.

[Omegaverse] Contra todosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora