HOME | Marco Asensio

Capítulo 7. Dog days are over

No veo el momento para salir de aquí. El día se me está haciendo eterno y no he parado ni un solo minuto. Salgo por tercera vez de la habitación 256B y me dirijo al control de enfermería.

- Oye Lore, no me podrás dar un ibuprofeno de 600 ¿verdad? Tengo la cabeza que me va a explotar.- La enfermera saca una pastilla blanca de un bote que tenía guardado en el bolso de  su pijama verde y me lo da, no sin antes mirar por si alguien nos ha visto.

- No debería dártelo porque estoy segura que no estás enferma. ¿Tan gorda fue ayer como para que sean las 2 de la tarde y que todavía estés con resaca?- me tiende un vaso de plástico con agua y me lo bebo de un trago.

Desde que me levante a las 7:35 esta mañana, supe que no iba a ser mi mejor día. Me vestí lo mas rápido que pude y salí corriendo del piso. Iba a llegar tarde el primer día en un nuevo servicio, y ya me habían avisado que el adjunto odiaba a los tardones. Conseguí subirme en el metro después de la tercera carrera del día y en el momento que toque el asiento la realidad me golpeó. La conversación que había tenido la noche anterior con Marco me vino a la cabeza, y me maldije unas 55 veces hasta que llegué a mi destino. Creo que debería existir una aplicación que detectase cuantas cervezas te has bebido, y en cuestión de eso te dejase contestar al teléfono móvil o no.

Entré por la puerta del hospital a tiempo, pero cuando me dispuse a abrir la puerta del vestuario para dejar mis cosas me di cuenta de que me había olvidado la identificación en casa. Muy bien Carolina, solo cuando el día no podía ir a peor vas y la lías otra vez.

- Entonces, ¿queda claro verdad? El paciente tiene una enfermedad de cambios mínimos normal para su edad. Nada que con unas cuantas dosis de glucocorticoides no se solucione. ¿Alguna duda? ¿No? Pues ya os dejo libres, a ver si mañana me venís más despejados.- dice el Doctor Cuartas y agacho la cabeza en un auto reflejo. Estoy convencida que lo dice por mí. Solo me he enterado del final de la explicación y no he acertado ninguna de las preguntas que me ha hecho.

Me despido de mis compañeros y salgo a la calle. Hoy en Madrid hace un día espectacular y decido dar un paseo hasta el centro. Conecto mi Spotify, y el buen humor de Florence and the Machine me contagia. No importa como esté yendo el día, que si oigo el ukelele de la banda británica, inevitablemente se me dibuja una sonrisa. Voy cantando la letra en mi cabeza mientras disfruto del sol que me da en la cara cuando una notificación llega a mi móvil. Es Marco, dice que acaba de salir de entrenar y que se muere de hambre. También me pregunta que tal llevo la resaca y yo evito contestar a esa pregunta. Son las dos y cuarto pasadas cuando le propongo ir a comer algo juntos. No sé si me he precipitado, todavía no ha leído el mensaje cuando decido eliminarlo. No sé porqué he escrito eso, seguro que tiene planes, pero me apetece verle. Pulso el botón de eliminar mensaje cuando su nombre salta en la pantalla. 

Estoy revisando el correo en el móvil cuando alguien me asusta por detrás.

- ¡Joder me has asustado!- Marco se ríe por mi reacción y deja un beso en mi cabeza.

- Hola a ti también. ¿Llevas mucho esperando? Es que no encontraba sitio para aparcar.- se excusa mientras nos sentamos en la mesa más alejada de la terraza.

Mientras leo los primeros platos de la carta, la camarera se acerca para anotar nuestras bebidas. Marco habla por los dos pidiendo una botella de agua fría entre risas. No me inmuto cuando la chica se va y él suelta un comentario haciendo referencia a mi fatídica noche de ayer.

- Espero que no te moleste que haya pedido por los dos, pero supuse que no te apetecería tomarte una cerveza.- Levanto la mirada hacia él y ruedo los ojos.- No pasa nada Caro, no te lo tendré en cuenta en ocasiones futuras, pero recuerda: los borrachos y los niños siempre dicen la verdad.