Narra Jacob
Sonó el despertador, había clase. Me desperté con Kate entre mis brazos. Maldito colegio, pasaría así el resto de mi vida. Encendí la luz. Kate se despertó sobresaltada:
-¡Apaga la luz, Jacob!- exclamó.
-Kate, hay clase.
-¡Me importa un rábano!
-Kate...
Kate se metió debajo de las mantas. Empecé a hacerle cosquillas y se revolvió como una loca.
-¡No, para!- gritaba muriéndose de la risa.
-Pues vamos a levantarnos.
-Vale...
Daniel también se levantó. Kate me ayudó a levantarme e ir hasta la cocina para desayunar. Al acabar nos vestimos (cosa que me llevó un rato ya que con la pierna escayolada todo es más difícil) y fuimos hacia el colegio de Daniel. Siguiendo la rutina de todos los días fuimos andando al instituto, Kate me ayudó a subir las escaleras y...como no...llegamos tarde a clase. Y aun por encima tocaba con el profesor de matemáticas, el que menos me gusta, me tiene manía. Llamamos a la puerta. Me pareció raro que el profesor no nos echase la bronca al entrar. Me iba a sentar en mi sitio pero de repente el profesor me dijo:
-Carter, acompáñame un momento.
Salimos de la clase y comenzó a decirme:
-Mira, queda un escaso mes de curso. Se aproximan los exámenes finales, y yo se que tienes buen expediente. Pero te has juntado con la pelirroja y ultimamente no paras de meterte en líos. Se que eres buen alumno.
Me había olvidado por completo de los exámenes. Tenía que estudiar.
-Lo siento profesor. Pero que sepa que la "pelirroja" no es lo que aparenta.
-¿Entonces que es?
-Bajo esa capucha o gorro se esconde algo distinto. Parece la típica macarra de instituto, pero es así para defenderse. Tiene una vida difícil.
-Me da igual. Lo único que quiero es que tú te centres.
"Claro, le daba igual, será..." pensé para mis adentros.
Narra Kate
Estaba segura de que el viejo ese quería comerle la cabeza a Jacob para que se apartase de mi. Será cabrón. Todos empezaron a cuchichear tan pronto el profesor y él salieron de clase. Parece que solo se dedican a criticar.
-Bueno, Kate, ¿Que tal con tu "amigo"?- dijo Bill, el más popular de la clase. Me repugna, se va de guay y no llega a la C de chachi. Y así son casi todos. Intentan parecer algo que no son.
-Sí, eso, Kate- dijo otro de su cuadrilla. Toda la clase empezó a reír. Les ignoré. Paso de esa gente.
-Kate, aunque estés bajo la capucha te vemos igual, eh- dijo Jenny, otra que me cae fatal. Una pija. Una zorra. Y muchas mas cosas. Igual que todos.
-Uy, perdona, pero yo a ti no te veo bajo tanto maquillaje, payasa. El circo se fue sin ti- le espeté.
-No le hables así a mi nena- dijo Bill. Están saliendo. La pareja de repugnantes perfecta.
-Yo hablo a tu nena como quiera, subnormal. Dejadme en paz. No teneis otra cosa que hacer que iros de guays y populares mientras sois unos gilipollas perdidos y solo sabeis meteros con los demás- les dije.
-Pobre Jacob, esta le rompió la pierna- dijo la mejor amiga de Jenny (otra payasa) mirándome con mala cara.
-Pena me das tu, puta, que ahora te la voy a romper yo a ti- le dije mientras me levantaba.
Pero entró el profesor y volví a mi sitio. Tuve suerte, él ni se inmutó.
Jacob volvió a su sitio. Me giré hacia atrás para hablar con el:
-¿Que te dijo?- le susurré.
-Te lo digo después.
Pasaron las tres primeras largas horas de clase y fuimos al recreo. La biblioteca estaba cerrada. Fuimos a sentarnos en un banco.
-Hey mirad, la parejita feliz- "puto Bill" pensé para mis adentros.
-Jacob, apártate de esa- ya estaba la pija de Jenny.
-Mira, Jenny, vete a comerle la polla a tu Bill si es que la tiene- les espeté.
-Kate, para, ignórales- dijo Jacob.
Y se largaron al fin.
-Putos gilipollas, subnormales, pedazos de mierda, payasos, maricón, zorra...- empecé a maldecir por lo bajo.
-Kate, como sigas así tienes insultos para una vida entera- rió Jacob.
-Por cierto ¿que te dijo el profesor?
-¿Tu que cres? Que me apartase de ti, que eras una mala inflencia. Y también que se estaba acabando el curso y que estudiase. Debo de ponerme las pilas. No quiero sacar mala nota.
-Haz como yo, chapa todo en verano para sacar un cinco, que en septiembre todo es mas fácil.
-No, Kate, no. En eso si que no te voy a hacer caso.
Sonó el timbre y volvimos a clase. Cuando se acabaron las clases fuimos a buscar a mi hermano del colegio. Cuando llegamos a casa comimos y luego Jacob fue a su habitación.
-¿Que vas a hacer?- le pregunté.
-Estudiar.
-¿En serio?
-No, en broma (sarcasmo), ¡pues claro!
-Pf...
-A ti tampoco te vendría mal, tonta.
Daniel se quedó viendo la tele, concretamente Bob Esponja, esos dibujos molan (que nadie se atreva a decirme lo contrario), y yo fui con Jacob a su cuarto. Sacó los libro y se sentó en frente al escritorio.
-Venga, ven aquí a estudiar conmigo- me dijo.
-Bueno, pero solo porque me aburro.
-Vete a buscar una silla a la cocina para ti.
-Pf...que pereza. Déjame sitio en la tuya.
-No tienes remedio...
Abrió las piernas y me senté entre ellas. Empezamos con historia. Jacob empezó a enseñarme todo, no se por que decía que tenía que estudiar si ya casi lo sabía todo. Era super listo, fue como mi profesor por un día, y aprendí muchísimo.
-Dios, Jacob, para ser un imbécil aun eres muy listo- le dije con tono burlón.
-Gracias, fea. ¿Ahora podrías salir de aquí que me estorbas?
-No, eres muy cómodo- le dije con una mueca.
Entonces empezó a hacerme cosquillas. No podía parar de reír.
-¡Para, para!- gritaba muriéndome de la risa. Las cosquillas son mi punto débil.
Paró de hacerme cosquillas y me abrazó por la cintura. Yo me apoyé en el. Definitivamente Jacob me gustaba, y mucho. Nunca me había gustado nadie antes. Era genial, hasta que me rechazase, claro (soy pesimista, lo se). Miré el reloj de sus muñeca.
-Tu padre vendrá dentro de poco a buscarnos para ir al juicio- le dije levantándome.
-Estoy nervioso.
-No lo estés. No es nada. Y te lo dice alguien que ha estado en muchos juicios.
-Pero con quien me estoy juntando...- dijo con una mueca.
Llamaron a la puerta, era el padre de Jacob.
-¿Estais listos?- nos preguntó.
-Sí- respondimos los dos al unísono.
-Vámonos, Daniel- le dije. Apagó la televisión y fuimos para el coche. Durante el camino el señor Carter nos fue explicando lo que teníamos que hacer.
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Cuando me choqué contigo
Teen FictionKate: no tengo por que deciros que tengo quince años y hasta que me choqué con él, mi hermano era el único que me salvaba de mi soledad. No tengo por que deciros que la música es una de las pocas cosas en este mundo que me hace feliz, a parte de lee...