8 Imbéciles, subnormales...

263 29 0
                                    

Narra Jacob

Sonó el despertador, había clase. Me desperté con Kate entre mis brazos. Maldito colegio, pasaría así el resto de mi vida. Encendí la luz. Kate se despertó sobresaltada:

-¡Apaga la luz, Jacob!- exclamó.

-Kate, hay clase.

-¡Me importa un rábano!

-Kate...

Kate se metió debajo de las mantas. Empecé a hacerle cosquillas y se revolvió como una loca.

-¡No, para!- gritaba muriéndose de la risa.

-Pues vamos a levantarnos.

-Vale...

Daniel también se levantó. Kate me ayudó a levantarme e ir hasta la cocina para desayunar. Al acabar nos vestimos (cosa que me llevó un rato ya que con la pierna escayolada todo es más difícil) y fuimos hacia el colegio de Daniel. Siguiendo la rutina de todos los días fuimos andando al instituto, Kate me ayudó a subir las escaleras y...como no...llegamos tarde a clase. Y aun por encima tocaba con el profesor de matemáticas, el que menos me gusta, me tiene manía. Llamamos a la puerta. Me pareció raro que el profesor no nos echase la bronca al entrar. Me iba a sentar en mi sitio pero de repente el profesor me dijo:

-Carter, acompáñame un momento.

Salimos de la clase y comenzó a decirme:

-Mira, queda un escaso mes de curso. Se aproximan los exámenes finales, y yo se que tienes buen expediente. Pero te has juntado con la pelirroja y ultimamente no paras de meterte en líos. Se que eres buen alumno.

Me había olvidado por completo de los exámenes. Tenía que estudiar.

-Lo siento profesor. Pero que sepa que la "pelirroja" no es lo que aparenta.

-¿Entonces que es?

-Bajo esa capucha o gorro se esconde algo distinto. Parece la típica macarra de instituto, pero es así para defenderse. Tiene una vida difícil.

-Me da igual. Lo único que quiero es que tú te centres.

"Claro, le daba igual, será..." pensé para mis adentros.

Narra Kate

Estaba segura de que el viejo ese quería comerle la cabeza a Jacob para que se apartase de mi. Será cabrón. Todos empezaron a cuchichear tan pronto el profesor y él salieron de clase. Parece que solo se dedican a criticar.

-Bueno, Kate, ¿Que tal con tu "amigo"?- dijo Bill, el más popular de la clase. Me repugna, se va de guay y no llega a la C de chachi. Y así son casi todos. Intentan parecer algo que no son.

-Sí, eso, Kate- dijo otro de su cuadrilla. Toda la clase empezó a reír. Les ignoré. Paso de esa gente.

-Kate, aunque estés bajo la capucha te vemos igual, eh- dijo Jenny, otra que me cae fatal. Una pija. Una zorra. Y muchas mas cosas. Igual que todos.

-Uy, perdona, pero yo a ti no te veo bajo tanto maquillaje, payasa. El circo se fue sin ti- le espeté.

-No le hables así a mi nena- dijo Bill. Están saliendo. La pareja de repugnantes perfecta.

-Yo hablo a tu nena como quiera, subnormal. Dejadme en paz. No teneis otra cosa que hacer que iros de guays y populares mientras sois unos gilipollas perdidos y solo sabeis meteros con los demás- les dije.

-Pobre Jacob, esta le rompió la pierna- dijo la mejor amiga de Jenny (otra payasa) mirándome con mala cara.

-Pena me das tu, puta, que ahora te la voy a romper yo a ti- le dije mientras me levantaba.

Pero entró el profesor y volví a mi sitio. Tuve suerte, él ni se inmutó.

Jacob volvió a su sitio. Me giré hacia atrás para hablar con el:

-¿Que te dijo?- le susurré.

-Te lo digo después.

Pasaron las tres primeras largas horas de clase y fuimos al recreo. La biblioteca estaba cerrada. Fuimos a sentarnos en un banco.

-Hey mirad, la parejita feliz- "puto Bill" pensé para mis adentros.

-Jacob, apártate de esa- ya estaba la pija de Jenny.

-Mira, Jenny, vete a comerle la polla a tu Bill si es que la tiene- les espeté.

-Kate, para, ignórales- dijo Jacob.

Y se largaron al fin.

-Putos gilipollas, subnormales, pedazos de mierda, payasos, maricón, zorra...- empecé a maldecir por lo bajo.

-Kate, como sigas así tienes insultos para una vida entera- rió Jacob.

-Por cierto ¿que te dijo el profesor?

-¿Tu que cres? Que me apartase de ti, que eras una mala inflencia. Y también que se estaba acabando el curso y que estudiase. Debo de ponerme las pilas. No quiero sacar mala nota.

-Haz como yo, chapa todo en verano para sacar un cinco, que en septiembre todo es mas fácil.

-No, Kate, no. En eso si que no te voy a hacer caso.

Sonó el timbre y volvimos a clase. Cuando se acabaron las clases fuimos a buscar a mi hermano del colegio. Cuando llegamos a casa comimos y luego Jacob fue a su habitación.

-¿Que vas a hacer?- le pregunté.

-Estudiar.

-¿En serio?

-No, en broma (sarcasmo), ¡pues claro!

-Pf...

-A ti tampoco te vendría mal, tonta.

Daniel se quedó viendo la tele, concretamente Bob Esponja, esos dibujos molan (que nadie se atreva a decirme lo contrario), y yo fui con Jacob a su cuarto. Sacó los libro y se sentó en frente al escritorio.

-Venga, ven aquí a estudiar conmigo- me dijo.

-Bueno, pero solo porque me aburro.

-Vete a buscar una silla a la cocina para ti.

-Pf...que pereza. Déjame sitio en la tuya.

-No tienes remedio...

Abrió las piernas y me senté entre ellas. Empezamos con historia. Jacob empezó a enseñarme todo, no se por que decía que tenía que estudiar si ya casi lo sabía todo. Era super listo, fue como mi profesor por un día, y aprendí muchísimo.

-Dios, Jacob, para ser un imbécil aun eres muy listo- le dije con tono burlón.

-Gracias, fea. ¿Ahora podrías salir de aquí que me estorbas?

-No, eres muy cómodo- le dije con una mueca.

Entonces empezó a hacerme cosquillas. No podía parar de reír.

-¡Para, para!- gritaba muriéndome de la risa. Las cosquillas son mi punto débil.

Paró de hacerme cosquillas y me abrazó por la cintura. Yo me apoyé en el. Definitivamente Jacob me gustaba, y mucho. Nunca me había gustado nadie antes. Era genial, hasta que me rechazase, claro (soy pesimista, lo se). Miré el reloj de sus muñeca.

-Tu padre vendrá dentro de poco a buscarnos para ir al juicio- le dije levantándome.

-Estoy nervioso.

-No lo estés. No es nada. Y te lo dice alguien que ha estado en muchos juicios.

-Pero con quien me estoy juntando...- dijo con una mueca.

Llamaron a la puerta, era el padre de Jacob.

-¿Estais listos?- nos preguntó.

-Sí- respondimos los dos al unísono.

-Vámonos, Daniel- le dije. Apagó la televisión y fuimos para el coche. Durante el camino el señor Carter nos fue explicando lo que teníamos que hacer.

Cuando me choqué contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora