28. Próximo destino: el olvido.

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—Así que... ¿Esta segura de que quiere ir allí?— Me pregunta la mujer canosa.

—Nunca había estado tan segura.— Miro a Zayn y el sonríe.

—Entonces—la señora teclea rápido en el ordenador y veo que salen dos hojas de la impresora.—Toma

—Gracias...

Zayn y yo decidimos ir a ese lugar,  y el me prometió no decirle nada a nadie de que nos íbamos ya que yo quiero olvidar completamente este lugar. Me ha producido cosas tristes como: ansiedad o depresión y no recomiendo eso a nadie. Mi vida tiene que cambiar así que desde este mismo día empiezo desde cero.


Un mes después.

— Marta recuerdas que me dijiste eso de que seguramente le contaría a todos que nos íbamos.

— Si

— Como te fijas no me he ido de la lengua y aquí estamos por fin querida mía, tranquilos y sin nadie que te haga sentir mal.

Cuando llegue a Amsterdam decidí ir a hablar con un doctor y el me recomendó un psicólogo y algunos o algunas pensaran que los psicólogos son para locos pero no, la palabra por si sola lo dice. Hable sobre mi pasado (algo que fue duro). Un psicólogo muy simpático de nombre Ignacio me ayudo pero el me intimidaba ya que su miraba era muy fuerte y eso me echaba hacia atrás así que el se dio  cuenta que con el no avanzaba y me citó con otra psicóloga de nombre Laura. Una chica de pelo corto, con gafas y muy simpática. Avance mucho con Laura pero eso si, no todas las preguntas se las podía responder. Ella se tuvo que ir ya que tenia meses de descanso por su embarazo. Ella fue una gran ayuda para mi ya que tuve un poco más de confianza.

La otra vez vi a Ignacio después de varios meses y se veía diferente: con barba y delgado pero a la vez le quedaba bien la barba.

—¿Que tal el día?

—Muy duro realmente pero el clima a estado fantástico.—Me dice el alegre.

—¿Nubes?

—Exacto.—Dice Zayn feliz.

—Sabias que con ese traje te ves guapísimo.

—¿Enserio?

—Por supuesto.

—La verdad es que me incomoda ir así ya que estoy acostumbrado a a todo lo contrario a esto pero gracias mi hermosa. Tu hoy te ves tan guapa bueno, todos los días te ves increíble increíblemente bien.

—No digas eso bobo.

—Es la...—la pantalla de su móvil se ilumina y como esta en la mesa lo cojo y veo una foto de una chica.

—¿Quien es esta?—siento que me hierve la sangre pero evitó eso así que respiro lo más profundamente posible y trato de relajarme. El me mira desconcertado y el móvil sigue sonando. Empiezo a llorar ya que no puedo enfadarme, me levantó del sofá voy hacia la habitación cojo unas sabanas bajo de nuevo y se las tiró a Zayn en la cara.— Mañana ya hablamos. Que descanses.

—Pero...

—Dejame tranquila, joder.—llego a la habitación cierro la puerta y caigo detrás de ella. Lloro pero en silencio. La mejor manera que yo se. Esto me duele y me quema por dentro de una manera infernal. Se que no se la razón por la cual una rubia estaba llamando a Zayn pero las mujeres tenemos buenos presentimientos así que me temo algo. Me seco las lágrimas y voy hasta la cama; cojo mi libro de todas las noches y comienzo a leer. Esta vez leo poco ya que me quedo dormida.

...

—¡No! ¡No! ¡Por favor no te vayas mamá! ¡Mamá vuelve!

—¡Marta! ¡Despierta!—oigo una voz y enseguida me sobresalto del mal sueño que he tenido y veo a Zayn con cara de preocupado.

—¿Que ha sido eso?—le preguntó.

—Supongo que una pesadilla.—pasa su mano por mi cara.

—No te preocupes, vete a dormir al sofá de nuevo.

—En realidad no he dormido en el sofá. No podía y me puse a pensar en ti, en como reaccionaste sobre esto—me enseña la pantalla del móvil —No quiero que entre nosotros pase nada malo yo tan solo quiero verte sonreír cada día que este junto a ti Marta. Yo tan sólo te quiero, te amo y te adoro a ti Marta.

—Lo se pero...

—No te tienes que preocupar que esa no era nadie importante es la secretaria de mi jefe. Ella después me escribió un mensaje sobre que me había llamado unas cinco veces para ir a una fiesta o algo así. Si quieres puedes leer los mensajes.—pone el móvil en mi mano pero yo enseguida se lo devuelvo.

—Confió en ti.

—Siempre lo tienes que hacer.

Nos quedamos un rato en silencio. Cierro los ojos y de repente se me viene una parte del sueño a la cabeza los vuelvo a abrir y estoy mareada.

—Marta ¿estas bien?

—Si, claro cariño.

—Por favor si estas mal dímelo.

—Tranquilo.—le dio un beso en los labios y el enseguida ataca deseoso como siempre.

—Marta—dice en mi labio.

—¿Si?—meto mis manos dentro de su camisa.

—¿Quieres...?

—Ya estamos tardando.

Se levanta de la cama y con rapidez se quita la ropa. Hago los mismo pero me cuesta quitarme la camiseta y si pedir ayuda siento las manos de Zayn que me ayudan.

Me levanta del suelo y me coge por el trasero y directamente chocamos contra la pared lo que hace que haga un gemido ya que siento a Zayn cerca y eso me basta para llegar a mi límite de desesperación.

—Buenos días mi reina. —me susurra en el odió.

—Te odio.—le susurro.

Se muerde el labio y va a mi cuello. Como si fuera un vampiro ansioso de sangre da mordidas, baja a la parte de mis pechos y me mira con cara de si puede empezar a quitarme todo yo tan solo sonrió y el sigue.

Ya estando en la cama el me sube encima de el y empieza el juego.

Pasan minutos entre gemidos y gritos aunque Zayn los evito poniendo su mano en mi boca pero ¿que importa? Si vivimos en medio de un sitio que nadie encuentra. El sitio que siempre deseé.

—Marta—su voz es entrecortada ya que hoy es un día de esos que quieres cada milímetro de esa persona.

—Zayn—digo tratando de regular la respiración ya que fueron bastantes gritos, gemidos, subidas y bajadas en un tiempo que no se cual fue.

—Eres la mujer perfecta que siempre deseé tener.—envuelve su brazo al rededor de mi cintura y este momento es agradable ya que estamos desnudos como Dios nos trajo al mundo.

—Marta se me ha ocurrido un idea extravagante no, no una idea ¡fantástica!. ¿Que te parece si hago una dibujo de ti?

—Zayn, ya has echo unos cinco o unas innumerables veces así que mejor continua con tu brazo en este sitio y disfruta de este momento de tranquilidad.

—Pero Marta, fíjate bien. Tienes las pupilas más que dilatadas, tu piel arde y tiene un tono rosado inexplicable que me fascina y tu, tu te ves hermosa como todos los días Marta.

—¿De nuevo soy tu musa?

—Hoy, mañana o dentro de cincuenta años cuando seamos unos ancianos canosos con ganas de morir vas a seguir siendo mi musa.

—Tu musa.

—Mi musa.

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