32. No me caí, ataqué el suelo.

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«¡No! Y ¡No!, nunca.» dice el mí interior de inmediato.

Tampoco es que fuera a perder mucho... O sí. No sé. No sé nada. Estoy confundida. Me siento mal, triste, sola, y... quizás... Algo suicida. Já, ¿quién me lo iba a decir? Yo, esa chica, la que evitaba tener pensamientos de ese tipo. Tuve una etapa de adolescencia normal. Subidas y bajadas normales. No me gustaba, pero era dedicada en el estudio. Amaba pintar y sigo aunque, no sé dónde se fue esa pasión al igual por el amor que sentía por la música. Quizás, quizás... será mejor que no comience a revolver en el pasado. Sí, buena idea.

¿Libros? Amor.

¿Musica? Amor.

¿Pintura? Pasión y amor.

¿Dónde se fue todo?

¿Será demasiado tarde?

¿Será que nunca seré capaz de saltar?

No tengo a nadie y no aporto nada a nadie, ni aportaré.

¿Y si cojo esta pistola y me disparo?

Lo hago pero me doy cuenta que es mi mano. Vaya, que triste.

¿No se supone que iba a saltar?

Salto pero, solo me he mojado las puntas de los pies. Vaya, qué triste.
Necesito un par de pastillas por día. Sí, las necesito. Lenta y dolorosamente.

-¿Marta?

-¿Si?

-Te quiero.

-No mientas.

-Te amo.

-No mientas.

-Eres odiosa.

¿Acaso fue todo verdad?

Simplemente no.

¿Por qué? Porque soy una persona que se puede ver y oír, pero no sentir.

Caótica.

Nadie me entiende ni lo hará.

Extraña.

Por eso planifico un día en el que ya nadie sabrá de mí.

Suicidio.

Sí, buena idea.

Fin.

Estoy loca por él. Aunque él aquí no tenga nada que ver. Lo siento, Zayn. Quizás compulsiva, quizás suicida.

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